
Estudiante de la Licenciatura en Ciencias Jurídicas de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA), y miembro del Círculo Académico de Análisis Político (CAAP), un movimiento estudiantil de la UCA.
Los diputados oficialistas, y en general el Estado, en lugar de estar realizando acciones que a la larga dan como resultado ataques generalizados y sin fundamentos hacia los sectores opositores de la sociedad, se deberían estar planteando respuestas a los verdaderos problemas que día con día machacan a la sociedad salvadoreña. Porque parece que tenemos un gobierno que no le interesa poder encontrar a los desaparecidos; que no le interesa buscar soluciones para reducir el alza en los precios de la canasta básica y en la gasolina; que prefiere bañar con luces LED las construcciones en lugar de realizar obras de calidad; que prefiere poner en las manos de los jóvenes fusiles y tener 20,000 efectivos militares, a que tener 20,000 maestras y maestros que enseñen los valores de la solidaridad y la paz.
Por José Morales*
El padre Rodolfo Cardenal menciona en su libro “Manual de historia de Centroamérica” que la historia es un instrumento de experimentación de la realidad, ella es un desarrollo constante de entendimientos que permiten hacer presente los hechos del pasado para no repetirlos y determinar el futuro. Una reflexión con un enorme peso simbólico en un país donde, hoy por hoy, parece que la historia nuevamente aparenta repetirse en nuestros 20,000 km2.
El pasado 3 de febrero, el rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), el padre Andreu Oliva, visitó la Asamblea Legislativa para realizar su comparecencia ante la comisión especial que investiga la asignación de fondos a oenegés. Una larga sesión de estilo inquisidor del siglo XV, donde los diputados oficialistas, con una notable intención de desacreditar a la UCA, sobrellevaron una agenda que terminó en una magistral ponencia por parte del rector de nuestra casa de estudios.
La UCA, desde su fundación en 1965, se ha caracterizado por forjar hombres y mujeres conscientes y consecuentes con la realidad que los rodea. Más que entregarles personas preparadas en un ámbito determinado al país, la universidad ha tratado de formar personas comprometidas con la justicia y con las mayorías vulnerables; hombres y mujeres que, a la luz del mensaje del padre Rutilio Grande, no pueden ser neutrales cuando una injusticia se presenta y atenta contra la sociedad. Una situación que, en estos 57 años de historia universitaria, ha conllevado al descontento y al reiterado ataque indiscriminado de las clases dominantes. Un desagrado institucionalizado que mandó a silenciar un 16 de noviembre las voces que representaban los ideales de la universidad.
Dentro de la comparecencia del padre Oliva, casi que siguiendo la línea de ataques proporcionada por el Ejecutivo, los diputados afines a Bukele cuestionaron una vez más el papel de la casa de estudios durante la época de los gobiernos de la derecha recalcitrante salvadoreña encabezada por Arena, y en la década de una izquierda apaciguada del FMLN. Sin duda alguna que, entre los ciegos, el tuerto suele mandar, pues en los últimos 30 años la UCA ha estado donde siempre estuvo: al lado de las causas justas, al lado de la democracia, de la paz y de las reivindicaciones sociales.
Los diputados oficialistas, y en general el Estado, en lugar de estar realizando acciones que a la larga dan como resultado ataques generalizados y sin fundamentos hacia los sectores opositores de la sociedad, se deberían estar planteando respuestas a los verdaderos problemas que día con día machacan a la sociedad salvadoreña.
Porque parece que tenemos un gobierno que no le interesa poder encontrar a los desaparecidos, que no le interesa buscar soluciones para reducir el alza en los precios de la canasta básica y en la gasolina; que prefiere bañar con luces LED las construcciones en lugar de realizar obras de calidad; que prefiere poner en las manos de los jóvenes fusiles y tener 20,000 efectivos militares, a que tener 20,000 maestras y maestros que enseñen los valores de la solidaridad y la paz.
Porque tratar de resolver los problemas del país desde la comodidad de una residencial de lujo, desde la mira de una realidad a través de un tweet modificando cifras y datos, y con un sistema judicial que lo que menos realiza es la búsqueda de una justicia efectiva y pronta, no parece una nueva idea, ni mucho menos un acto revolucionario.
Nosotros, como estudiantes de una nueva década, tenemos la desdicha de vivir nuevamente en un panorama de autoritarismo institucionalizado. Pero esto nos motiva a todos a seguir el ejemplo de aquellos hombres y mujeres que dieron su vida por un país distinto. No tenemos que ser "un museo de tradiciones muertas" que solo van a las aulas a memorizar datos, tenemos que ser estudiantes que busquen, en palabras del padre Ignacio Ellacuría, "Hacer todo lo posible para que la libertad sea la victoria sobre la opresión, la justicia sobre la injusticia y el amor sobre el odio".
Estudiante de la Licenciatura en Ciencias Jurídicas de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA), y miembro del Círculo Académico de Análisis Político (CAAP), movimiento estudiantil de la UCA.