Profesor en Física Y Matemática.
Consultor Educativo, asiduo lector y amante de la historia.
osoli75@yahoo.es
Nada ni nadie puede pasar por encima de la democracia que tanto ha costado conseguir en muchos países latinoamericanos y el nuestro no ha sido la excepción, no permitamos que nadie esté por encima del estado de derecho, no permitamos que nadie pisotee nuestra patria.
Por Óscar Armando Olivo*
“Y es así como muere la libertad, con un fuerte aplauso”.
Padmé Amidala.
Esta escena icónica de la película de ciencia ficción Star Wars III La Venganza de los Sith, me marcó desde que la vi y se convirtió en un referente humorístico en esas pláticas políticas y chuscas entre amigos fans de la saga, pero encierra una gran verdad en la historia política del planeta: la forma en que se bota un Estado de derecho alegando el bien de todos, cómo se han destrozado sistemas democráticos bajo la promesa de que es para seguridad del pueblo y cómo se ha llegado a esta decisión extrema debido a la “amenaza que ciertos sectores presentan al gobierno legítimo”.
Toda dictadura moderna latinoamericana ha dado inicio con un gran apoyo popular y el poder se ha alcanzado de forma legal y haciendo uso de la democracia tantas veces alcanzada gracias a la lucha y la sangre derramada de un pueblo; para luego transformarlo en una forma de gobierno autoritaria, represiva y basada en una sola persona o caudillo.
En mayo del año 2020, yo hacía la reflexión pidiendo que a nuestro país nunca llegara este ejemplo, puesto a través de una película, y que se respetaran las instituciones creadas para mantener un estado democrático y que cada jefe, de los tres órganos que conforman el gobierno, sea respetuoso de las disposiciones de dichas instituciones y nunca estar por encima de los otros dos órganos.
Pero con lo sucedido el 1 de mayo de 2021, lamentablemente, el vaticinio fue una realidad: fue triste ver cómo se asesinaba el Estado de derecho al suprimir a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y al Fiscal General y en su lugar, colocar personas afines al régimen que poco velarán por el cumplimento de la Constitución, más bien, únicamente responderán a las directrices que se envíen desde el ejecutivo, lo que en nuestro tiempo actual corresponde a una sola persona.
Pero lo más triste de todo, es que se dio bajo un gran aplauso de aprobación popular. A pesar de las críticas y preocupaciones expuestas por la comunidad internacional y organizaciones civiles nacionales, la popularidad del presidente no decayó y el golpe de estado fue celebrado con vítores entre el grueso de la población, por lo menos fue lo apreciado en las redes sociales donde el discurso de odio gubernamental fue replicado por miles de usuarios.
Esperemos que en nuestro país se detenga la manipulación popular a través de discursos en los cuales la verdad absoluta la posee quien gobierna un órgano estatal y ve en toda acción de los otros sectores una amenaza contra la vida, la estabilidad o las “buenas intenciones” de dicho órgano. No podemos seguir con la idea de que tenemos un gobierno perfecto que solo merece halagos sin ninguna exigencia.
Nada ni nadie puede pasar por encima de la democracia que tanto ha costado conseguir en muchos países latinoamericanos y el nuestro no ha sido la excepción, no permitamos que nadie esté por encima del estado de derecho, no permitamos que nadie pisotee nuestra patria.
Profesor en Física Y Matemática.
Consultor Educativo, asiduo lector y amante de la historia.
osoli75@yahoo.es