Las 13,305 trabajadoras sexuales sin ley que garantice sus derechos

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Foto referencia/Internet

En El Salvador hay 13,305 mujeres ejerciendo el trabajo sexual, aproximadamente. Organizaciones de trabajadoras sexuales pretenden presentar una iniciativa de ley a la Asamblea Legislativa para crear políticas para que este sector laboral sea reconocido y se defiendan sus derechos, sobre todo porque en los dos últimos años han sido asesinadas cinco trabajadoras sexuales .


Por Marvin Díaz

María* no tiene prejuicios para decir a qué se dedica. De hecho, cuando habla sobre lo que hace sonríe y se acepta a sí misma diciendo “me siento orgullosa del trabajo sexual”. María sabe que su trabajo no es bien visto por la sociedad, pero ella lo acepta porque al final es su trabajo y de eso se sostiene económicamente y a su familia.

María era una joven de 18 años cuando comenzó a introducirse en el mundo del trabajo sexual. Antes de eso quedó huérfana de padre y madre y con la responsabilidad de buscar comida para sus hermanos menores, pagar el alquiler de la casa y cancelar los recibos de los servicios básicos.

“A mis 18 años inicie el trabajo sexual”, dice y agrega que todo comenzó entre sarténes grasientos, ollas mohosas y el olor de exquisitos platillos elaborados en un nigth club llamado “El Tío Sam”, ubicado en el departamento de La Unión, cerca de un puerto en donde las aguas del pacifico bañan las costas salvadoreñas.

“Yo como cocinera ganaba $7.00”, dice. Ese pago, recibido cada cierto tiempo, tenía que administrarlo para suplir el mar de necesidades que tenía junto a sus hermanos. No había otra forma de conseguir dinero. Excepto, quizá, si hacía lo que las chicas de traje escotado hacían.

Con sexto grado de escolaridad, la falta de empleo y la inexperiencia laboral, la única opción que María consideró para ganar mucho más dinero era unirse a las chicas escotadas y de minifalda del club . “Yo veía que a ellas les daban un monto de dinero”, dice María.

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María es una de las 13,305 mujeres que ejercen el trabajo sexual en El Salvador, según el documento “Situación de los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivo 2009-2014”, realizado por la Coalición Salvadoreña rumbo a Cairo+20. Ese número, incluso, podría variar a raíz de las condiciones económicas del país, donde muchas más mujeres podrían engrosan la cifra.

Dentro de los registros del Movimiento de Mujeres Orquídeas del Mar, en el año 2015 fueron asesinadas dos trabajadoras sexuales; mientras tanto en el año 2014 se contabilizaron a tres mujeres.

Flor de Piedra, organización por la reivindicación de los derechos de las trabajadoras del sexo, trabajan en zonas como Santa Tecla, Santa Ana y Cara Sucia. “La organización Flor de Piedra acobija a unas mil trabajadoras sexuales” aseguró, Silvia Vidal, del equipo de trabajo de Flor de Piedra.

En San Salvador, específicamente en la zona conocida como “la Avenida”, según datos del Movimiento de Mujeres Orquídeas del Mar, hay exactamente 500 mujeres que ofrecen sus servicios sexuales.

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María, motivada por el dinero que podría ganar, insistió a la dueña del club para que la dejara unirse a las chicas. “Después de convencerla, me dejó trabajar solo con clientes exclusivos”, dice. Así fue como la joven experimentó un cambio radical en su condición económica.

“Al puerto llegaban barcos, así también gente de otros países, había mucho trabajo. Yo ganaba alrededor de $17 dólares por rato, en una noche me hacía de ocho a diez ratos, ganaba de $136 a $170”, detalla María.

El club, con el paso del tiempo se fue convirtiendo en una prisión para María. La exigencia de la dueña comenzó a desesperar a María. “Cuando estaba trabajando no podía irme a dormir a la hora que yo quería, sino que tenía que esperar que se fuera hasta el último cliente”, recuerda.

La idea de nuevos horizontes venía una y otra vez a la mente de María, pensamientos que eran ocasionados por el encierro y esclavitud. “Nunca me gusto el encierro, lo sentía desagradable”, lamenta. Insatisfecha, necesitaba un cambio, no de trabajo, sino de un lugar diferente. Fue entonces cuando escuchó de “la tierra prometida” para las trabajadoras sexuales: las calles del gran San Salvador.

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La Red de Organizaciones de Trabajadoras Sexuales de El Salvador (REDORTRASES) ha solicitado al Estado salvadoreño legalizar el trabajo sexual a través de una ley especial y desarrollar políticas públicas de seguridad social por vejez, invalidez o muerte.

Ana Cristina Barahona Campos, coordinadora de mujeres de trabajadoras del sexo, asegura que los gobiernos “han negado e invisibilizado el trabajo sexual” y esto desemboca en un atropello a los derechos humanos de las mujeres que practican en este oficio.

