Editorial*
El Salvador es hoy, el país más violento del hemisferio, es más, medios estadounidenses lo llaman “La capital mundial de los asesinatos”. Suena dantesco para un país que a penas mide poco más de 20 mil kilómetros cuadrados. Es el país en el que si por valentía, necesidad o ignorancia te atraviesas de una acera a otra dentro de una colonia, puedes caer masacrado por haber llegado a tierra enemiga, si vienes del otro lado de la acera donde domina la pandilla contraria. Sí, acá murieron promedio de 6, 500 personas en 2015 a manos de la criminalidad.
Pero no se pretende en este escrito decir más de lo que todos sabemos. Eso se sabe, se respira, se vive. Lo que hace escribir estas líneas, es expresar el asco y las ganas de vomitar que causa saber que en este “El Salvador Impresionante”, cualquier hijo de vecina (como decimos acá) puede montar un sitio Web o crear una página en redes sociales en donde se haga llamar asimismo “periodista” y en donde alucine “informar” a la población sin que nadie lo controle, porque si se controla, salen los defensores de la democracia a tildarlo de censura.
Basta con que teclees en cualquier buscador de imágenes de Internet la palabra “El Salvador” para saber que el 70 % de las imágenes corresponden a pandillas, muertos, homicidios, líneas amarillas policiales y sangre. Esas imágenes seguramente, fueron tomadas por medios de comunicación digitales salvadoreños, o por uno que otro corresponsal de Agencia de Noticia que viene tres días a escribir una historia de muertos, toma su vuelo, y se va para hacerse famoso tras publicarla.
Causa tal impotencia saber que los programas de estudios superiores de las universidades que imparten periodismo o comunicaciones en El Salvador, tenga temas como “La ética periodística”, “La deontología del periodismo”, “valores éticos en los medios de comunicación”, etcétera, pero cuando los futuros periodistas salen a los medios de comunicación reales, se topan con que deben hacer notas sobre “El Top 10 de las modelos sin ropa más buenas”, “Filtran imágenes de pandilleros asesinados”, “Así quedaron destazados estos criminales”, “10 consejos para conseguir un buen orgasmo”, etcétera. ¿Porqué? porque la sangre y el semen venden.
¿Se ha preguntado cómo funciona el negocio de los medios de comunicación digitales comerciales? simple, deben generar un altísimo número de visitantes por día, por hora, por segundo, y presentarlo a empresas y agencias de publicidad para que estas sepan que a tal y tal medio lo ven tantísima cantidad de personas, y por ende su marca también será vista. De eso se jactan medios que presumen ser los más vistos, pero carentes de periodismo de calidad.
¿Venden las noticias de derechos humanos, medio ambiente o periodismo de calidad? No, y no es culpa tanto del medio o de los periodistas, sino de la misma sociedad que tenemos acá, en el cálido y “caliente” (peligroso) corazón de América. Somos morbosos, o nos enseñaron a serlo. Ves que ha muerto alguien en la calle, y no somos de los que pasan de largo, somos los que nos detenemos a ver cómo quedó. La sangre es el imán más atractivo en los temas de sala de redacción de medios nacionales (y aveces quizás de este).
Cuando uno de tus amigos anda en un celular la foto de la modelo más sensual del continente en poca ropa, se hace rueda al rededor del celular para verla, se comparte en redes, porque como bien dijo el sabio Salomón “el ojo humanos nunca se cansa de ver”.
Se ha llegado al colmo de vender Juegos inflables en la foto de un cadáver. Nos ganó la ambición y escogimos el amarillismo.
Y no es que estemos en contra de la libertad de prensa, pero ¿prensa? Prensa de calidad, con ética, con respeto a los lectores, porque pareciera que ejemplos como los anteriores, insultan la inteligencia de una población que no pide que se oculte lo malo, sino que se sepa comunicar.
A manera de apología del buen periodismo, ese que la ambición al dinero y la adicción a los likes derrumbaron en el país más violento, solo nos resta decir lo que dijo el gran maestro de periodismo en Latinoamérica, Gabriel García Márquez: “La mejor noticia no es siempre la que se da primero, sino muchas veces la que se da mejor”.
Es necesaria una revisión de los medios en El Salvador, censurar lo que se deba censurar. El artículo 6 de la Constitución dice que: “Toda persona puede expresar y difundir libremente sus pensamientos siempre que no subvierta el orden público, ni lesione la moral, el honor, ni la vida privada de los demás. El ejercicio de este derecho no estará sujeto a previo examen, censura ni caución; pero los que haciendo uso de él infrinjan las leyes, responderán por el delito que cometan” ¿A caso ejemplos como los anteriores y otros más, no lesionan la moral del pueblo salvadoreño y su honor?
Quizás solo por el titular y las fotos, este editorial sea el más visto de este medio en el mes. A la hora de ver noticias, darle likes y compartir, sea más crítico. El país se lo agradecerá.
