Por Cristhian Alvarenga/Blog Caminante 2307
Hola lectores, un gusto compartir con ustedes esta pequeña reflexión que hago para aportar a la desmitificación de esos estereotipos que la sociedad nos ha construido de cómo debemos de ser los hombres.
Iniciemos reconociendo que, en los cuentos que nos cuentan desde nuestra más tierna infancia, a los varones nos enseñan tres cosas sobre el amor:
-Hay cosas más importantes en la vida que el amor romántico.
-Hay una mujer destinada a ti.
-El amor es inagotable e incondicional (como el amor de mamá).
Tres señales que nos hacen convertirnos en un ‘Príncipe Azul’
Bueno, porque además el príncipe siempre se siente querido. Las dudas de amor son para las princesas con mucho tiempo libre que gustan de atormentarse. Ellos prefieren sentirse queridos, útiles, importantes y necesarios para su país o para su comunidad. Los príncipes se saben deseados por las mujeres, respetados por sus enemigos, admirados por sus amigos, venerado por sus súbditos, y mitificados por una bella muchacha que sufre lo indecible mientras espera la llegada de su Salvador.
Los príncipes han de esforzarse mucho para obtener su recompensa, las princesas sólo tienen que aguantar, esperar, y ser pacientes para que las amen para siempre. Y esperar solas, claro, sin amantes alrededor.
A los príncipes les encanta pensar que existe una princesa que lo ama porque sí y sólo piensa en él. Pero además, hay otras mujeres que les desean mucho, como es natural en un macho alfa.
Es por este pensamiento que he decidido renunciar a esos cuentos, que transmiten el pensamiento patriarcal y si no miremos en la mayoría de cuentos los finales son siempre felices: el héroe rescata a la princesa, se casan y viven para siempre comiendo felices. Él la protegerá, ella lo cuidará para siempre, ambos vivirán encerrados en su palacio de cristal.
Sin embargo, la Realidad es siempre diferente a la ficción romántica: como cualquier pareja, los enamorados se arrugan y engordan, pierden belleza y alegría, se pelean, se aburren, se hostigan de la rutina, se traicionan, se reconcilian, y nada es tan bonito como nos habían contado. Las princesas y los príncipes no son tan perfectos, por lo que sus historias de amor tampoco lo son.
Descubrirlo personalmente nos decepciona y nos frustra, porque nos sentimos engañados, o porque pensamos que tenemos mala suerte en el amor. Para poder sufrir menos y disfrutar más, tenemos que aprender a despatriarcalizar y a desmitificar el amor romántico, inventarnos otros cuentos con otros mensajes, y construir otras formas de querernos.
Y quedar claro que los príncipes Azules NO EXISTIMOS.
Cristhian Alvarenga es un comunicador social, ambientalista y defensor de Derechos Humanos, Nicaragüense radicado actualmente en El Salvador. Y ahora bloguero de Gato Encerrado. Su blog personal es http://caminante2