Opinión

Las propuestas de Biden para Centroamérica

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Jonathan Menkos Zeissig

@jmenkos

Director ejecutivo del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi). Es especialista en desarrollo con enfoque de derechos humanos y en política fiscal. Estudió Economía en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Forma parte del Icefi desde 2006. Coordinó las áreas de investigación sobre Presupuestos Públicos y Derechos Humanos, y de Coyuntura Económica y Fiscal, hasta 2012, momento en que asumió la dirección ejecutiva. Anteriormente, laboró en los departamentos de Estadísticas y Estudios Económicos del Banco de Guatemala. Ha sido consultor de las divisiones de desarrollo social y desarrollo económico de la CEPAL. Es miembro del Advisory Board for the Commitment to Equity (CEQ) y de la Alianza Latinoamericana de Estudios Críticos sobre el Desarrollo. Es escritor y participa en diferentes medios de comunicación con columnas de opinión.

Biden deberá sustituir esa diplomacia bipolar que ha transitado entre la amenaza y la complicidad del «te dejo hacer, si me dejas hacer», por una basada en el respeto, que fomente la cooperación para la garantía de los derechos humanos, la paz, el desarrollo y la democracia.

Por Jonathan Menkos Zeissig*

El proceso electoral en Estados Unidos continúa su curso y el día de la elección, el 3 de noviembre, está cada vez más próximo. 

El «oráculo de Washington», el profesor Allan Lichtman (American University), que ha acertado a predecir quién será el nuevo ocupante de la Casa Blanca desde el segundo mandato de Ronald Reagan (1984), ha afirmado que Donald Trump perderá las elecciones de 2020. Otras encuestas y predicciones apuntan hacia ese mismo desenlace. FiveThirtyEight revela que Biden tiene un 73 % de probabilidad de ganar la elección.  La revista The Economist da a Biden el 87 % de probabilidad de ganar; mientras Good Judgement le otorga el 77 % y anticipa, con una probabilidad del 66 %, el hecho de que los demócratas lograrán el control del Congreso y el Senado. 

Si la institucionalidad de Estados Unidos logra evitar la injerencia de actores externos y el boicot de intereses internos que no desean perder su poder, entonces, se puede augurar un cambio de administración. ¿Qué efectos tendrá en Centroamérica la administración Biden?

Biden ha colocado en su plan de campaña una sección que se refiere al istmo: «el plan de Biden para fortalecer la seguridad y la prosperidad en colaboración con los pueblos de Centroamérica». En este componente el candidato enfatiza la necesidad de que estas naciones, en especial El Salvador, Guatemala y Honduras, sean sólidas, seguras y capaces de ofrecer oportunidades de futuro a su propia gente. Asimismo, refiere que entre los más importantes desafíos de estos países están la violencia, las organizaciones criminales transnacionales, la pobreza y las instituciones públicas corruptas e ineficaces.

Entre sus propuestas para cooperar con Centroamérica se destaca la relacionada con eliminar de inmediato las políticas de inmigración draconianas de la administración Trump, desarrollar una estrategia regional integral de cuatro años y USD4,000.0 millones para abordar los factores que impulsan la migración desde Centroamérica, movilizar la inversión privada en la región, mejorar la seguridad y el Estado de derecho, abordar la corrupción endémica y priorizar la reducción de la pobreza y el desarrollo económico.

En la propuesta de Biden se sugiere una estrategia regional integrada, la que debe conseguir, entre otros resultados, que los Estados centroamericanos asignen una cantidad sustancial de sus propios recursos y emprendan reformas significativas, concretas y verificables. Por su parte, Estados Unidos brindará asistencia técnica para apoyar las reformas fiscales y su aplicación. También debe poner la lucha contra la corrupción en el centro de la política de los Estados Unidos en Centroamérica, apoyando reformas en los servicios de seguridad, fortaleciendo el poder judicial y creando una nueva oficina ―como parte de la Oficina de Control de Activos Extranjeros― del Departamento del Tesoro para investigar la corrupción en el Triángulo Norte.  Debe dirigir la inversión del sector privado para complementar los fondos del gobierno. Finalmente, reconocer el papel central de las mujeres como una fuerza poderosa para el desarrollo, por lo que creará mecanismos para ayudar a los receptores de remesas, especialmente a las mujeres, a invertir y comenzar pequeños negocios. 

El éxito de la agenda de Biden en Centroamérica dependerá de diversos factores, pero serán fundamentales los siguientes cinco. Primero, tomar el liderazgo internacional en favor de la lucha contra la corrupción en Centroamérica. Segundo, apoyar cambios fiscales estructurales que aumenten los ingresos de los Estados de manera progresiva, al tiempo en que los presupuestos de gasto e inversión dejan de ser programados con base en caprichos y pasan a ser orientados por resultados de desarrollo de corto, mediano y largo plazo previamente definidos. Tercero, poner como un «no negociable» el respecto a las reglas de juego democráticas. Cuarto, construir la estrategia regional escuchando a todos los sectores de la sociedad y no únicamente a la élite económica. 

La administración Trump levantó un muro en sus fronteras, ha mostrado su mano dura frente a los más débiles, los migrantes forzados, mientras ha sido permisiva con quienes, desde el poder público y privado, asfixiaron las instituciones internacionales contra la corrupción en Guatemala y Honduras y que promueven actualmente el debilitamiento de las instituciones de justicia nacionales; ha actuado con tibieza frente a las elecciones fraudulentas en Honduras y la represión social en Nicaragua.  En materia de cooperación, América Crece ha sido un programa diseñado sin discusión social y, aunque adornado con discursos de prosperidad compartida, parece tener como principal objetivo aumentar las utilidades de empresarios locales y estadounidenses.

Por todo lo anterior, el quinto factor para el éxito de la agenda de Biden en Centroamérica, tiene que ver con la forma de relacionamiento entre Estados Unidos y Centroamérica. Biden deberá sustituir esa diplomacia bipolar que ha transitado entre la amenaza y la complicidad del «te dejo hacer, si me dejas hacer», por una basada en el respeto, que fomente la cooperación para la garantía de los derechos humanos, la paz, el desarrollo y la democracia, pilares necesarios para la gobernabilidad de Centroamérica y, consecuentemente, para la seguridad de Estados Unidos.  

A mi juicio, Biden y su equipo tienen clara la tarea en Centroamérica y esas son buenas noticias.

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*Jonathan Menkos Zeissig

@jmenkos

Director ejecutivo del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi). Es especialista en desarrollo con enfoque de derechos humanos y en política fiscal. Estudió Economía en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Forma parte del Icefi desde 2006. Coordinó las áreas de investigación sobre Presupuestos Públicos y Derechos Humanos, y de Coyuntura Económica y Fiscal, hasta 2012, momento en que asumió la dirección ejecutiva. Anteriormente, laboró en los departamentos de Estadísticas y Estudios Económicos del Banco de Guatemala. Ha sido consultor de las divisiones de desarrollo social y desarrollo económico de la CEPAL. Es miembro del Advisory Board for the Commitment to Equity (CEQ) y de la Alianza Latinoamericana de Estudios Críticos sobre el Desarrollo. Es escritor y participa en diferentes medios de comunicación con columnas de opinión.

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