El 10 de Septiembre de 2015, diversas organizaciones aglutinadas en REDORTRASES presentaron una pieza de correspondencia ante la Asamblea Legislativa para iniciar un  proceso de reconocimiento de este sector laboral. La pieza no fue recibida por ningún diputado.

“Se buscó a los diputados para apoyar la pieza de correspondencia, pero ninguno la recibió”, afirma Campos y agrega que REDORTRASES trabaja nuevamente en dos propuestas de iniciativa de ley para presentarlas en el seno legislativo.

, diputado del FMLN, considera que las iniciativas de ley para reconocer el trabajo sexual como un sector laboral están sujetas a diversas condiciones.

“La iniciativa se tiene que estudiar con base a varias cosas, primero sobre la Constitución, convenios internacionales y leyes secundarias. Hasta hoy en día no existe ninguna iniciativa que respalde a este sector”, explica el parlamentario.

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Una habitación pequeña, donde a duras penas había espacio para una cama, era la única herramienta de trabajo para que María iniciara desde cero en San Salvador. El cubículo de cuatro paredes ubicado en una zona conocida como “La Avenida”.

“Cuando me vine a la zona de La Avenida fue todo diferente, ya no cobraba los 17 dólares sino que era menos, el trabajo fue muy diferente porque aquí era un poco más rápido, el dinero se mueve rápido”, menciona.

Con una precisión excelente, María tiene calculado los minutos de satisfacción sexual que sus clientes reciben. “Un cliente se tarda de unos 10 a 15 minutos”, revela a GatoEncerrado. Sus clientes ya no son tan exclusivos, ahora ella tiene que prestar sus servicios a la “clase obrera” y raras veces a algunos “exclusivos”, como empleados del gobierno.

Adaptación, fue la única alternativa que tenía María. “Cuando me vine para San Salvador me costó adaptarme, ya que allá estaba acostumbrada a ganar mucho más de lo que gano aquí”. Al final no era como se lo aseguraron, “una tierra prometida”. Añade, como su propia frases personal, “ganar menos dinero fue el costo de mi libertad, me fui adaptando al ambiente fluido”. 

Adaptarse incluyó exponerse a ser heridas de bala y otras agresiones. “Me balearon en el trabajo sexual, me han agredido en golpes, he visto morir a compañeras; algunas asesinadas y otras morir de VIH”. También está la otra faceta del oficio: “el trabajo me ha hecho ser una mujer fuerte, una mujer luchona todo para adelante y nada para atrás”.

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Según el Artículo 32 de la Ordenanza para la Convivencia Ciudadana del Municipio de San Salvador dice textualmente: “Ofrecimiento de servicios sexuales y hostigamiento sexual en espacio público. Ofrecer servicios de carácter sexual en lugares públicos o solicitar servicios sexuales de manera notoria o con escándalo que perturbe el orden público; y que aún estando en lugares privados, lesione la moral y las buenas costumbres, ofenda el pudor con desnudeces o por medio de palabras obscenas, gestos, actitudes o exhibiciones indecorosas, realice tocamientos impúdicos o asediare impertinente”

La actual administración municipal de San Salvador no considera legales los lugares en donde dan servicios sexuales, sino que solamente hay regulación para negocios como bares y restaurantes, club, barra show; algunos de estos lugares funcionan como centros de prostíbulos.

Silvia Vidal, de Flor de Piedra, confirma que hay lugares menos insospechados en donde brindan servicios sexuales. “A veces encontramos trabajadoras sexuales en los lugares  como salas de bellezas, pero no en todas, algunas están disfrazadas como salas de bellezas y son centro de ventas de servicios sexuales”, asegura Vidal.

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Hoy, a sus 39 años de edad, María es parte del Movimiento de Mujeres Orquídeas del Mar, organización perteneciente a la “RedTransex de Latinoamérica del Caribe”. Desde esa trinchera, María trabaja con mujeres trabajadoras del sexo de la ciudad de Santa Ana. “Yo trabajo con compañeras que están siendo acosadas por los señores de Agente Metropolitano (CAM)”, dice y añade que “es bien ilógico que en nuestros país lo estén acosando a una por trabajar, porque el trabajo sexual es un trabajo como el periodista, la doctora y la enfermera; a la hora que tú pagas tus impuesto no te pregunta de dónde vienen el dinero”, dice.

María, tiene un año y medio de haberse retirado del trabajo sexual, aunque confiesa que no del todo, ella es madre de tres hijas, de las cuales las dos mayores están en su nivel intermedio de educación. “Con mi trabajo le he dado comida, vivienda, vestuario, educación, todo a mis tres hijas”, expone.

Con la mitad de sus años dedicados a la profesión más antigua de todos los tiempos, María tiene grandes sueños y metas. “Mis sueños personales es ver a mis hijas profesionales, ver a mi organización que crezca más, ver que sean más las trabajadoras sexuales luchando, que hayamos llegado a acuerdos con el gobierno, que nos aprueben la ley de trabajadoras sexuales”, afirma.

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