La invasión militar de Bukele al Congreso

A ocho meses de ganar el poder ejecutivo, el presidente de El Salvador chocó con el Legislativo. Se sentó en la silla presidencial del Congreso, invadió con militares el palacio legislativo y llamó a una insurrección. Todo surgió por un préstamo que los diputados aún no le aprueban.

La tarde de la usurpación

A las 4:41 de la tarde del domingo 9 de febrero y después de un breve discurso ante la multitud de seguidores que estaban reunidos afuera de la Asamblea Legislativa, el presidente Nayib Bukele se plantó sobre una alfombra roja. Los cadetes de la Escuela Militar que se forman siempre que el mandatario va a ingresar a un lugar, lo vieron y se quedaron firmes. “Batallón Escuela Militar al hombro ¡Ar!”, gritó el militar que guía a la banda de paz. Inmediatamente la banda comenzó a tocar el himno de la granadera, mientras Bukele entraba a paso veloz, escoltado por sus guardaespaldas. Cuando llegó al Salón Azul se fue directo a la curul del presidente del Órgano Legislativo y se sentó. Mejor dicho, usurpó el puesto del presidente Mario Ponce.

Bukele encendió el micrófono y agradeció a los pocos diputados que llegaron a la convocatoria extraordinaria que hizo su Consejo de Ministros y criticó a quienes no llegaron. Luego dijo que era necesario hacer una oración.

“Creo que está muy claro quién tiene el control de la situación, y la decisión que vamos a tomar ahora  la vamos a poner en manos de Dios. Vamos a hacer una oración”, dijo Bukele.

A su lado estaba el diputado de Gana, Guillermo Gallegos, quien impávido solo replicó lo que hizo su amigo presidente. Bukele se llevó las manos al rostro, se tapó la cara por casi tres minutos sin decir una palabra. El Salón Azul enmudeció. Al terminar de orar, se levantó y sin decir nada se fue del salón. Eso tomó por sorpresa hasta los diputados que lo apoyaron y que estaban en el lugar. Incluso su seguridad fue sorprendida y tuvo que correr tras el mandatario. Guillermo Gallegos se puso de pie, sonrió sin saber qué hacer y con los brazos cruzados le dijo a todos en el pleno: “ya estuvo”.

Bukele recorrió de nuevo la alfombra roja y se desvío en ruta a arengar de nuevo ante sus seguidores que lo esperaban afuera del palacio legislativo.

Atrás dejó a los diputados de Gana y PCN. Del PDC a Reynaldo Carballo, del exCD a Juan José Martel y al diputado independiente Leonardo Bonilla. Las diputadas Milena Mayorga y Felissa Cristales, de Arena, se habían marchado antes de la sesión por la presencia de militares que se tomaron las instalaciones.

La legitimación de la usurpación

El diputado Gallegos normalizó la intromisión de Bukele a la Asamblea. Afirmó que el presidente de ese Órgano de Estado, Mario Ponce, ya tenía conocimiento. Cuando los periodistas cuestionaron si eso era una usurpación de poderes, respondió que no.

“No, cada vez que viene el presidente ocupa la presidencia. El presidente Ponce sabe que yo iba a tomar a cargo la visita del presidente Bukele. Se excusó que no podía venir y me delegó por la mayor jerarquía dentro de junta directiva”, aseguró Gallegos.

Igual respuesta ofreció el diputado de Gana Mario Tenorio.

—¿Fue una usurpación de poder el que Bukele se sentara en la silla presidencial y presidiera la sesión?—preguntó GatoEncerrado.

—En absoluto, descartemos esa situación—, afirmó Tenorio y luego se retiró de la Asamblea.

Cuestionamientos

El politólogo y docente de la Universidad Centroamericana UCA, Álvaro Artiga, explicó a GatoEncerrado que la situación encaja en “una toma del Palacio Legislativo”, por la fuerza. Que Bukele hiciera uso del asiento asignado para el presidente del Legislativo es solo una muestra clara de intromisión física de parte del control que toma el Ejecutivo sobre el Legislativo.

