Nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio
Opinión por Edith Elizondo*
La Colectiva Amorales está siendo criminalizada en los últimos días, desde que el licenciado Ricardo Mendoza, de 71 años, docente de Artes Visuales y director teatral encargado del “Diplomado Superior en Teatro Universitario, interpuso una denuncia con los cargos de “calumnia” y “difamación” en su contra, realizados por las Amorales.
Este hecho es el precedente para el ruido mediático que se ha producido contra los acosadores sexuales dentro de los espacios teatrales y universitarios.
Aunque suene extraño este hecho “alegra” al movimiento feminista porque por fin se habla de lo que siempre se calló, de lo que nunca se dijo: de las mujeres que día a día sufren una agresión, acoso o abusos de carácter sexual. Desde el feminismo se considera como victoria el hecho que la violencia de género pasa de lo privado a lo público.
Desde el movimiento feminista se percibe que en la actualidad se está rompiendo el silencio en relación al delito del acoso, esto se ha logrado visibilizando la situación que enfrentan muchas mujeres dentro de las universidades.
Una vez con la atención de los medios y este incipiente despertar de conciencia social respecto a la violencia que enfrentan las mujeres y la criminalización de la Colectiva Amorales, la labor reivindicativa se intensifica, exponiendo a los acosadores, buscando la condena social, sin culpabilizaciones ni dobles morales para con las víctimas.
¿Conciliación? No se conciliará con los agresores, al contrario se dará la batalla jurídica. Los agresores quieren utilizar el sistema de justicia para callar y validar las agresiones que han cometido en contra de muchas de sus estudiantes, quienes los han denunciado y que la Colectiva Amorales ha acompañado.
Las defensoras de derechos humanos y el movimiento feminista exigen que las situaciones de acoso y violencia sexual dentro de la Universidad de El Salvador no solo queden como anécdotas, porque son delitos sufridos por muchas mujeres en cualquier sitio.
2018 cerró con la cifra más alta de mujeres menores de 12 años que denunciaron acoso en los últimos seis años, de acuerdo con el documento oficial de la Fiscalía. Además, fue el segundo año consecutivo que incrementó ese tipo de denuncias: en 2016 hubo 76 y en 2017 ocurrieron 92, según las estadísticas publicadas en febrero de este año en una noticia de LA PRENSA GRÁFICA: “Incrementan denuncias de niñas víctimas de acoso sexual”.
Estos datos tienen un sesgo importante: algunas denuncias no se hacen porque la sociedad minimiza y normaliza el acoso sexual.
A todas aquellas mujeres que no han denunciado, las que se sienten culpables de una agresión de la que no tienen ningún tipo de responsabilidad, por diversas causas no lo han denunciado, estén seguras que ESTA LUCHA ES POR USTEDES.
Finalmente, el compromiso y la lucha diaria son por todas las mujeres; y como Mélida decía: “NUNCA MÁS TENDRÁN LA COMODIDAD DE NUESTRO SILENCIO”.
*Edith Elizondo es defensora de derechos humanos, artista feminista.