El cortometraje “Prudencia” relata la experiencia de una joven estudiante de bachillerato que, al postularse para la presidencia del consejo estudiantil, se enfrenta a diferentes desafíos como la discriminación, el machismo, el acoso, entre otros. Esta se estrenará el próximo 9 de marzo en el Cine Teatro de la Universidad de El Salvador, en el marco del día internacional de la mujer.
Por Krissia Girón
Pese a que en El Salvador existen esfuerzos por producir y hacer crecer la industria del cine, el material nacional aún no está al alcance de todas y todos. La mayoría sigue consumiendo lo que nace de la escena gringa o europea. La necesidad por implantar el producto cien por ciento salvadoreño nace de esta realidad.
En este sentido, una luz al final del túnel es el cine comunitario, un germen que recorre algunas zonas del país y que busca no solo resolver este problema de masificar las producciones salvadoreñas, sino también, producir más desde quienes tengan el deseo, la disposición y el talento de hacerlo. Caracterizado por hacer cine con pocos recursos y tener la vocación pedagógica de llevar el conocimiento hacia quienes no tienen acceso, el cine comunitario es una herramienta para que las y los jóvenes se empoderen de ella y puedan así contar sus historias. Esas que nadie cuenta.
El Kolectivo San Jacinto está conformado por jóvenes que emprendieron la aventura hacia la transformación de su realidad a través del cine comunitario. Desde sus inicios, en el año 2012, tenían claro el objetivo: contar a través del séptimo arte, las historias que tocan a los jóvenes y a la sociedad en general.
Daniel Portillo, representante del Kolectivo, opina que quienes buscan hacer del cine en El Salvador una industria lucrativa, lo hacen alejados del pueblo.
En su más reciente cortometraje, el Kolectivo buscó hacer una especie de spin off, que es como un género de cine moderno donde se cuenta la historia de alguien que conocías pero en otra época o contexto, o el origen de ese personaje. En este caso, se inspiraron en Prudencia Ayala, la primera mujer salvadoreña en aspirar a la Presidencia de la República.
“Entonces, como no podíamos hacer cine de época, de 1930 y traer a Prudencia Ayala, y el vestuario, los vehículos, los periódicos, la imprenta, y demás, era imposible. Prudencia Ayala terminó siendo un símbolo como bastantes figuras históricas, pero que no tienen, y que por nuestras condiciones de mini industria, no tienen ni tendrán algún tributo audiovisual, más allá que un documental o una animación, como el de el MUPI”, expone Portillo.
Gabriela Turcios, miembro del Kolectivo, considera que es importante destacar, a través del cine, la vida de quienes dejaron huella en la historia de nuestro país. “Para mí Prudencia Ayala es un ícono transgresor en la lucha feminista. Es una figura emblemática de la lucha por los derechos de las mujeres salvadoreñas, siendo no solo mujer en una época donde no podíamos siquiera ejercer el derecho al voto, sino que además venía de raíces indígenas, y a pesar de tener todo en contra decidió postularse como presidenta de El Salvador y hacerle frente a los feroces ataques que recibió de parte de la clase dominante del país.”, considera Gabriela.
Y es precisamente lo que relata el cortometraje, un parangón entre esta ícono de la lucha sufragista de inicios de siglo, y la vida de una joven estudiante de 17 años que se postula a la presidencia del consejo estudiantil. En el desarrollo de la película veremos cómo las dificultades que enfrentó Prudencia Ayala en los años 30, no distan de los problemas en los que la joven se ve involucrada en pleno siglo XXI
“Sin embargo, creímos que contar la historia a través de la ficción era importante. Personificada en una chica de bachillerato que se enfrentara a los mismos problemas: Proponerse candidata, enfrentarse con los mismos problemas como con los medios de comunicación, con el machismo, etc. y eso aunado a ver a lo que se enfrentan los jóvenes actualmente. Queríamos hacer una producción que también les ayudara y pudiera contar cuáles son sus problemas: estigmatización de la juventud, violencia sexual, aborto ilegal. También tocamos el tema de la corrupción, de cómo los políticos utilizan los medios de comunicación para hacer expresar sus ideas, pero de repente destapan una caja de pandora que impresiona”, comentó Daniel Portillo
El Instituto Nacional “Manuel José Arce”, ubicado en San Salvador, fue el nicho de donde surgieron las actrices y actores que dan vida a Prudencia. Sin haberse consagrado como tal, estos chicos y chicas se dieron a la tarea de personificar cada uno de los papeles.
