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Los guardianes de río Sapo

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En el área natural del norte de Morazán hay tres iniciativas ciudadanas que buscan proteger la fauna y flora del lugar. Río Sapo no forma parte del sistema nacional de áreas naturales protegidas. En la zona hay tala indiscriminada, desarrollo turístico sin control, caza ilegal, entre otros problemas. En la zona también hay excazadores que cambiaron su hábito por el de proteger la naturaleza.


Por Carolina Amaya

El área natural río Sapo, ubicada al norte de Morazán, fue de los principales escenarios del conflicto armado en El Salvador, durante la década de 1980. Habitantes y biólogos dicen que parte del bosque y el río se mantienen saludables gracias a los rumores de que aún hay explosivos activos dispersos en el área.

Los biólogos también dicen que la tala indiscriminada, la caza ilegal y el desenfrenado crecimiento turístico está afectando los territorios, en donde se mueven especies en peligro de extinción como el rey zope (Sarcoramphus papa), el oso hormiguero (Tamadua mexicana), el cuche de monte (Tayasu tajacu), el tigrillo (Leopardus wieddi) y el puma (Puma concolor).

Con el afán de proteger el área han surgido tres iniciativas ciudadanas. La primera es el programa de “Ciencia ciudadana”, impulsada por la Fundación Naturaleza El Salvador, Territorios Vivos y la iniciativa ciudadana Salvemos Río Sapo.

Con este programa, los biólogos quieren llevar tecnología a los habitantes del área y así estudiar la fauna local. Entre los voluntarios hay personas que se han dedicado por años a la cacería y hoy se han transformado en protectores del bosque. 

Erwin Chicas, de 32 años, es uno de esos habitantes, del municipio de Joateca, que cambió su hábito de la caza para ser parte del programa.

“Antes era ver un animal, matarlo… Con el tiempo uno conoce amigos que un poquito le van metiendo a uno de concientización”, explicó el excazador a GatoEncerrado.

Desde hace un año, Erwin recorre el área poniendo cámaras-trampa, unos dispositivos con los que graban video y toman fotos de los animales en río Sapo.

“Se siente muy bien uno de pasar de ser cazador a proteger lo poquito que hay en el área”, agregó Chicas.

Erwin Chicas, de Joateca, cambió el hábito de la caza y ahora es protector del bosque. Foto/Carolina Amaya.

Francisco Álvarez, de la Fundación Naturaleza El Salvador, es uno de los biólogos que trabaja directamente con las comunidades. Su experiencia en la zona le ha permitido afirmar que algunos de los pobladores se han convertido en investigadores locales.

“Gracias a este esfuerzo, ahora tenemos ojos en nuestros bosques y nuestros investigadores son los pobladores locales”, dijo Álvarez.

Melissa Rodríguez, bióloga de la asociación Territorios Vivos, considera que los mejores guardabosques son los excazadores.

“Estos pobladores son gente que tiene el ojo con una fineza diferente a alguien que era agricultor”, añadió Rodríguez.

En el último año, también surgió una nueva iniciativa ciudadana llamada “Salvemos Río Sapo”. Juan Pablo Domínguez, biólogo con 25 años de experiencia en manejo de áreas naturales protegidas, es el líder de este proyecto que busca principalmente la protección y restauración del área, a través de un “Fondo para la Conservación y Restauración de Tierras”, también conocido como Land Trust Fund.

Con el permiso de los propietarios privados, Domínguez recorre el área con dispositivos GPS en mano para obtener datos espaciales de los terrenos. También utiliza un drone para sacar fotos y videos del estado actual del área.

Con ánimo, Domínguez contó a GatoEncerrado cómo se enamoró de río Sapo a finales de los años 90.

“Hacíamos inventarios de las mesetas de roca que había en la zona del Bailadero del Diablo (Perquín). Había Líquenes, musgos y bromelias que formaban pequeñas islas. En esas charcas hallábamos tortugas, serpientes. Encontramos, por primera vez, al garrobo espinoso (Ctenosaura flavidorsalis), que es considerado en peligro de extinción a nivel mundial”, recordó el biólogo. 

Juan Pablo Domínguez, biólogo que lidera la iniciativa Salvemos Río Sapo, utiliza drone para registrar el estado actual del área. Foto/Carolina Amaya.

Los biólogos coinciden en que lastimosamente todos esos ecosistemas se han perdido debido al desarrollo turístico. En la actualidad, en la zona hay megaproyectos, automoteles y una amplia variedad de hostales y restaurantes.

Para evitar una mayor intervención humana en el área natural es que nace S.O.S Río Sapo. Con el fondo, la iniciativa espera comprar terrenos para su conservación o convencer a cerca de 600 dueños para que se unan al proyecto.

En algunas localidades de Morazán, las comunidades se han organizado para proteger sus recursos naturales. Un ejemplo de eso es el comité de medioambiente del caserío Las Pilas, cantón Tierra Colorada, en el municipio de Arambala. 

Ahí don José Argueta hace rondas por el bosque para advertir a los turistas que no dejen basura, evitar incendios, tala o caza.

“A mi me preguntan ¿quién me faculta? Me faculta Protección Civil”, dice con toda propiedad Argueta. 

José Argueta lidera el comité de medioambiente del caserío Las Pilas, conformado por 12 jóvenes voluntarios. Foto/Carolina Amaya.

La realidad es que estos comités actúan sin el apoyo de cualquier entidad del gobierno central o de las mismas alcaldías. La mayoría de voluntarios hacen el esfuerzo por conservar sus recursos naturales, sobre todo por las altas cantidades de turistas que llegan a las cascadas.

Don José lidera a un grupo de 12 jóvenes. “Me ayudan. Incluso les he prometido una comidita porque me anduvieron ayudando en todo el verano. Voy a ver si voy a la alcaldía a buscar recursos”, contó Argueta.

Este año, el comité controló un incendio forestal que se registró en la zona. 


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