Así (sobre)viven los salvadoreños que no tienen agua

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La discusión para la aprobación de una ley general de aguas, que garantizaría agua de calidad para todos, sigue estancada en la Asamblea Legislativa tras casi una década. Mientras tanto, miles y miles de salvadoreños que históricamente no han tenido acceso al agua siguen caminando largas horas para abastecerse de vertientes que cada verano amenazan con desaparecer, y le continúan dando agua contaminada a sus niños.


 Por Ezequiel Barrera

(27 de octubre, 2014) – ¿Se imagina cómo se vive en una casa donde nunca cae agua? Es más, ¿se imagina una vida donde los chorros y grifos no son parte del inventario de la casa? En La Libertad, las familias de Comasagua, Tamanique, Jicalapa y Chiltiupán, así como en muchos otros municipios de El Salvador, no se imaginan esa situación, la (sobre)viven. Como es el caso de Estela.

—El que tiene dinero y el que tiene de todo, no se toca el corazón. Ojalá dijeran: “allá en las comunidades no tienen este vital líquido, vamos a entrarle con todo y aprobar esta ley”. Pero no, ellos piensan en nosotros solo cuando necesitan nuestro voto— lamenta Estela Domínguez con voz firme, que refleja lo que realmente es: una mujer empoderada y decidida a librar todas las luchas sociales en favor de los demás.

Estela Domínguez es una lideresa, aunque ella no lo acepte y se considere a sí misma como una representante de mujeres, nada más. La verdad es que a ella no le interesa el protagonismo mediático, solo ayudar a resolver los principales problemas de las comunidades, como el de tener algún día acceso al agua potable. Coordina cinco comunidades en Comasagua, es parte de la directiva de las Mujeres Comasaguenses (MC) en donde trabajan con 28 comités de mujeres y hacen un trabajo infinito, desde educar para alimentar correctamente a las familias y evitar enfermedades por el uso de tanto condimento, hasta empoderar a las mujeres para erradicar todo tipo de violencia en su contra. Y todo esto lo hace de manera voluntaria, no recibe ni un tan solo dólar por el arduo trabajo comunitario que realiza.

—Estoy convencida que el problema de violencia y delincuencia en el país nace en el hogar. Por eso también trabajamos para que en los hogares no haya violencia intrafamiliar, a eso hay que añadirle que también trabajamos de la mano con onengés para recibir talleres de educación sexual y que ya no nos reproduzcamos demasiado, lo mismo con ACUA (Asociación Comunitaria Unida por el Agua y la Agricultura) que nos ha ayudado y dado talleres— dice.

Mientras Estela nos platica todo lo que hace, nos muestra inconscientemente su lado maternal y de abuela. Tiene un nieto muy apegado, cuatro hijas y un hijo. Un esposo, que también tiene un sentido comunitario agudo al desempeñarse como promotor de salud. Una tiendita, que atiende mientras conversa con nosotros y donde las charamuscas se venden como pan caliente. Y por si eso fuera poco, al mismo tiempo, nos revela su amor por los animales tirándoles comida a las gallinas que cacarean sin parar, a una perrita que parece Bichón Maltés, un gatito de ojos azules y un perico que no deja de hacer sonidos graciosos. Encima, su preocupación por el medio ambiente se activa cuando a lo lejos se oye una motosierra y exclama:

—Aunque uno quisiera decirles que no corten más árboles, no le hacen caso. Eso también daña el medio ambiente, necesitamos los árboles.

Estela es tímida para las fotos, de hecho prefiere pasar inadvertida ante las cámaras de un fotoperiodista, pero por otro lado es valiente para denunciar y exigir a los diputados la pronta aprobación de una ley que garantizaría agua de calidad para todos. Y no es para menos, así como ella muchas salvadoreñas (y salvadoreños) no tienen acceso al agua.

En el invierno se abastecen de agua llovida. Ella por ejemplo pone debajo del techo, y de unos canales de lámina que ha hecho, barriles y todo tipo de recipientes. Y de esa forma llenar un par de contenedores de agua que tiene. Otros están en peor situación, ya que la paupérrima situación económica no les favorece para conseguir un contenedor.

—En el verano es lo duro —suspira— pues no se consigue tan fácilmente agua. Aquí hay un vertiente, a cinco minutos a pie que en verano casi se seca. Y cada año es peor. Nosotros vamos a ese vertiente a traer agua que nos sirve para todo: bañarnos, lavar trastos y beber— explica.