Melissa Melendez, de 17 años, protagoniza el cortometraje. Ella considera a Prudencia Ayala como un ejemplo para las generaciones futuras. “Fue realmente un gran honor haber personificado a alguien tan trascendente pero que aun así muchos jóvenes no conocen de ella, y esta producción tan fresca y actual es un gran motor para motivar a que más estudiantes jóvenes se informen sobre la importancia histórica que tuvo Prudencia Ayala en nuestro país.”

Grabación del material sobre Prudencia Ayala. Foto/Cortesía
Para Daniel, el país necesita encontrar esa identidad como sociedad a través del cine. Los proyectos comunitarios ofrecen esa alternativa a partir de su construcción colectiva con la gente. Sin embargo, tanto estas como otras producciones necesitan masificarse.
“Hay una negativa de enrolarse con el mismo pueblo, porque la gente que ha logrado acceder a espacios para estudiar cine en otros países, y que tiene los fondos o pone sus manos en premios para hacer cine, tiene como objetivo hacer una industria lucrativa, esa idea capitalista de: yo trabajo con vos, te pago y terminando el proyecto me voy y ya, sin más involucramiento de la gente, por eso existe el cine comunitario, cuyo objetivo es empoderar a la gente y que ella misma haga sus producciones”, afirmó Portillo.
“El Salvador no tiene un cine que explore de dónde venimos o por qué estamos así, como el origen de la violencia, del odio, o hacia dónde vamos; creo que estamos aún más lejos de hacer industria, porque se quieren hacer producciones palomiteras de fin de semana, y se quiere imitar lo gringo, pero ellos ya pasaron un proceso”, expresa Portillo.
Señala que cuesta buscar un propio estilo de cine centroamericano, pues muchas veces es más un concepto exportado de otros lados. Dice que El Salvador tiene esa alternativa de exportar una idea de cine, o buscar una propia. “.Y ese es el problema, como en muchas áreas del país, siempre estamos carente de identidad”, añade.
En términos cinematográficos, El Salvador ha demostrado que tiene talento. Hay un gremio capacitado para brindar al espectador una verdadera calidad en sus producciones. Sin embargo, Portillo plantea dos problemas en este sentido: tanto la formación en cine, como los recursos para hacer un largo o cortometraje, no están al alcance de todos. Y es que, también en el arte, salen a la luz estas brechas de desigualdad que impiden, sobre todo a jóvenes, tener acceso a las herramientas necesarias para hacer cine.
“Existe la oportunidad de hacer producciones con estos fondos de apoyo para la realización de proyectos de cine, como el Pixels, del Ministerio de Economía. Con estos proyectos se da un fenómeno interesante, y es que la gente que tiene recursos para hacer cine aplica a estos concursos, personas que tienen la capacidad técnica, estudiaron para hacer una carpeta de produccion para ventas, etc, cosas que no toda la gente puede aprender de forma autodidacta”, indica.
Para el Kolectivo San Jacinto, el acceso a estos fondos es, a veces, cuestión de suerte, misma que llegó en 2016, cuando tuvieron acceso a fondos para financiar el cortometraje “Prudencia”.
Este cortometraje pretende ser itinerante, es decir, que sea llevado a “donde nos den chance”, como lo expresó Daniel. “Aunque tampoco es una cuestión de disfrute familiar, es ácida, incomoda, le tira a medio mundo, hay un lenguaje juvenil, pero al ver apertura vemos viable que pueda llevarse por ejemplo a centros escolares Ese debería ser uno de los objetivos del cine, hacer cosas que incomoden, pero que aporten”.