La falsa conclusión de Carlos Calleja sobre el asesinato de Monseñor Romero

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El candidato presidencial de ARENA, Carlos Calleja, celebró el natalicio del mayor Roberto d’Aubuisson. En ese acto dijo que es una especulación decir que estuvo involucrado en el asesinato de Monseñor Romero. En #OjoDeGato te contamos por qué esa declaración es falsa.


Por GatoEncerrado

A pesar que no hay una condena judicial y que el caso del asesinato del arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero, se archivó hace más de 20 años, la Comisión de la Verdad concluyó –en 1992, en su informe “De la Locura a la Esperanza”-, que el mayor Roberto d’Aubuisson, fundador del partido ARENA, fue el autor intelectual del asesinato del arzobispo.

Después de 38 años del magnicidio y a menos de dos meses para que la iglesia católica declare a Romero como el primer santo salvadoreño, el candidato presidencial de ARENA, Carlos Calleja, dijo que el señalamiento de la Comisión de la Verdad “es una total especulación”.

Siete páginas del informe presentado por la Comisión, que fue conformada en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), resumen el asesinato del prelado. En el informe no quedan dudas de que todo apunta a d’Aubuisson como el autor intelectual.  

La Comisión también constató, en el expediente judicial del caso, que las pruebas presentadas por la Fiscalía General de la República (FGR) son insuficientes para aclarar lo ocurrido el día de los hechos. Incluso dice que no hay conclusiones precisas, además de señalar que la bala mortal fue una calibre 22. El informe también indica que la falta de pruebas puede ser un acto deliberado para encubrir a los que participaron en el crimen.

La agenda de Saravia

Dos meses después del magnicidio, específicamente el 7 de mayo de 1980, las autoridades allanaron la finca San Luis, de Santa Tecla, y capturaron a cuatro personas, incluido el mayor Roberto d’Aubuisson. Las autoridades las acusaron de conspirar contra el gobierno. Durante el allanamiento, las autoridades incautaron una agenda, que supuestamente pertenecía al capitán Saravia.

“Esta agenda de Saravia aportaba varios datos relevantes respecto al asesinato de monseñor Romero. Se hacía referencia a compras y entregas de muchas armas y municiones, varias de las cuales, en base al peritaje balístico hecho por el juez (Atilio) Ramírez Ayala, correspondían al tipo de la utilizada en el asesinato”, dice el informe.

En una nota al pie, el informe también explica que la agenda tenía anotaciones de “munición de 223”, que es un tipo de bala de calibre 22. En los apuntes también decía “dos Bushmaster” y “ cinco AR-15”, que son tipos de rifles que disparaban balas de calibre .22 y .23.

El informe también dice que ninguno de los documentos encontrados en la finca “San Luis” se puso a disposición del Juzgado Cuarto de lo Penal y fue hasta años después que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) tuvo acceso a una copia de la agenda.

¿Qué ocurrió según la Comisión?

Es 24 de marzo de 1980. En la residencia de Alejandro Cáceres, ubicada en San Salvador, están reunidos el capitán Rafael Saravia y el mayor Roberto d’Aubuisson. Luego se les une el capitán Eduardo Ávila para avisar que el arzobispo salvadoreño, Óscar Romero, oficiará una misa a las 6:00  de la tarde. Ávila está convencido, según les dice, que esa es una buena oportunidad para asesinarlo. Entonces, el mayor d’Aubuisson ordena un operativo y designa al capitán Saravia como el hombre que lo va a dirigir. Ávila se encarga de contactar a un francotirador, a través de Mario Molina, y finalmente ordenan a Amado Garay que se encargue de llevar el francotirador hasta la puerta de la capilla.

El francotirador contratado, un hombre de barba, llega al parqueo del hotel Camino Real. En ese lugar, Amado Garay lo recoge, en un vehículo marca Volkswagen y de color rojo, con cuatro puertas. Al subir, Garay lo lleva hasta la puerta de la capilla de la Divina Providencia, en San Salvador.

El hombre de barba le indica a Garay que se estacione frente a la puerta y que se agache para simular que va a reparar algún desperfecto del vehículo. En ese momento, Garay escucha un disparo y la voz del hombre de barba diciendo: “Camine despacio, tranquilo”.

Al fondo, en la capilla, el arzobispo recibe un disparo certero en el corazón y luego cae frente a los feligreses.

Garay ve que el hombre sostiene un fusil con ambas manos, mientras siente el olor a pólvora. Acelera el Volkswagen rojo y lo conduce hasta donde está el capitán Saravia.

El hombre de barba se baja del vehículo y le dice a Saravia: “Misión Cumplida”.

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