Fuimos a conocer el vertiente, y efectivamente queda exactamente a cinco minutos a pie por unas veredas traicioneras y en bajada. Un paso en falso y segura caída. Caminar con un recipiente lleno de agua por esas veredas es toda una odisea. Al llegar nos encontramos con Katherine, una joven que lavaba una montaña de ropa.

—Cuando el vertiente casi se seca en verano, tenemos que ir a lavar a otro que queda más o menos a treinta minutos caminando, por unas veredas iguales a estas. Lo mismo si tenemos que ir a traer agua, hay que ir hasta ese otro en verano— cuenta Katherine, quien por cierto ha tenido que esperar su turno para lavar porque el agua no alcanza para todas al mismo tiempo.

Estela dice que en la comunidad hay muchos niños y que como no queda de otra, les tienen que dar a beber del agua que consiguen. Solo que eso sí, la ponen a hervir. A veces no los bañan antes de mandarlos a la escuela, porque simplemente no hay suficiente agua. Ya ha ocurrido que las maestras han descubierto que han llegado sin una ducha, y mandan a decir sin consideración a sus padres que por favor los bañen.

Lavar trastos es una actividad más grande de lo que parece en una casa como la de Estela, pues primero hay que asegurarse que se tiene agua, sino hay que ir a buscarla al vertiente. Pero llevar un cántaro y traerlo lleno cuesta arriba batallando contra el camino, muchas veces se convierte en un verdugo que castiga con dolores de espalda.

Actividades tan simples como lavarse los dientes, la cara al amanecer o lavarse las manos antes de comer, cuestan diez veces más en una casa que no tiene acceso al agua. El costo no es precisamente económico, sino también esfuerzo físico que a menudo es frustrado en verano cuando encontrar agua en los vertientes es casi una misión imposible. Por eso en casa de Estela se cuida hasta la última gota de agua.

Estela, su familia y las comunidades que representa han aprendido el insuperable valor del oro azul que es el agua y no la desperdician. Porque saben que cada verano es menos agua la que encuentran. Es por eso también que no logran entender cómo es que ya han pasado casi diez años desde que en la Asamblea Legislativa se discute la ley que obligaría al Estado a garantizar agua para todos.

Exige la ley general de aguas durante marcha en julio/ Foto Foro del Agua

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La escasez de agua para consumo humano en El Salvador es tan solo un problema, a esto hay que añadirle la elevada contaminación que tienen las aguas superficiales y que según datos oficiales solamente el 5% de esa agua puede ser potabilizada, pero es obvio que ese porcentaje no alcanzaría para abastecer de agua a todos. Eso explica, de alguna forma, la urgencia de una ley general de aguas.

Pese a eso, la aprobación de esta ley ha estado entrampada desde hace casi una década en la comisión legislativa de Medio Ambiente y Cambio Climático. Motivo por el cual David Morales, Procurador para los Derechos Humanos, ha lamentado que esta comisión haya prolongado el estudio de la ley diciendo: “Me preocupa que los procesos se hayan prolongado indefinidamente. Nos estamos acercando a una década de debates parlamentarios. ¡No es posible! llamaría a la reflexión a las fracciones y partido políticos que están con dudas”.

Para tener un panorama más amplio del problema que tiene El Salvador respecto al agua y que no todos tienen acceso a ella, platicamos con Carlos Flores de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) y miembro del Foro del Agua de El Salvador.

—¿Cuál es la situación del agua en el país?— le preguntamos.
—El Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) tiene cinco años de estar hablando de un monitoreo de calidad del agua. De los puntos monitoreados, el 95% está contaminado. El 40% tiene calidad mala y pésima. Es decir 40% del agua del país no sirve para nada.

Según Flores, la primera fuente de contaminación son las aguas residuales. Más del 87% de aguas residuales se tiran sin tratamiento a los ríos. De aproximadamente 10 mil 255 kilómetros de ríos en el país, la mayoría están contaminados, especialmente en zonas cercanas a poblaciones.

El uso de agroquímicos se convertiría en una segunda fuente de contaminación. Flores explica que en El Salvador se hace uso indiscriminado de químicos prohibidos en otros países.

—¿Cuál será el argumento para continuar utilizando estos agroquímicos?— preguntamos.
— El argumento es que si se dejan de usar, la agricultura se viene abajo… pero hay sendas experiencias que muestran que se puede trabajar la agricultura sin agroquímicos. Este tema es un mito. Esa es la discusión por la que en la comisión legislativa no se avanza y que los partidos de derecha han sabido manejar para entorpecer el avance de la discusión— comenta.

