¡Adiós, Lina Pohl!, ¡Hola, Fernando López!

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Opinión por Carolina Amaya*

Algunos recordaremos a Lina Pohl porque la arrastró una ola en el muelle del Puerto de La Libertad, mientras intentaba alertar sobre el fuerte oleaje. Otros, de cuando la escuchamos hablar en eventos y discursos oficiales sobre su exesposo. Muchos más por la mala gestión de Áreas Naturales Protegidas (ANP)… Como sea, Lina Pohl finalizó diez años trabajando en el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), cinco de esos como su titular.  

Durante el último quinquenio, Lina disfrazó con sus “ocurrencias” el desastre ambiental que dejó el FMLN. Estamos hablando de la socióloga que trató de “llevar la naturaleza a la gente”, pero se olvidó de protegerla de la gente.

El MARN, que lideró Lina, quitó el co-manejo de áreas protegidas a las organizaciones no gubernamentales que las resguardaban. Redujo las plazas de guardabosques y dejó las puertas abiertas para que personas usurparan terrenos valiosos para la conservación, como sucedió este año en El Chino, Ahuachapán.

El rostro de Lina fue muy popular en los medios de comunicación, en donde salió liberando fauna silvestre. Pocos saben que desde 2015 ha incumplido el acuerdo con el Ministerio de Cultura para que sea el personal del Parque Zoológico Nacional el que evalúe y atienda a toda la fauna recuperada del tráfico ilegal, animales provenientes de incendios o del maltrato humano.

Lina y su ministerio acapararon el manejo de la vida silvestre del país con poco personal y una pequeña clínica veterinaria. Esa mala gestión terminó en el incumplimiento de los protocolos internos del MARN para la consignación de especies, como sucedió en la denuncia hecha a la Corte de Cuentas en la que se acusa a la exdirectora general de Ecosistemas y Vida Silvestre, Silvia Margarita Hernández de Larios, de tener tres tigrillos (especie en peligro de extinción) en su casa.

Pero no solo se trata de animalitos, la ahora exministra, mantuvo acéfala la gerencia de vida silvestre durante un año y nueve meses en los últimos cinco años. Esa plaza tiene un salario asignado de $2,500 y cuyos fondos van a dar a una especie de caja chica de la que la ministra disponía para cualquier imprevisto.

En su último mes de gestión, Lina y el ministro de Agricultura y Ganadería, Orestes Ortez, fueron demandados por la Mesa de Cambio Climático de El Salvador, por negligencia e incumplimiento de labores en relación a la protección, conservación y manejo racional del agua.

La exministra, a pesar de que El Salvador tienen una vasta legislación ambiental, se escudó en la falta de una ley de agua para regular el recurso. El MARN se quedó solo con la formulación de planes para la recuperación de ríos urbanos.

A Lina no solo le faltó un carácter más serio frente a los medios y a la población. A Lina le faltó determinación y ser menos permisiva con las grandes empresas contaminadoras. Durante toda su gestión se mantuvo amenazando con decir los nombres de las empresas que más contaminan el río Acelhuate.

En el último día como ministra, durante una entrevista televisiva, dijo orgullosa que Bocadeli instaló recientemente su planta de tratamiento de aguas. La empresa tiene 23 años de funcionar.

Estamos claros que el carácter del ministerio no debe ser 100 % punitivo, pero pasar cinco años amenazando con decir nombres de empresas contaminadoras sin tomar acciones legales para controlar a los empresarios es más que indignante.

El sábado 1 de junio inició una nueva era para el país y para instituciones como el MARN. Con la llegada del nuevo ministro, Fernando Andrés López Larreynaga, surgen nuevas preocupaciones pues poco se sabe de su labor en área ambiental.

El arquitecto López Larreynaga es el secretario de municipalismo de Nuevas Ideas y fungió como gerente de catastro de la Alcaldía de San Salvador, en la gestión de Nayib Bukele.

Los retos para el nuevo ministro serán: conseguir un mejor presupuesto para ese ministerio, que actualmente es de 11 millones; lograr que el medio ambiente, al igual que el tema de seguridad, sea un eje transversal del Gobierno y que sean más ministerios los que se ocupen de resolver los problemas ambientales del país.

López Larreynaga tiene que demostrar que no está puesto solo para dar permisos de construcción arbitrarios, y que promoverá el ordenamiento y desarrollo territorial.

Que será el ministro que impulse políticas y acciones reales contra el cambio climático; el funcionario que mejorará el sistema hídrico, empezando con un acuerdo vinculante con Honduras y Guatemala para revertir los problemas del río Lempa, entre otros acuíferos trinacionales.

El ministro deberá considerar la fragilidad de los ecosistemas del corredor seco y la zona costera, antes de desarrollar megaproyectos como el tren del pacífico.

El ministro tiene que limpiar la institución de esos técnicos que han obstaculizado por años la investigación científica; trabajar por la gestión de desechos; restauración de paisajes; fortalecer el sistema nacional de áreas naturales protegidas y velar por la diezmada biodiversidad.

Sin duda, el panorama está complicado. Aún así, le deseamos éxitos al nuevo ministro.


Carolina Amaya es una periodista multimedia que colabora con GatoEncerrado en la sección de periodismo de investigación ambiental.

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