 “Más simbólico que eso, como dicen ‘una imagen habla más que mil palabras’, es la muestra de quién está en ese momento controlando el Congreso”, dijo Artiga.

El politólogo  también hizo énfasis en las implicaciones que podría traer esta acción de llegar a la Asamblea rodeado de las Fuerzas Armadas. “Ahora, que después se fue y se fueron las tropas, no quiere decir que ya haya pasado todo”.

El diputado Manuel Flores del FMLN dijo a GatoEncerrado que la imagen del presidente Bukele sentado en el lugar que le corresponde al presidente del Órgano Legislativo es el “resultado de no saber qué hacer” al llegar a la Asamblea Legislativa. 

“Independientemente de quién sea el presidente de la Asamblea, se sentó en la silla del presidente. Usurpó la silla del primer Órgano del Estado (…) Esta vez se equivocó (Bukele)”, dijo Flores, quien no se presentó a la Asamblea, así como los demás diputados del FMLN.

El presidente Nayib Bukele se paró frente a la multitud de personas que llegaron para apoyarlo y les pedió permiso para entrar a la Asamblea Legislativa a corroborar cuántos diputados obedecieron a la convocatoria extraordinaria que hizo el Consejo de Ministros. Foto/Carolina Amaya.

El dios de Bukele le pide paciencia

Cuando Bukele salió de la Asamblea, se subió de nuevo a la tarima y calificó de “sinvergüenzas” a los diputados que no llegaron. Luego les dio un plazo de una semana para aprobar el crédito por $109 millones para financiar la fase tres de su plan de seguridad “Control Territorial”. Ese préstamo es el que otorgó el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).

El presidente dijo que se contactó con dios por todo lo ocurrido. Su respuesta fue que tenga paciencia. Sus palabras motivaron los aplausos de los miles de simpatizantes del mandatario, reunidos en la calle frente a la Asamblea.

¿Dónde estaba el FMLN?

Mientras Bukele estaba en la Asamblea, con los militares y policías antimotines, el partido de izquierda FMLN terminaba la celebración de su convención anual, a la que acudieron tanto el presidente del partido, Óscar Ortiz, miembros de la cúpula, la bancada de diputados, alcaldes y militancia. Una pancarta con el rostro de Shafick Handal, colgaba en la pared del polideportivo de San Marcos, donde desarrollaron la convención.

 Los diputados se mantuvieron todo el día en medio de cantos revolucionarios y mensajes enviados a sus bases. En ningún momento, estuvo entre sus planes asistir a la plenaria extraordinaria de Bukele.

 “No nos puede acusar de desacato”, aseguró el diputado Damián Alegría, al considerar que los diputados del FMLN no violaron la ley al ausentarse de la Asamblea. Afirmó que, en su opinión, la convocatoria extraordinaria no tenía fundamento.

“El que ha violado la ley es él (Bukele)… Él tiene malos asesores, él no terminó su carrera universitaria. Posiblemente carece de elemento de juicio”, comentó y agregó que el principal planteamiento usado por el presidente está basado en un “periodo en el que la Asamblea no se reunía” con frecuencia. 

“En esas circunstancias era válido que el Ejecutivo, por una emergencia, una inundación o un huracán, convocara a plenaria. Pero hoy no hay necesidad, porque hoy todas las semanas nos reunimos”, dijo el diputado Alegría.

Los alrededores de la Asamblea Legislativa, hasta la avenida Juan Pablo II fueron invadidas por militares.

Intimidación con militares y antimotines

Los diputados efemelenistas, tanto propietarios como suplentes, confirmaron a GatoEncerrado haber recibido intimidaciones desde que mostraron su desacuerdo al llamado de Bukele.

Eriberto Ortiz, Rocío Menjívar, Mabel Reyes, Dina Argueta, Nidia Díaz, Gerson Guadrón y Cristina Cornejo fueron algunos de los legisladores que expusieron públicamente que experimentaron persecución de agentes policial. 

Las intimidaciones comenzaron luego de que se ordenara el retiro de los agentes de la división de Protección a Personalidades Importantes (PPI) de la Policía Nacional Civil (PNC) asignados a los diputados.