Otra de las discordias por las que no avanza la discusión de la ley es el perfil que debe tener la autoridad que regulará y gestionará el uso del agua garantizando que sea sostenible en el tiempo. Mientras el Foro del Agua acompañado por el partido FMLN aspira a una autoridad pública integrada por funcionarios, la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) en conjunto con los diputados de derecha aspiran que sea una autónoma, en la que también participen representantes de la empresa privada y de la sociedad civil.

Para Luis Felipe Trigueros, representante de la Cámara Agropecuaria y Agroindustrial de El Salvador (Camagro) en asociación con ANEP, la propuesta de hacer al MARN coordinador de un Consejo Nacional del Agua (CNA) es “algo político que cambiará cada vez que se cambia de gobierno”. Es por eso que Camagro se ha aglutinado a la propuesta de regantes que hizo ANEP en 2013.

Esa propuesta contempla que la autoridad del Agua sea una autónoma, siempre adscrita al MARN. Por tratarse de una autónoma, la autoridad tendría una Junta Directiva con siete integrantes: tres provenientes de entidades públicas (MARN, MAG, Comures) y cuatro de otros sectores: universidades, gremiales agropecuarias, gremiales industriales y gremiales turísticas. El problema con esa directiva, según el Foro del Agua, es que se tendrán más integrantes del sector privado que del Estado, y eso podría paulatinamente ir encaminándose a la privatización del agua.

Pero continuando con la plática que teníamos con Carlos Flores de UNES y del Foro del Agua, la tercera fuente de contaminación viene de la industria.

— Cuando usted habla de la industria ¿a quiénes se refiere? ¿qué empresas?
— Te podría mencionar un par. Hay que ir y hacer los estudios, pero vos vas y ves los desechos de la empresa Alas Doradas en la zona industrial de San Juan Opico, y solo con solo la observación te das cuenta de la contaminación. La gente le dice “el río blanco”, porque baja agua blanca. Y si vas y le preguntas a la gente, nadie habla porque tienen temor de denunciar. Como esa pueden haber varias, ahí el tema es delicado porque todas las empresas tienen planta de depuración de aguas residuales porque la ley de medio ambiente se lo exige. El problema es que hasta hace tres años no había norma técnica de aguas residuales, quiere decir que la empresa podía tener la planta de tratamiento pero no garantizaba que el agua que saliera fuera de calidad. Ahora resulta que para aplicar esa norma técnica el MARN tiene que hacer estudios en cada empresa y si se demuestra que emite agua contaminada, le abre un juicio.
— ¿Y el MARN lo hace? es decir, ¿va y hace estudios en las empresas?
— Sí, pero solo tiene 4 personas para examinar el agua de más de mil seiscientas empresas en El Salvador. Entonces imáginate el trabajo de estas personas, es grande y no da abasto. Además, si se hace un juicio contra alguna empresa, tardará al rededor de dos años y el equipo jurídico del MARN se concentrará en eso. Entonces ves que ahí hay un cuello de botella hecho a la medida de las empresas.

De acuerdo a Flores, entre más se tarde la Asamblea para aprobar esta ley, el agua seguirá escaseando y la que hay continuará contaminándose más. De hecho, en 2006 un estudio del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) titulado “Más allá de la escasez: Poder, pobreza y la crisis mundial del agua”, concluyó que en El Salvador el poco acceso al agua y las limitantes de distribución frenan el desarrollo económico y social del país.

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Hasta el momento, la aprobación de una ley general de aguas todavía no tiene definido el rumbo, mientras la situación de Estela Domínguez, Katherine y muchos salvadoreños más sí está clara: seguirán caminando largas horas para ir a traer agua de vertientes que cada verano amenazan con desaparecer y le continuarán dando agua a sus niños que, en muchos casos, está contaminada.

Ojalá que a Estela no le pase una vez más lo que nos contó acerca de cuando hace un par de años decidió estudiar bachillerato a distancia. Leía los libros de la asignatura de Sociales y derramaba lágrimas al saber las injusticias que han sufrido históricamente los más pobres de este país. Ojalá sonría pronto al saberse triunfante de contar con una ley general de aguas que la beneficiará a ella, a las comunidades que representa y a todos los salvadoreños que aún no tienen acceso al agua.

[Fin de la nota]


Escuche la nota en las radios comunitarias Arpas 92.1FM 

14nov14 | Reportaje sobre agua by Gato Encerrado Sv on Mixcloud

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