Obed Alfaro se dirige en conferencia pública, a quienes quieren saber y apoyar el concepto de un espacio cultural en San Salvador. Foto/La Casa Tomada del Centro.
Tras cuatro juicios en poco más de tres años, los artistas e impulsores del proyecto de La Casa Tomada del Centro de San Salvador, saben que deben desalojar. La casa fue adquirida por los mismos dueños de bares cercanos a ella, y quienes no esconden la intención de remodelar y convertir un patrimonio de 114 años, en un antro más de la capital. Ahora este colectivo de artistas, busca más que salvar un inmueble, no dejar morir un concepto.
Por Mario Beltrán
La mañana del 21 de abril en que Obed y otros artistas ocupantes de una antigua casa supieron que el inmueble que habían adoptado como una casa de artes en medio de un ruidoso y peligroso San Salvador ya no les pertenecía, el sol clareaba y líneas de luces se colaban entre las agujereadas láminas de una vivienda que data de 1912 ubicada sobre la 6ta Av. Norte, frente al parque San José
La sorpresiva visita de los representantes de los nuevos dueños, irrumpió a las siete de la mañana, solo minutos antes de que Obed y sus compañeros fuesen a presentar una obra teatral en una escuela en el Barrio San Jacinto. Los albañiles llevaban herramientas y las ganas de desmantelar aquel parsimonioso inmueble que tenía la cualidad de haber detenido el tiempo. Un papel en sus manos demostraba que el dueño los envió para remodelar la vivienda. Los artistas, congelados de saber que el día que se imaginaron lejano había llegado, solo pidieron posponer un día más la visita para dialogar y llegar a un acuerdo.
“La Casa Tomada del Centro” bien pudiese ser el tema de noticias de cuando las pandillas se adueñan de viviendas abandonadas y las convierten en “destroyer” o casas para planificar crímenes y delitos, pero esta casa estaba tan lejos de eso, que el único peligro que podía haber en ella, es que tropezaras con algún objeto mal puesto en la oscuridad por falta de energía eléctrica.
—El origen de la casa como proyecto es un proyecto denominado “Okupa”, y en el país no hay muchos referentes. Se trata de que un colectivo de personas pintores, escritores, teatro, decidimos a partir de nuestras ideas de juventud, la propuesta de ocupar una casa. Así nació “La Casa Tomada del Centro”. No había un dueño, la ocupamos en un momento en donde la casa estaba abandonada. Anduvimos viendo algunas casas antiguas y solas en el Centro de San Salvador, algunas sirven incluso hasta de baños públicos. Fue entonces que dimos con esa casa, que desde hace como 20 años ya era referencia cultural porque se vendían ahí libros usados. Yo tenía mi espacio ahí de venta de libros usados—, cuenta Obed Alfaro, uno de los coordinadores e impulsores del proyecto.
Obed sabe que la quijotesca tarea de recuperar ese espacio para las artes y la cultura en la capital salvadoreña, lo ha dejado un tanto exhausto y con pocas o nulas esperanzas de quedarse con el inmueble.
En agosto de 2012 la casa queda sin dueño, sin arrendamiento sin nadie que se hiciese cargo del alquiler porque la persona que se encargaba de cobrar el alquiler antes, fue expulsada de la casa, quedando solo los que vendían libros. Cuatro meses después, en diciembre de 2012, la casa ya estaba abandonada y sin dueño. —Entonces decidimos con un grupo de amigos que andan en la búsqueda del arte, limpiar la casa, barrimos más por salubridad que por otra cosa. Al limpiar, nos dimos cuenta que el lugar fue revelando posibilidades mucho mayores que solo tenerla limpia, vimos que la casa es un tesoro, un patrimonio construido en 1912, que nos permite apreciar más su arquitectura desde la condición del artista. Ahí nos dimos cuenta que el lugar era bueno para talleres de arte, pintura, etc.—, expresa Obed.
Obed es un joven de andar lento y con aspecto bohemio, que no duda en recibir con una sonrisa a quienes deciden visitar el café cultural “Maktub” donde trabaja, siempre en el centro de San Salvador. —Empezamos con esa condición de Okupa. Nosotros sabíamos que no éramos los dueños. Empezó gente a visitarnos de otros lados de San Salvador, porque le interesó la idea de “haberse tomado una casa” pero no una casa destroyer, o como se la toman en las colonias las pandillas que la usan para crímenes. Era una casa donde se crea arte. En diciembre de 2012 pensamos en inaugurarla. No teníamos nombre, solo éramos una galería urbana. Invitamos a amigos a conocer el lugar, algunos llevaron teatro, sus pinturas, poesía. El lugar se comenzó a identificar como un lugar de artistas, y comenzamos a darle forma a la idea de talleres permanentes para compartir conocimientos. En ese momento nadie reclamó la casa, ni la Alcaldía de San Salvador—.
La familia propietaria era de apellidos Fernández Castillo. Ellos nunca llegaron a la casa. Lo que hicieron fue poner la casa en venta en el periódico, y fue así que se vendió. —Ahí empezó nuestro problema, porque quienes compran la casa, lo hicieron inventando que desconocían que ahí había gente, no solo los de La Casa Tomada, sino algunos vendedores de libros. Eso fue en marzo 2013, solo tuvimos unos meses de paz, viviendo el anhelo de todo colectivo artístico, tener un lugar donde no te cobraran y donde se pudiera ofrecer propuestas artísticas, dar talleres de italiano, inglés, francés, pero con la base de arte popular o pedagogía del oprimido. Nos ponemos en una condición de artistas, y de ciudadanos conscientes de la ciudad—, cuenta Obed.
