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Las únicas que creen en las mujeres somos las de la Colectiva Amorales

Opinión por Keyla Cáceres*


Cuando me preguntan dónde empecé mi activismo como feminista siempre digo que fue gracias a un akelarre: un espacio creado desde las Amorales para que por una noche no exista más protagonistas que las mujeres artistas, un espacio para reivindicar a las mujeres víctimas de la caza de brujas. Desde que empezaron los akelarres fueron para denunciar con fuerza, que a través del arte se puede visibilizar, la gran brecha de desigualdad en la que vivimos las mujeres actualmente.

Las actividades de las Amorales son diversas pero siempre con un solo objetivo: cambiar el imaginario colectivo sobre las desigualdades en las que vivimos las mujeres a través del arte.

Nuestra base es la despenalización del aborto, pero además tenemos un punto más en la agenda: denunciar las prácticas misóginas que esconden los escenarios. Muchas de nuestras integrantes llegaron porque no lograban encajar en las artes escénicas por diferentes razones, pero creo que en el fondo siempre fue porque los directores se paraban desde el punto androcéntrico donde las mujeres siempre vamos a ser inferiores o simplemente un pedazo de carne que se puede tomar cuando el hombre quiera.

Cuando tenemos víctimas de acoso sexual dentro de los espacios públicos, académicos, laborales y familiares creemos que las mujeres se los inventan, que son demasiado exageradas para llamar la atención.

Cualquier mujer que lea estas líneas, reflexione si en lo que lleva de vida no ha sido víctima de acoso y estoy segura que un 99% dirá que ha sido víctima de este delito, pero pocas se atreven a denunciar.

Ante esta situación hay personas que resuelven diciendo que para qué no hacen uso de las leyes, me atrevo a responder lo siguiente: LA MAYORÍA DE MUJERES NO CONFIAMOS EN EL SISTEMA JUDICIAL DE EL SALVADOR, PORQUE LAS CULPABLES SIEMPRE SOMOS LAS MUJERES, no es cliché es una realidad.

Muchas de las estudiantes de la Universidad de El Salvador  (UES) que se han acercado a contarnos sus historias de abuso dentro de los salones de clase, ventanilla administrativa, en los salones de teatro, en las organizaciones estudiantiles o simplemente cuando van caminando por las instalaciones de la UES, cuando les preguntamos: ¿por qué no pones la denuncia? su respuesta en algunos casos es “lo intenté y en defensoría estudiantil me dijeron que con ese docente no me metiera”, y en la “Fiscalía universitaria nunca me atendieron”, entre otras respuestas que concluyen que a las víctimas de acoso dentro de la UES no les creen y no hay un mecanismo claro para hacer una denuncia de este tipo, porque la universidad como institución pública ha infringido ley de igualdad, equidad y erradicación de la discriminación contra las mujeres. En concreto, el artículo 10.

Por esa razón y por convicción política clara sabemos que LAS ÚNICAS QUE LES CREEN A LAS MUJERES SOMOS DE LA COLECTIVA AMORALES.

Por ello, se decidió emprender las denuncias públicas contra los acosadores dentro de la UES, porque a nosotras mismas nos pasó y en su momento nadie nos creyó cuando dijimos nos estaban acosando, con la claridad que estas acciones nos traerían persecuciones como las del año pasado de parte de estudiantes dentro del campus universitario y afuera de éste; a pesar de ello, continuamos haciendo las denuncias de las mujeres que se nos acercaban para contarnos que no aguantaban más.

Con el miedo que nos invade el miércoles 14 de agosto nos enfrentamos a la acusación por “calumnia”,  ante el sistema judicial porque el profesor Ricardo Mendoza se ha sentido ofendido por nuestras acciones de protesta y denuncia.

Pese a que tenían a las víctimas gritándole en su cara: "¡Acosador!", las autoridades universitarias, como suelen hacer en la mayoría de casos, se hicieron las del ojo pacho, nunca atendieron a ninguna víctima y por eso es que nosotras sabemos que no hemos cometido ningún delito, lo único que hicimos fue agarrar la fuerza de esas mujeres que fueron ignoradas, de las que nos contaron con secreto, de las que decidieron irse y no saber más de teatro para no recordar el acoso que Mendoza les hizo.

Termino diciendo que sabemos que el sistema judicial siempre les cree a los hombres y no a las mujeres cuando denunciamos, que aunque yo tenga miedo este viernes, las Amorales no vamos a negociar con Mendoza porque a la primera violencia que nos enfrentamos como  mujeres es al acoso naturalizado dentro de la sociedad salvadoreña. Estoy clara que esta lucha está empezando y seguramente será larga pero convencida que no estamos solas y que no hemos cometido ningún delito.

Así como en 2015, Sonia Sánchez, defensora del territorio, enfrentó un proceso judicial porque la empresa inversionista Roble la demandó por “daños y perjuicios”; Sonia convencida que nada de lo que se la acusaba era cierto libró la batalla siendo absuelta en su totalidad. Nosotras sabemos que no hemos cometido ningún delito contra Mendoza y que el camino es largo, pero nuestras luchas nunca han sido fáciles, no vamos retroceder, ni nos vamos a retractar de nuestras denuncias contra Ricardo Mendoza, ni contra ningún acosador y agresor.

¡Esta lucha es por todas las que el silencio se las consumió, porque de las Amorales nunca más obtendrán silencio!


Keyla Cáceres: Integrante de la Colectiva Amorales, defensora, activista feminista, historiadora

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