La consulta pública, según admite la misma empresa en su Estudio de Impacto Ambiental, fue en realidad una “encuesta casa por casa” en la que preguntaron a los habitantes de Suchitoto si querían nuevas fuentes de empleo cerca de sus casas. La población respondió que sí, pero también dijo que le preocupaba la escasez de agua y contaminación que puede dejar la instalación de una granja que pretende engordar 3.4 millones de pollos al año. En el mismo documento, la empresa minimiza la preocupación de los encuestados y concluye que tienen “prejuicios”.
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Junio 29, 2023
La empresa Avícola Salvadoreña S.A de C.V., mejor conocida por su marca comercial “Pollo Indio”, está construyendo una granja de pollos en Suchitoto sin el permiso de la alcaldía. Aunque la compañía cuenta con el permiso ambiental del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), el alcalde Denys Miranda sostiene que esa autorización es insuficiente debido a que existe una ordenanza municipal que prohíbe la instalación de “cualquier tipo de empresa que afecte el recurso hídrico”.
La empresa también ha infringido el mismo Permiso Ambiental de Ubicación y Construcción para su proyecto “Granja Suchitlán”, que el MARN le concedió el pasado 25 de julio de 2022. La resolución del ministerio advierte que “este permiso no otorga el derecho al titular del proyecto para su construcción sin los permisos correspondientes ni para iniciar el funcionamiento, una vez finalizada su construcción, ni lo exime de obtener las demás autorizaciones que establecen las leyes de nuestro Estado”.
La normativa local que Avícola Salvadoreña ha violado es la “Ordenanza para la protección y conservación del recurso hídrico del municipio de Suchitoto” que fue aprobada el 21 de septiembre de 2021, de forma unánime por todo el concejo municipal y a solicitud de los habitantes que participaron y votaron en la “Consulta Popular por el Derecho Humano al Agua” de 2019. Específicamente, la empresa transgredió los artículos 17 y 18 de la ordenanza, que la obligaban a solicitar una certificación municipal de viabilidad hídrica al mismo tiempo que hacía el proceso para obtener el permiso ambiental del MARN.
Además de saltarse la ordenanza, la empresa también aseguró al MARN en el resumen ejecutivo del Estudio de Impacto Ambiental, en la página 7, que “conociendo que el proyecto requiere de factibilidades y permisos ante diferentes autoridades competentes, se han gestionado las opiniones de (…) la Alcaldía”. Sin embargo, el alcalde sostiene que la empresa ha ignorado la opinión del concejo municipal.
“No es posible que se pueda llegar a instalar una situación (granja) en Suchitoto y ni siquiera se toma en cuenta la opinión del concejo municipal. Eso, básicamente, es un abuso a la autonomía de los municipios. Los artículos 203 y 204 (de la Constitución de la República) hablan de una autonomía que tenemos tanto en lo administrativo, económico y otras cosas; entonces, independientemente de que tengan otro tipo de permisos, no los exime de tener que solicitar los permisos correspondientes en los municipios”, aclaró el alcalde Miranda, quien es miembro del partido oficialista Nuevas Ideas.
Por estas infracciones a la ordenanza, la alcaldía ya inició un proceso sancionatorio en contra de Avícola Salvadoreña, según consta en el acuerdo municipal número 18, aprobado el pasado 15 de junio.
En el mismo acuerdo municipal, se relata que el pasado 8 de junio por la mañana, el personal de la Unidad Ambiental de la alcaldía se desplazó hasta el cantón El Zapote para verificar la denuncia que recibió, de parte de las comunidades y juntas de agua aledañas, sobre el inicio de las obras de construcción de la granja, a pesar de que no cuenta con el permiso municipal. Cuando los delegados de la Unidad Ambiental llegaron, los representantes de la empresa los recibieron y acompañaron en un recorrido que no pudo concluirse porque hubo áreas que fueron restringidas y a las que no se les permitió inspeccionar.
Esa obstaculización del trabajo de inspección que se encontraban haciendo los delegados de la Unidad Ambiental es otra violación a la ordenanza municipal. El artículo 23 clasifica como “infracción grave” la obstaculización al trabajo de vigilancia que ejerce la autoridad ambiental municipal.
A pesar de la obstaculización, los delegados de la Unidad Ambiental documentaron que la empresa tenía, estacionada y apagada, maquinaria pesada en el terreno y que ya había hecho terracería.
Por la tarde de ese mismo día, las comunidades y las juntas de agua denunciaron que la empresa había encendido la maquinaria pesada y que continuaba con las obras iniciales de construcción. Luego de recibir la nueva denuncia, los delegados de la Unidad Ambiental volvieron a desplazarse hasta la zona y constataron que la maquinaria pesada estaba encendida y trabajando en el proyecto.
En la inspección también documentaron que los trabajadores estaban “removiendo materiales hacia el lado sur poniente y depositándolos cerca de las quebradas El Mojón y Las Lajas, ocasionando impacto ambiental por el cambio drástico de uso de suelo, provocando el desplazamiento de fauna silvestre”.
