Indígena o indigenista en Cuscatlán

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Fotografía: Niña en Pushtan, Nahuzalco. Por Tania Primavera.

Por Tania Primavera

La hora del crepúsculo, entre los caminos de los cantones de los pueblos. Había regresado, eran aún silenciosos, eran aún más seguros. Buscaba las memorias. Buscaba y un chucho blanco se atravesó. Aparecían a lo lejos las lucecitas de las chozas. Entre la vegetación. El barro es el que habla. Al caminar puedo ver pedazos de lozas. No pertenezco y pertenezco. Es todo mío. Nadie lo arrebata. Solo al fuego. Al bálsamo. Quizás siga invisible buscando entre los bosques de la cordillera del Bálsamo. Busco sin buscar.

La cultura del silencio. La cultura del olvido.

Abro un libro, dame una señal, la señal justamente es Cara Sucia, eso leo. Camino por esa Cara Sucia, bajo sus entrañas aún sigue oculta la historia testigo. Como todas las historias, muchas quedan. Nadie más las conoce. O dispersas en el polen del viento. Del tiempo. Entre el olvido, entre ese silencio. Por siglos y siglos se formó con  el sudor, la esclavitud. Después las flores  blancas del cafetal como vestido de nieve. Entre sus veredas, caminantes con canastos. Mujeres trenzadas, como yo. Toman el grano fruto. Mientras en un café de Viena degustan de ese mismo café, es el siglo XIX.  Un Canasto lleno del rojo néctar cafeto. Todo por un café. En  cada taza hay mas que café.

No hablo náhuat. Pero me habla a mi. Está en mi. En las palabras. Hasta en un amigo poesía y ave nocturna que aprendió.

Y dijiste que estaba en Él. En su memoria, que representaba en alguna manera su presencia. Rostro desconocido que encontró en los aires, del Internet. Pero vengo de atrás. Desde un sonido. Acompaño ese lado oscuro. “El Bien contra el Mal: El Bien es consciente y voluntario dentro del Mal, mientras que el Mal es inconsciente e instintivo dentro del Bien..(Salarrué/Conjeturas en la Penumbra)”.

El mal y el bien, es dependiendo de quien lo vea. Desde dónde lo vea. ¿A caso Hernández Martínez, no creía que estaba en El Bien?

¿A caso Feliciano Ama no creía que estaba en el Bien? ¿Julia Mojica? ¿Francisco Sánchez…y Farabundo Martí?

El Bien como la Belleza, están y son del lado de ojo de quien ve. Hay nuevas luces en  los archivos, que hay que buscar, de los que no escuché en mi infancia, ni en la escuela, cuando subía las veredas regresando del ojo de agua.

Pero no soy indígena. Y tengo sangre indígena. Abro las puertas y ventanas. Ahora a la incomprensión ¿Indígena o indigenista?

No sé si aún puedo entrar a alguna. Quizás en ninguna. Mi abuela, sangre morena, y la otra sangre blanca.

Ellos no se fijaron en “vos sos vos no”. Empezó la lucha, la meditación en el problema, en la búsqueda de una mejora común, los que no quisieron se quedaron aparte, también esos pusieron “el dedo”. Camino que terminó en rebelión. Silenciando a esos abuelos y abuelas. Su mas grande arma, la palabra, su lengua, su náhuat.

1932, 1932, 1932

La tierra de sus cerros es alimentada de su cuerpo, nutre los ríos, lleva agua a Atecozol. A Pushtan.  A las manos de la niña que la toma en sus palmas a su boca, agua fresca. Lugar como esos, únicos del mundo, lugar de cientos y cientos de ojos de agua.

Quizás ni indi, ni gena, ni genista, solo humana, del tiempo. Ni idea. Primavera invisible. Que quiero estar. Solo sentir el fuego sagrado una vez más, atizarlo cercana, mirando sus formas, hablándome siempre, el fuego que me lleva al agua. Entre azules, rojos y fuegos. Entre señales que es el tiempo, de que hablen los teponahuastes. Para Ser. Camino junto a la chucha negra.


 

tania

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