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Un plan de educación reducido en ideas: sin indicadores ni presupuesto

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Beatriz Benítez

🗓️ 1 de junio de 2020

Seis meses después de iniciar la administración Bukele, los titulares del Ministerio de Educación presentaron el Plan Estratégico Institucional de Educación 2019-2024 a diferentes sectores. Nunca compartieron un documento: únicamente hicieron una presentación en powerpoint. Especialistas aseguraron, según lo que leyeron, que dicho plan no definía cómo se pretendía alcanzar lo planteado ni con qué presupuesto.

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Beatriz Benítez

🗓️ 1 de junio de 2020

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l 11 de diciembre de 2019, la ministra de Educación, Karla Hananía de Varela, y el viceministro, Ricardo Cardona, hicieron una presentación del “Plan Estratégico Institucional de Educación 2019-2024” a organismos internacionales, cooperantes, sociedad civil y directores nacionales.

Según el comunicado de esa cartera de Estado, las prioridades y apuestas de ese Plan Estratégico estaban en sintonía con el Plan Cuscatlán que ofreció el presidente Nayib Bukele en la campaña electoral. La ministra de Educación agregó, en ese momento, que el plan contenía las grandes apuestas que desarrollaría el sector educativo, en articulación con el resto de carteras de Estado.

Seis meses después, los especialistas Helga Cuéllar Marchelli y Óscar Picardo Joao dijeron a GatoEncerrado que el Ministerio de Educación (Mined) hizo una presentación de powerpoint y hasta la fecha no conocen el documento final. Es decir, que se inauguró sin estar terminado. Además, dijeron que luego de leer la presentación, observaron que el nuevo plan no definía indicadores, compromisos concretos, ni presupuesto.

“Creo que el nombre de Plan Estratégico no era el adecuado, no había indicadores, no había datos con los compromisos concretos de las ideas de ese documento; es decir, establecer como una prioridad o como un componente la dignificación docente no dice mucho sino digo cómo, en qué plazos, con qué recursos”, cuestionó Picardo, quién es director del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia (UFG).

Helga Cuéllar Marchelli, directora del departamento de estudios sociales, de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades), comentó a esta revista que durante la presentación del plan le dijeron que el documento todavía estaba en proceso de definir metas, prioridades e indicadores. Aseguró que, en febrero de este año, le pidieron opinión sobre algunos temas, ella hizo observaciones pero ya no supo más, luego inició la emergencia por la pandemia por COVID-19.

Cuéllar participó en las discusiones de las mesas de trabajo en temas de la profesionalización docente, evaluación educativa, educación técnica, tecnológica y sector productor. Dijo que le pareció positivo que el plan se construyera con los equipos técnicos del Mined, directores y especialistas, porque eso permitía que se apropiaran del contenido y se sintieran comprometidos para implementarlo.

Sin embargo, señaló que la visión, las metas y objetivos de un plan, al que se le da el nombre de institucional, eran de largo plazo al 2030. Mientras que para los cinco años de Gobierno se planteaban algunas metas de corto plazo, pero no decían cómo las implementarían ni cuál era el presupuesto para ejecutarlas.

Y a partir de que no se conoce públicamente un documento, surge la pregunta: ¿cuál es el plan que ha venido implementando este Gobierno? Cuéllar cree que se está reaccionando sobre la marcha.

“Mucho de lo que se ha hecho depende de las decisiones que tomaron cuando se acordó el presupuesto 2020, el año pasado, y no podríamos decir que estaban enfilados con este plan, al menos no completamente porque, primero, no conocemos cómo quedó el plan; segundo, porque el mismo plan tiene visión aspiracional al 2030 y no tenemos definidos cuáles son las metas y las prioridades en estos cinco años”, indicó.

“Estamos reaccionando o no necesariamente estamos actuando en función de una estrategia definida, clara, con metas y prioridades, porque no las conocemos, y si la hay, yo no sé si realmente lo está siguiendo”, agregó.

Cuéllar también comentó que las metas a largo plazo que se planteaban estaban sujetas a la aprobación del Plan Estratégico, lo cual le hace pensar que debe ser consultado y validado con otros actores para asegurar la continuidad y el compromiso financiero. Aunque se proponía un pacto por la educación, tampoco esclarecía si se trataba de una aspiración, o si pretenden generar una discusión con todos los actores para revalidar el plan estratégico o crear una propuesta más integral.

En su opinión, una propuesta de país tiene que tener el consenso para lograr que trascienda más allás de un periodo de Gobierno, de lo contrario pasará lo mismo que con el Plan Nacional de Educación 2021, que lanzó el expresidente de la República, Antonio Saca —en prisión por corrupción—, con metas y retos para 16 años.

Plan sin presupuesto

El Plan Estratégico tampoco contempla presupuesto. Según una nota de El Diario de Hoy, el viceministro de Educación dijo que las inversiones a veces dependen del proceso, de las condiciones previas y de la situación fiscal del país. En el Plan de Educación Cuscatlán tampoco se establece metas de financiamiento. Durante la campaña, el presidente Bukele se limitaba a decir que “el dinero alcanza cuando nadie roba”; además, decía que combatiría la elusión y evasión fiscal para obtener más recursos. 

Picardo sostuvo que el tema del presupuesto y la calidad del gasto es crucial y define las prioridades. Recordó que desde hace años el país invierte el 3 % del Producto Interno Bruto (PIB) en educación. 

En el Presupuesto General de la Nación para 2020 se le aumentó el presupuesto al Ministerio de Educación de $995,598,780 a $1,039,242,490, llegando a un 3.75 % del PIB. En la administración de Salvador Sánchez Cerén, el Consejo Nacional de Educación (Coned) pidió invertir el 7 % del PIB en educación. Es decir, todavía hay una brecha de 3.25 % para alcanzar esa meta.

