Foto/Emerson Flores

“Nos toca seguir la lucha por las mujeres trans que ya no están”: Mónica Linares

Mónica Linares comenzó la lucha por los derechos de las mujeres trans en El Salvador desde que era una adolescente. Ahora, a sus 41 años, se cataloga como una sobreviviente que seguirá trabajando por las mujeres trans, incluyendo las que han sido asesinadas y no han recibido justicia.

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Por Xenia Oliva

Mónica Linares, directora de ASPIDH Arcoiris Trans, tiende a recordar que a su edad, casi 42 años, ha superado el promedio de vida de las mujeres trans salvadoreñas, que apenas suele rondar los 33 años. Se considera una sobreviviente que comenzó la vida de activista por sus derechos y el de sus amigas y compañeras desde que era menor de edad.

“Era luchar por las otras mujeres trans que no querían reunirse porque significa exponerse más. Las marchas eran peligrosas porque después había matanzas”, relató Linares a GatoEncerrado. El proceso de trabajo en la organización inició en 1996 con otras mujeres trans trabajadoras sexuales que comenzaron a reunirse e intentar defenderse del acoso de cuerpos de agentes metropolitanos y municipales.

Desde los inicios, las organizaciones de mujeres trans han superado muchos obstáculos. Antes de ser ASPIDH, eran el Nombre de la Rosa, pero desde las entidades gubernamentales les negaban el permiso de tener personería jurídica. Así que buscaron inscribirse con el nombre de ASPIDH y se convirtieron en la primera organización trans en tener personería jurídica en El Salvador. Posteriormente, fueron la primera organización que logró firmar cartas convenio con entidades como la Policía Nacional Civil (PNC) y con los ministerios de Justicia, de Salud y Trabajo para lograr espacios de mejora de atención a las personas trans. 

“Somos parte de las sobrevivientes de una guerra civil, somos parte de las mujeres trans sobrevivientes de una pandemia y de otra pandemia que siempre ha existido en nuestras vidas, que es la discriminación social”, dijo.

Para Britany Castillo, asistente técnica de ASPIDH, también es un obstáculo el hecho de que desde la población trans se ha llegado a naturalizar la violencia.

“Creemos que si nos violan en el contexto del trabajo sexual pasa porque estamos ahí, lo hemos naturalizado. Pero pasa porque el Estado no nos ha garantizado nuestros derechos. Cuando nuestros familiares nos echan de las casas naturalizamos la violencia, ya no denunciamos. Tratamos de que las compañeras denuncien, poner ese hábito de denuncia”, dijo.

Mónica ha mantenido el sueño de que en el país exista una Ley de Identidad de Género: “He tenido ese sueño de tener una ley de identidad de género, aún cuando nadie creía, cuando era un tema de chiste”.

Aunque muchas veces ha pensado en abandonar todo, ese sueño ha mantenido su lucha, aún después de que la Comisión de la Mujer desechara la propuesta de ley que tanto les había costado que ingresara a la Asamblea Legislativa.

La decisión de la Asamblea Legislativa, de enviar al archivo la propuesta de Ley de Identidad, para Mónica se convirtió en el inicio de una nueva batalla por sus derechos. “Seguimos en una batalla donde no tenemos armas. El armado sigue siendo el Estado salvadoreño, el Estado que no garantiza los derechos de las personas en general, menos de la población LGBTI, mucho menos de las mujeres trans”.

Ante la pregunta de si ha considerado tener que salir del país por su seguridad e integridad física, Mónica admitió que también lo ha pensado, pero acá tiene su familia y su lucha. Comentó que sus amigas le han advertido que al quedarse podría ser víctima de un ataque o incluso ser asesinada, algo que ella aceptó que podría ocurrir.

“Nadie niega que pueda pasar. Pero también debemos estar en resistencia, no es posible que, si todas nos empezamos a exiliar por las amenazas que hemos sufrido, los Estados sigan ganando y sigan siendo Estados no garantes de derechos, porque no habrá quienes exijamos”.

A pesar de su coraje, Mónica también admitió que hay momentos en la lucha donde impera el cansancio ante la falta de cambios.

“Siguen pasando los años, siguen pasando crímenes de odio, que ni siquiera son catalogados como crímenes de odio, siguen sin resolver, siguen sin ser judicializados, a veces cometidos por las mismas autoridades que debían ser quienes defienden los derechos humanos”.

Ese cansancio, sin embargo, no la desmotiva e insiste en que seguirá la lucha por todas las compañeras a las que ahora solo puede recordar. “Hay un montón de compañeras que solo nos queda recordar y nos toca seguir la lucha por ellas”

Días antes de la marcha del Orgullo 2021, Bianka Rodríguez, directora de Comcavis Trans, hizo un llamado general para que no solo haya un acompañamiento de los mensajes de la marcha, sino también que todos hagan propias las realidades que se sufren desde el colectivo.

“Las desigualdades afectan de mayor manera a las personas más pobres y la población de mujeres trans está en una situación de pobreza. Gobiernos van, gobiernos vienen y nosotras siempre quedamos olvidadas desde la política pública”, dijo Bianka.

La medida —al que casi todo el país fue sometido, desde el 21 de marzo pasado para evitar la propagación del COVID-19—, no tenía marcha atrás. Así que muchas de ellas cumplieron. Encerraron a sus familias y se encerraron ellas.

Este trabajo se elaboró con el apoyo del International Center for Journalists (ICFJ).

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