La Casa Tomada del Centro fue adquirida según Obed, por la Sociedad Quinteros, dueños de los bares “Ravena” que están todos al rededor del parque San José; Obed asegura que quieren la casa para anexar a esos negocios esa casa y desarmarla toda.
—La primera actividad de La Casa Tomada fuerte fue una actividad literaria, fue una lectura con el poeta Alberto López Serrano. Fue una actividad que catapultó la Casa. Si a los dueños les das a elegir entre un espacio cultural y un bar, obviamente elegirán el bar porque les reporta bastantes ganancias—, opina Wally Romero, quien funge como coordinador de letras del proyecto de La Casa Tomada, y quien además reconoce que muchos de los artistas recientes, deben gran parte de su renombre al espacio cultural que se cimentó por pocos meses entre latas antiguas, vigas de madera apolilladas y en la oscuridad de una capital que se desentiende del crecimiento cultural que posee.
Cuando la persona que cobraba se fue, también se fueron sus inquilinos porque era como una especie de mesón, los demás vendedores de libros se quedaron con las aspiraciones de llegar a un trato con la verdadera dueña, pero la casa fue vendida sin informarles.
Los inquilinos buscaron un acuerdo con los dueños para quedarse, pero los propietarios no accedieron a menos que pagara $500 dólares, y no $100 que era lo que pagaban a la antigua dueña en un inicio. En ese proceso los nuevos dueño interpusieron una demanda para sacar de ahí a los variopintos inquilinos. —Ellos nos acusaron de Usurpación en 2013, pero la jueza del Tribunal 4° de Paz de San Salvador decretó que la acusación de usurpadores no nos correspondía, pues dijo que éramos inquilinos con contrato de palabra desde antes, y que así debíamos ser procesados. En todo este proceso nos hemos venido desgastando por casi tres años. Una de las medidas de presión de los dueños para sacarnos fue cortar la energía eléctrica y el servicio de agua. A pesar de no contar con eso, hemos hecho eventos, presentaciones de libros, exposiciones. Sabemos que la utilizamos de forma ilegal, pero hemos tratado de legitimar nuestra acción desde la condición de Okupa con un servicio a la sociedad—, dice Obed.
Los miembros de La Casa Tomada del Centro saben que la casa ya no será más su sede, y la dan por perdida. Saben además que su ocupación es ilegal. —Sabemos que la casa no será nuestra, pero no luchamos solo por una vivienda, sino porque un concepto de cultura no muera, porque los dueños podrán hacer con esa casa lo que quieran aún en contra de la ley, pero lo que queremos es que la idea de una casa tomada para el arte se conceptualice y se multiplique por todo el centro. Esperanzas de salvar la casa ya no hay porque no quiero que la frustración sea grande—.
De acuerdo al artículo 8 de la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural de El Salvador, “cuando se esté causando daño o estén expuestos a peligro inminente cualquiera de los bienes a que se refiere esta ley, o que, a criterio del Ministerio puedan formar parte del tesoro cultural salvadoreño, éste adoptará las medidas de protección que estime necesarias, mediante providencias que se notificarán al propietario o poseedor de dichos bienes y a las instituciones mencionadas en el artículo 26 de la presente ley; y el artículo 25 agrega: ” Los propietarios, poseedores o tenedores de bienes culturales inmuebles, que encuentren en ellos indicios culturales, deberán notificarlo al Ministerio para que proceda a su reconocimiento,identificación, inscripción y acreditación.En caso de no cumplir con esta obligación el propietario o poseedor, se procederá de oficio sinperjuicio del régimen de sanciones de esta Ley”.
Los artistas dicen que el entonces candidato a la Alcaldía de San Salvador, Nayib Bukele, se acercó a ellos y prometió espacios para el proyecto cultural de La Casa Tomada. —Hemos tenido acercamientos con la Alcaldía de San Salvador. Hasta ahora no sucede, pero a él le encantaba la idea, de hecho nos dijo una frase “en todo el Centro y todo el país deben haber casas tomadas”, es decir, puntos de cultura como un oasis cultural y romper la rutina de lo mismo, que no sea un lugar estridente ni de desorden—, dijo Obed. Bukele les prometió la que ahora es la embajada de Guatemala porque esa casa quedaría desocupada. La semana pasada se acercó a los coordinadores de La Casa Tomada, la secretaria de Cultura de la Alcaldía para discutir una alternativa de parte de la Alcaldía para La Casa Tomada, y se trata del Teatro de Cámaras “Roque Dalton”. —No es exactamente lo que buscamos porque no queremos depender de espacios públicos, sino tener espacios autónomos porque el arte debe ser sin censura ni sin lineamientos políticos—, lamenta.
Desde el momento de haberse tomado la casa, hasta esta entrevista, Obed ha tenido que librar cuatro juicios. En diciembre el juez determinó que tenían que salir. Este viernes 19 de febrero sería la vista pública donde se definiría todo. Dentro de la condena, los dueños están pidiendo que cada uno de los que ocuparon la casa paguen una indemnización de $10 mil dólares. Aunque Obed y sus amigos argumentan que no fueron usurpadores porque ya estaban ahí desde antes de que los nuevos dueños la adquirieran.
Actualmente están recolectando firmas para que la población adopte no tanto la salvación de una casa antigua que podría volverse un bar más, sino para que adopte la idea de no dejar morir el concepto de llenar de cultura la capital salvadoreña, y que esta no sea tragada por las ventas informales, el desorden y la inseguridad.