Los legisladores, del FMLN y de Arena, comenzaron a observar vehículos polarizados que rondaban afuera de sus viviendas. Incluso algunos policías y miembros de Fuerza Armada de El Salvador (FAES) llegó a preguntar por ellos o a preguntar información personal. 

Ante esa situación, asesores del FMLN acudieron el domingo a la Procuraduría para la Defensa de Derechos Humanos (PDDH) para denunciar las intimidaciones registradas. Además de la PDDH, el FMLN presentó una denuncia ante la fiscalía contra Bukele por el delito de sedición.

La diputada suplente por San Salvador, Rocío Menjívar, dijo haber sido víctima de persecución e intimidación. Ella aseguró que recibió una visita de agentes policiales y del ejército en su casa, el sábado a las 4:30, quienes llegaron en un carro con placas particulares. 

“Yo no estaba, pero preguntaron a mi papá mi nombre y cuáles eran mis horas de llegada. Preocupa”, explicó y calificó el hecho como una “extorsión” desde el presidente para “que se haga lo que él diga. (Sin embargo), hay un orden constitucional que se debe respetar”, dijo.

El domingo 9, en horas de la mañana, un grupo de ciudadanos vinculados al partido Arena, también interpusieron una demanda de inconstitucionalidad en contra de las acciones del presidente Bukele tras la convocatoria extraordinaria de su Consejo de Ministros.

Los militares invadieron y se tomaron el Salón Azul de la Asamblea Legislativa.

La víspera de la intromisión de Bukele

Entrar por cualquiera de los accesos a la Asamblea Legislativa en la noche del sábado 8 de febrero, era como estar en una pequeña zona de guerra. Cientos de soldados fuertemente armados y con restricción de paso vehicular, vigilaban las entradas al primer Órgano de Estado, apenas ocho meses después que Bukele asumiera la Presidencia de El Salvador. 

A las 6:14 de la tarde del sábado, el presidente de la Asamblea Legislativa, Mario Ponce, convocó a una sesión plenaria para las 8:30 de esa noche noche. Lo hizo después de una reunión con la comisionada presidencial del gabinete, Carolina Recinos. 

La razón de la convocatoria, según insistía Ponce ante la prensa, era demostrar voluntad de resolver el conflicto con el presidente Bukele.

La matonería presidencial presionaba a cada minuto y su estandarte antidiputados ondeaba entre la horda de tuiteros y troles que respaldan al mandatario en redes sociales. Sumado a eso, Bukele mantenía un discurso autoritario y amparado en su interpretación constitucional para advertir a los diputados que estaban obligados a obedecer al Consejo de Ministros. Y fue aún más allá, militarizó los alrededores del Órgano Legislativo y retiró temporalmente a los agentes de seguridad de los que goza cada diputado.

Bukele, además, insinuó la insurrección si los diputados desobedecían a la convocatoria de sus ministros. La mayoría de los diputados, especialmente del FMLN, hablaban ya de un golpe de Estado al Órgano Legislativo.  Mientras tanto, los altos mandos militares y policiales declaraban públicamente su “lealtad al presidente” y esperaban sus órdenes. 

A las 8:34 de la noche del sábado, periodistas hacían guardia en los pasillos legislativos a la espera del inicio de la sesión plenaria convocada. Mientras el timbre de la Asamblea que anuncia la sesión había sonado ya tres veces, los diputados aún no terminaban de llegar. Unos en jeans, otros en camiseta por fuera y uno que otro aparente estado de descanso de un sábado por la tarde.

Después de algunos minutos de espera a los diputados, el presidente del Legislativo, Mario Ponce, encendió su micrófono y dijo: “queda en constancia que esta presidencia ha hecho los esfuerzos”. Posterior a ello, se inició el pase de lista. En total, solo 28 de los 84 diputados asistieron a la convocatoria. La sesión tuvo que entrar en receso, por falta de quórum, pero quedó abierta para discutir y aprobar el préstamo que solicitó Bukele.

Aún así, el presidente Bukele dijo que la convocatoria extraordinaria seguía en pie.