El presidente Bukele se jactó de que “por primera vez en la historia se invierten más de $1,000 millones en Educación, con $30 millones para remodelación de escuelas”. Sin embargo, durante la emergencia por la COVID-19, el Gobierno ya le recortó $8 millones de la inversión a infraestructura para pagar salarios de la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) y el Centro Internacional de Ferias y Convenciones (CIFCO).

“La mejor radiografía de los intereses y prioridades de un país, de una empresa o de una casa es el presupuesto. Por poner un ejemplo: si en tu casa la cuota del carro es más significativa que el colegio de tus hijos, está claro cuál es la prioridad”, señaló  Picardo. 

El especialista consideró que hay una incongruencia entre ideas y aspiraciones y lo que realmente invertimos. “Invertimos más, por ejemplo, en inteligencia del Estado que lo que se invierte en investigación en la Universidad de El Salvador. La OIE (Organismo de Inteligencia del Estado) tiene $30 millones y la UES tiene medio millón y eso habla mucho de la importancia de las cosas”, sostuvo.

Sobre el primer año de gestión de Bukele, Picardo consideró que pasaron seis meses valiosos en donde no se logró un plan sólido. 

El año escolar fue interrumpido por la emergencia tras la pandemia, que cambió el mapa y obligó al Ministerio de Educación a implementar guías y clases por televisión. 

“Creo que ha sido un año perdido, más allá de estas dificultades que han cambiado la agenda, pero desde el inicio, desde antes del COVID se pudo haber visualizado una apuesta clara y no se visualizó, por lo menos en la academia nos quedamos esperando el plan, solo nos llegó el powerpoint y eso fue todo. No tenemos más indicios ni evidencia de para dónde va el rumbo del sistema educativo”, dijo.

La medida de impartir clases por televisión no es nueva, se usó en 1968 pero tuvo poca penetración en el área rural, según el historiador Carlos Calderón. “Las teleclases tuvieron también muchas debilidades. Hubo imposibilidad de que los alumnos siguieran el ritmo de la TVE”, opinó en GatoEncerrado.

Calderón consideró que esta crisis debería ser la excusa perfecta para iniciar una transformación educativa, fortaleciendo la educación desde la comunidad y motivar una enseñanza por medio de la resolución de problemas con estrategias interdisciplinarias. A su vez, se debe desmontar el escepticismo ante las herramientas digitales de los docentes de todos los niveles de estudio. 

“Esto solo se logrará cuando el sistema innove con nuevas estrategias pedagógicas dentro de los planes educativos, se adhieran permanentemente las herramientas tecnológicas dentro de las políticas públicas, se fortalezca la solidaridad comunitaria y se democratice aún más la comunicación, dejando a un lado la institucionalidad centralizada y lo autoritario”, escribió en GatoEncerrado.

Cuéllar  también señaló que la pandemia está complicando la situación financiera del país, lo que implica que con menos ingresos al Estado hay menos posibilidades de financiar las áreas sociales.

Plan de Primera Infancia 

Dentro de la propuesta educativa, el Plan Cuscatlán también contempla el plan “Nacer-crecer”, con el fin de apostar por una verdadera educación inicial integral para niños de 0 a 5 años, programas de nutrición, educación y ayuda para las madres embarazadas.

El 27 de febrero de este año, la primera dama Gabriela Rodríguez de Bukele lanzó el Plan Nacional de Primera Infancia, con el que pretende dar prioridad a la niñez salvadoreña.

Cuéllar dijo que el despacho de la primera dama les presentó un powerpoint a la mesa de trabajo de primera infancia, en la que Fusades participa. Al igual que el plan estratégico, les dijeron que todavía estaba en discusión. 

“Yo les pregunté dónde está el documento para poderlo revisar y nos dijeron que lo único que tenían era este powerpoint y que estaba todavía en discusión, que estaba siendo revisado, por lo tanto, no estaba totalmente definido”, sostuvo.

Cuéllar considera que la iniciativa es positiva y la temática la están presentando con mucha seriedad, pues al tema se le dado poca visibilidad. 

En lo que pudo observar, dijo que le pareció que el plan es bastante ambicioso y con un enfoque integral; sin embargo, al igual que el plan estratégico, era una apuesta de largo plazo pero quedaba la duda cómo lo iban a implementar. Además, en algunas áreas tenía indicadores y metas, pero no estaba claro cuáles eran las de corto plazo y cómo se iban a lograr, sobre todo, no estaba contemplado el financiamiento.

“Cuando hice la pregunta, la respuesta fue: tenemos un préstamo en gestión. Entiendo que es un préstamo entre BID y Banco Mundial. Al final era un préstamo externo. Entonces, la pregunta es ¿y cómo va generar la capacidad local para poderlo sostener? No solo es recursos financieros, sino también humanos e institucionales para asegurar que una vez terminados los fondos externos va a poder continuar”, señaló Cuéllar.

Finalmente, Picardo sostuvo que urge un acuerdo nacional sobre los mínimos comunes que se deben de respetar. Recordó que desde 1991 cada gobierno ha intentado aplicar un plan, pero cuando se mide el desempeño de esos planes no dejan de ser ideas. Aseguró que después de los Acuerdos de Paz se han tenido políticas de gobierno, sin una visión de largo plazo y acuerdos nacionales que incluyan el presupuesto, lograr 12 grados de escolaridad para toda la población. “Cada cinco años volvemos a empezar, cada cinco años hay nuevo plan. Hay nuevas autoridades, cambian las prioridades”, dijo.