El espíritu de Chiapas: Tierra de ámbar y  jaguar

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Por Tania Primavera/@TaniaPreza

Era temprano, había nubes que traspasaban los rayos de luz. La tierra del ámbar y el jaguar. Silencio. Los zapatistas están mas metidos entre las selvas, pero soñaba con estar en un “caracol”. Comienzo con palabras que salen de la memoria, sitio lleno de fragancias.Voy llegando a esta parte le llaman “La ventana del golfo”donde entra el aire a San Cristóbal de las Casasy sus alrededores, entre bosques que hablan.

Chiapas es inmenso, uno de los verdes más extensos al sur de México, región donde hablan 14 lenguas diferentes, la mayoría de origen maya. Una de las más importantes es el tzotzil. Un día conocí.  La ciudad del Estado de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, ahí vi por vez primera a un ave quetzal cautivo en el zoológico, a un jaguar negro, a un jaguar amarillo, de lejos  se ve desde la urbe el Cañón del Sumidero,  una de las siete nuevas maravillas del mundo. Pero tomo otro rumbo: los pueblos de Los Altos de Chiapas.En Zinacantán se visten de una forma, y en San Juan Chamula de otra “aquí no hay mestizos, aquí están las razas puras” me dijo un señor.

La iglesia de Zinacantán, en su fachada tiene un año: 1925. Adentro, muchas flores. Dentro del altar, el padre habla en tzotzil, los santos visten de los colores y muchos con tejidos. Es un altar fuera de serie, pues no acostumbro ver altares así. No puedo tomar fotos. Salgo, espero en el atrio, las gentes observan. Vengo de la casa de Petrona, solo pude comprar dos huipiles, la tradición es que me vistan de “novia”, con su traje. Tuve que hacerlo, me lo pidieron.

Las mujeres casadas visten de una forma, las solteras de otra. Ahí comí las tortillas mas ricas del mundo, al menos así las sentía en ese momento, después de visitar la casita de tierra, donde trabajaban esas mujeres de la familia, solo en el telar de cintura, donde hacían sus tejidos. Sus códices dentro, su cosmovisión, su sensibilidad. En el atrio de la iglesia eran los castigos,  son populares y la gente lleva la justicia o al “ajusticiado”, lo llevan con “El Patrón” que usa el cotón de lana. Si es un ladrón lo juzgan, lo amarran, y después lo llevan a “la periquera”, una jaula. Lo dejan unos cinco días. La escuela es bilingüe: español-tzotzil.

Recordé a Humano que me dijo, “tratá de ir al pueblo donde están Los Chamulas”. En San Juan Chamula, las mujeres usan la falda negra de lana. Los hombres su cotón de algodón y lana negra y sombrero de ala ancha con  coloridos listones.  Hace frío. Muchas frutas. Niñas al verme entrar al pueblo, corren a mi, colocan en la muñeca de mi mano una pulsera tejida por ellas, que aún uso.  Me perdí en el pueblo, entre los caminos. Pero ahora continúo, me alejo del centro, retrocedo, sigo caminando, entre las laderas, casitas de pino con macetas llenas de flores, el paisaje me invita y descanso brevemente bajo la sombra del pino. Recorro, llego a la plaza central. Pago los pesos que hay que pagar, no hay que tomar fotos, se prohíbe.

Entro a la iglesia central. Mencionan a Yajvalel Vinajel. No hay bancas, está vacío, es un salón grande lleno con rituales y gente hablando en su lengua, son de ahí y otras personas llegan de lejos.Veo un rito que hace un hombre con un gallo, un grupo entona sus cantos, entran y salen. Ponen sus ofrendas en el suelo. El aroma me transforma y casi levito. Sigo caminando con los ojos bien abiertos. No puedo tomar fotos, recorro en silencio, observo. Los santos están puestos alrededor del salón principal de la iglesia, San Juan Bautista, San Mateo, San Juan Menor, Jesús de Nazaret. En la cúpula, hay pinturas de jaguar, un toro, un águila, un león y una paloma blanca, un crucifijo, estrellas al centro. Me piden una limosna para el Señor San Juan Bautista. El aroma del pino es penetrante, las velas por todos lados, en los rituales miniaturas, en las manos de las ancianas, en los versos de los poetas. Espíritu de Chiapas, tierra de ámbar y jaguar. Escribo caminando. Alguien me cierra la libreta moleskine, “no puede ni siquiera escribir lo que siente, -Por favor no escriba-”…

Cuando la noche acompaña mis sueños, viertes tu misterio entre mis dedos,me abrigas con hilos que tejen historiasy bordan palabras en telares de cintura.Arropados con hebras de tu sapiencia, despiertan mis pensamientos,y tejida con los hilos de vida, me dejas la semilla en la memoria.

K’alal sjukinbon jwayich te ajk’ubale, ya amal koel te bintik ma nabil stojol ta sbik’tal jk’ab, ya amukon jilel sok naetik te sjal sk’axel kuxlejalil, sok sluch k’opetik as te’el jalabil. Mukul ta sit snaul ap’ijilal, stijbon jajch’el te jnopjibal, jalbil sok te snaul kuxlejal, jich awijk’teybon te ts’unubil ta jna’jelal.

 Del  poema en tzotzil  de Adriana López, joven poeta indígena de Chiapas. Del libro ¿Quién habita esta  montaña? 2013. Biblioteca mínima mexicana.


Tania Preza2Tania Primavera Preza: Integrante del Consejo Editor de la Revista Trasmallo. Ha participado en jornadas lúdicas con jóvenes utilizando el “Juego Los Izalcos” sobre cultura ancestral indígena, la edición de exposiciones museográficas, producción de cápsulas radiales, publicaciones y talleres con jóvenes sobre derechos humanos y memoria histórica. Actualmente es responsable del Área de Comunicaciones del Museo de la Palabra y la Imagen, y conduce junto a un equipo del MUPI la  Red de Jóvenes en Defensa de los Derechos Humanos.  Desde abril de 2015 es bloguera del espacio “Gotas de Néctar en Revista Gato Encerrado.

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