Foto/ Facebook Entrevista AM
La deforestación en la Cordillera del Bálsamo y zonas aledañas, lugares donde ahora se levantan urbanizaciones de alta plusvalía, ha provocado el desplazamiento de venados y otros animales a las zonas periurbanas de Antiguo y Nuevo Cuscatlán, en La Libertad. Según biólogos, los corredores o las zonas de conexión para las poblaciones de venados se han perdido. Esa es la verdadera razón por la que hay vida silvestre en las calles de estos municipios y no por exploración o porque no tienen depredadores y tampoco por una sobrepoblación de venados.
El avistamiento de venados en las zonas de Antiguo Cuscatlán y Nuevo Cuscatlán, en La Libertad, “es un fenómeno completamente normal”, según aseguró el ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), Fernando López, quien dijo el 9 marzo, en la entrevista “AM” del estatal canal 10, que al no existir presión de depredadores naturales en la zona “es posible que el número de venados aumente”.
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“La visita de vida silvestre en la zona periurbana es un fenómeno completamente normal (…) Al no existir presión de depredadores naturales, es probable que el número de venados aumente, pues son animales que tienen un ciclo de reproducción bastante eficiente”, afirmó el funcionario.
La afirmación, sin embargo, encaja en la definición de “Engañosa”, que es una de las seis categorías bajo las que Ojo de Gato hace verificaciones del discurso público de los funcionarios salvadoreños. De acuerdo con dos biólogos y un ingeniero especialista en impacto ambiental, consultados por Gato Encerrado, el hábitat de los venados y otros animales silvestres ha sido alterado debido a la construcción de nuevos emplazamientos urbanos en Antiguo Cuscatlán y Nuevo Cuscatlán, dos municipios considerados de alta plusvalía en el país. Y, aunque los especialistas coinciden en que no hay presión de depredadores naturales y que el ciclo de reproducción de los venados es eficiente, el elemento determinante en la llegada de los animales a la ciudad se debe a que su entorno boscoso sufre, hoy por hoy, una transformación abrupta.
“La nueva edificación en esas zonas ha hecho que el ejemplar (venado) no encuentre la tranquilidad que solía tener en su hábitat. Desde luego que encontrarse con el movimiento de las máquinas, la tala de la vegetación y la remoción de tierra ha hecho que los venados salgan huyendo a las áreas donde han sido avistados”, explicó uno de los biólogos, quien pidió no ser identificado para evitar cuestionamientos del Ejecutivo salvadoreño cuando solicita permisos para investigar o cuando colabora con las autoridades en algún proyecto.
Algunas zonas de la Cordillera del Bálsamo, la Sierra Santa Elena y las Cumbres de Cuscatlán, en Antiguo y Nuevo Cuscaltlán fueron declarados recientemente “urbanizables” por ambas alcaldías, a pesar de que antes del gobierno de Nayib Bukele, el Ministerio Medio Ambiente declaró esas zonas como áreas de máxima protección por su alto valor ambiental. Todo esto consta en la “Ordenanza reguladora del uso y gestión del suelo” y el Decreto Ejecutivo 51 en el ramo del Medio Ambiente. En Nuevo Cuscatlán, además, el Foro del Agua de El Salvador ha denunciado la construcción de nuevas residenciales en un área de la Cordillera del Bálsamo, bajo el auspicio de la actual administración del MARN.
“Los nuevos proyectos están transformando toda esa zona, y lo que se ha visto ahorita, venados moviéndose en las periferias, es un fenómeno que vamos a estar viendo los próximos años debido a las intervenciones programadas en esas zonas boscosas, hábitat de varias especies”, agregó el biólogo, para explicar la consecuencia inmediata de la urbanización en la Cordillera del Bálsamo.
Según el experto, ya hay “impactos acumulados” por la urbanización; es decir, “daños acumulados” que ha provocado el desplazamiento de los animales, pues los corredores o las zonas de conexión para las poblaciones de venados se han perdido. Después de esto, se van a dar otros fenómenos, según el experto, como el “deslizamiento de agua” donde los afectados, en la época de lluvia, serán quienes vivan en las partes bajas de las cuencas.
Otro de los biólogos consultados, quien también pidió no ser identificado, dijo que no solo los venados han sufrido una alteración en su hábitat sino también las ardillas, los tigrillos, los gatos zontos, entre otros animales, quienes al verse acorralados, “tratan de colonizar lo que les están quedando”, buscando en la zonas periurbanas.
“La presión sobre estos animales es fuerte, pues se ve que empiezan a buscar un lugar donde adaptarse. Y aquí lo importante también es: ¿El ser humano va a ser capaz de adaptarse a la presencia de estos animales en las ciudades? No lo parece, pues constantemente vemos a personas pidiéndole al MARN que les retiren de sus casas mapaches, cocodrilos, serpientes, etc”.
El titular del MARN añadió, en la misma entrevista, que todas las construcciones en torno a la Cordillera del Bálsamo, de donde confirmó proceden los venados, cuentan con los permisos necesarios para operar.
“Realmente, el desarrollo del país no puede detenerse (…) Todas las construcciones en la zona, y eso es importante decirlo, cuentan con los permisos para operar”, afirmó el funcionario, quien añadió que en las administraciones pasadas “pensaban que al ignorar el tema de tramitología ambiental, al ignorar el tema de los permisos, estaban cuidando el medio ambiente y estaban haciendo todo lo contrario”.
Douglas Recinos, especialista en impacto ambiental, aseguró que no hay construcción que no tenga un impacto ambiental, unas en mayor medida que otras. Sin embargo, en el caso de urbanizaciones en la Cordillera del Bálsamo y zonas aledañas, el impacto generado en la flora, en la fauna, en el agua y en los suelos “no va a lograr nivelarse con las compensaciones ambientales que las empresas hagan a cambio del otorgamiento de permisos. Una vez construido, no hay posibilidades de recuperarse”.