Estas obras iniciales de construcción están clasificadas en el artículo 23 como “infracción grave”, por no contar con la debida certificación de viabilidad hídrica municipal.
“Si analizamos la situación, el margen que la alcaldía tiene para enfrentar la situación es corto, pero por eso está toda esta gente acá, luchando, para que el margen crezca”, aseguró el alcalde Miranda, el pasado 20 de junio, al finalizar una caminata que hicieron las comunidades en el centro del municipio, en protesta por la construcción de la granja.
Lideresas comunitarias agregaron que la granja no es bienvenida en la zona porque pone en riesgo el agua de 13 comunidades, debido a que el proyecto también tiene el permiso para la perforación de un pozo para uso industrial, “siendo colindante con las quebradas conocidas por los lugareños como El Mojón y Las Lajas, que son parte de la microcuenca del río Chalchigue”.
Las lideresas temen que la construcción de la granja impermeabilice las áreas de recarga hídrica de la zona y deje, paulatinamente, sin agua a las comunidades que se abastecen del pozo de la Asociación Rural de Agua y Saneamiento Haciendita.
La factibilidad de la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) manifiesta que el pozo de la granja podrá hacer una explotación máxima de 11 litros por segundo, por 20 horas de bombeo diario.
“Esa cantidad de agua es mucho más de lo que produce un sistema de agua que provee el servicio a más de dos mil personas de las comunidades. O sea, eso es grandísimo. Pero aquí hay que decir una cosa: eso es lo que proyectan, pero lo que pasa es que esos números aumentarán cuando ellos tengan más demanda. Por eso es que aquí estamos las comunidades, para luchar por el agua”, dijo a esta revista Eliseo Zamora, de la comunidad La Mora.
Zamora también aseguró que la consulta pública que hizo la empresa “no fue representativa” y además las preguntas estaban sesgadas o formuladas con la intención de manipular la opinión de los habitantes que participaron.
Esto último que menciona Zamora consta en la página 13 del Estudio de Impacto Ambiental que presentó Avícola Salvadoreña ante el MARN. En el segundo párrafo de la página queda claro que la pregunta que hicieron los encuestadores de la empresa “casa por casa” estaba relacionada con la “urgente necesidad de la apertura de nuevas fuentes de trabajo”.
“Algunos habitantes cuando les preguntaban si querían trabajo cerca de la zona, obviamente dijeron que sí. Es que cualquier persona del área rural va a responder que sí a la pregunta de si quiere trabajo cerca. Pero si le preguntan si está de acuerdo con la construcción de una granja que va a producir casi cuatro millones de pollos al año, obvio la gente va a pensarlo”, criticó Zamora.
En la misma página, la empresa consignó que los habitantes encuestados “expresaron su preocupación por los efectos de contaminación” que deja una granja de aves. Pero, inmediatamente, en el documento se minimiza la opinión de la población y atribuyen esa “preocupación” a la “mala experiencia de comunidades vecinas de otras granjas (…) que les genera prejuicio”.
“Nosotros lo que estamos pidiendo es que se haga una verdadera consulta pública, no esa encuesta que se hizo. Una verdadera consulta que tenga una participación representativa de las comunidades”, agregó Zamora.
De acuerdo con un análisis de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), los principales impactos potenciales de la granja son la sobreexplotación de los recursos hídricos que puede tener como consecuencia la escasez de agua, mal manejo de las aguas residuales de tipo especial, la propagación de malos olores y contaminación del aire que pueden provocar enfermedades en los habitantes que no tienen los suficientes recursos económicos para medicinas y todo esto, como suele ocurrir, afectará más a las mujeres.
Esta revista intentó contactar, por correo electrónico y en tres ocasiones distintas, a Guillermo Francisco Barrera Córdova, apoderado especial de Avícola Salvadoreña. Pero en ninguna de las ocasiones hubo respuesta a las preguntas puntuales acerca de los señalamientos de las comunidades y el proceso sancionatorio que está siguiendo la alcaldía en contra de la empresa.
Karla González, abogada de Plataforma Global que acompaña legalmente a las comunidades en el caso, explicó a GatoEncerrado que cuando el proceso sancionatorio de la alcaldía termine y se bloquee la instalación de la granja o se le imponga una multa, la empresa deberá cumplir. De lo contrario cometería el delito de desacato y el caso podría llegar hasta instancias judiciales.
“La empresa fue notificada en dos ocasiones, de parte de la alcaldía, para que se acercara a solicitar la certificación que exige la ordenanza municipal. En las dos ocasiones ellos sí respondieron, pero resulta que ellos alegan que se tenga por recibidos los documentos que ya se tienen gestionados ante el ministerio. Pero, el propio ministerio, en su propia resolución, dice que ellos deben seguir los procedimientos locales y eso es lo que ellos están obviando”, dijo la abogada González.