Abril 16, 2024
El septuagenario que esta noche del 9 de abril se mece en una hamaca ―intentando escapar inútilmente del intenso calor veraniego de Tecoluca― escucha con atención la entrevista en vivo que GatoEncerrado le hace a la economista Julia Evelyn Martínez y se conmueve. Mientras la experta explica que la corriente económica neoliberal implementada en El Salvador ha multiplicado a los pobres y beneficiado a las familias ricas, desde el siglo pasado y hasta el quinquenio de Nayib Bukele, el hombre comienza a recordar los amargos episodios a los que sobrevivió en los años setenta. Las memorias de esa época, en comparación con lo que observa actualmente, lo hacen llegar a una única conclusión: ¡Todo sigue igual!
Escuchar a Julia Evelyn Martínez en realidad es fortuito para él. Yo seguí la transmisión para hacer mis apuntes y luego escribir este texto con el resumen de lo más destacado que dijo en la entrevista. Mi misión era simplemente hacer una nota, publicarla en la revista y olvidarme del asunto. Pero resultó que las declaraciones de la economista han hecho que Alfredo, este hombre de 76 años que está a mi lado, quiera desahogar sus recuerdos conmigo y explicarme que encuentra razón en las palabras de la experta.
A finales de 1979 —me cuenta― Alfredo tenía 31 años, (sobre)vivía en medio de la pobreza con su esposa y dos de sus hijos en el cantón El Palomar de Tecoluca, departamento de San Vicente. Y para terminar de arruinar las cosas, como si la batalla diaria para conseguir algo de comer para sus hijos fuera insuficiente, unos militares llegaron al cantón y ordenaron a todos los habitantes que se fueran del lugar. De inmediato. Sin explicaciones. Los amenazaron diciendo que en nueve días regresarían en un operativo militar cielo-tierra, en el que no tendrían problemas para sacar sus aviones y helicópteros y destruir todo a su paso, incendiarlo o demolerlo si era necesario. Advirtieron que cualquier habitante que estuviera presente durante el operativo militar sería considerado un guerrillero y tratado como enemigo de la patria.
Los habitantes de El Palomar, incluido Alfredo y su familia, tuvieron que obedecer. No había otra opción. Era abandonar todo lo que tenían o ser asesinados por el Ejército salvadoreño que defendía los intereses de la élite económica, aunque su narrativa oficial era que estaban luchando para evitar el comunismo en la patria. En realidad, los habitantes no tenían mucho que perder al abandonar sus hogares, pero era lo único que poseían: unos terrenos donde habían levantado sus casas de bahareque y adobe, unos perros y gallinas, la ropa que andaban puesta y algunos utensilios domésticos.
Habitar el cantón El Palomar, en ese tiempo y hasta el presente, siempre ha sido una odisea y una lucha por la supervivencia. Es una zona rural castigada por el cambio climático y caracterizada por ser el hogar de familias empobrecidas, excluidas y perseguidas por las autoridades militares y policiales. El cantón también es, actualmente, vecino del Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la cárcel de la que el presidente Bukele presume que es la más grande de América Latina y de la que se siente orgulloso de haber construido.
En aquella ocasión, como no tenían alternativa, tuvieron que huir. Ni siquiera pudieron explicar que no eran miembros de ningún movimiento social que denunciaba las injusticias y la desigualdad en el país. Simplemente fueron estigmatizados y desplazados.
Mientras Alfredo continúa relatando el episodio, sus ojos se le llenan de lágrimas, como ocurrió en aquella época cuando se sintió impotente y solo le quedó llorar y huir.
Lo peor de todo es que esta no es una historia típica con final feliz. Tampoco es una exclusiva de Alfredo. Es una situación histórica que miles de familias en todo El Salvador han enfrentado.
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La economista Martínez lo tiene claro y lo dice sin miramientos: el Gobierno de Nayib Bukele ha dado muestras de tener la intención de profundizar la implementación de la corriente económica neoliberal y eso, como consecuencia, ya ha provocado más pobreza, exclusión y desigualdad, como ocurrió en El Palomar desde el siglo pasado y hasta hoy. En palabras más sencillas, esta forma de gobernar hará más pobres a los pobres, al mismo tiempo que hace más ricos a los ricos, especialmente si los ricos son parte de la familia Bukele, sus socios, aliados y amigos.
“Este neoliberalismo 3.0 (de Bukele) es un modelo económico que es hiperneoliberal, es un neoliberalismo con hormonas, con esteroides”, asegura Martínez en la entrevista en vivo, para explicar que la doctrina económica que sigue el Gobierno de Bukele es la misma que implementó el partido Arena desde 1989, excepto porque la administración actual es más agresiva con los pobres y agranda la brecha de desigualdad.
Afirmar, en palabras de la economista, que el Gobierno de Bukele tiene características “hiperneoliberales” y se ha convertido en el “neoliberalismo 3.0” es desesperanzador para los pobres, que cada día abundan más en El Salvador. Para la experta, la situación ahora es más desalentadora que cuando Alfredo Cristiani ―el cafetalero que se convirtió en el primer presidente de la República bajo la bandera de Arena― aseguró en su discurso de toma de posesión que “los únicos privilegiados de su gobierno serían los más pobres de los pobres”.
A pesar de lo que dijo Cristiani, el hecho histórico es que los cuatro gobiernos de Arena abrazaron la doctrina neoliberal para reducir la intervención del Estado en la economía y empezaron una cruzada por privatizar algunos de los servicios y empresas públicas. Esto desembocó en que el Estado perdió, por ejemplo, la administración de las pensiones y con el tiempo se agravó la crisis para sostener económicamente y dignamente a los adultos mayores pobres.
La historia no fue tan diferente cuando el FMLN llegó al poder en 2009. Aunque en el discurso se definía como un “el gobierno del cambio” que pretendía representar a los pobres y velar por sus intereses, el hecho histórico es que también dejó muestras de actuar bajo la corriente económica neoliberal. Sin embargo, según la economista, ni juntando los 30 años del bipartidismo Arena-FMLN se puede comparar con las acciones del Gobierno de Bukele, cuando por ejemplo la pobreza extrema aumentó solo en 2023 del 8 % al 8.9 %.
“Cualquiera puede decir: ‘No, pero solo es un puntito’. Bueno, es que cada décima de crecimiento de la pobreza significa miles y miles de familias, de personas, niños y de adultos mayores que están cayendo en una condición de incapacidad para satisfacer al menos sus necesidades vitales (…) La estrategia de crecimiento económico del actual gobierno se basa en el despojo de las familias, de las comunidades, de sus tierras, de sus bienes comunes, de sus medios de vida. Los desplaza, ya sea en el campo o en la ciudad. Son desplazados y van siendo sustituidos por otros grupos, otras clases sociales que tienen capacidad de consumo. Entonces se va generando una brecha de desigualdad entre las clases sociales”, señala Martínez.
Bajo la administración de Arena, el neoliberalismo se mostró a través de la privatización de la banca, las pensiones, las telecomunicaciones y la distribución de energía eléctrica. Algunas de estas empresas y servicios públicos terminaron en manos de las familias ricas que financiaban al partido de derecha. Una de esas familias era la de Cristiani, quien se hizo del control de un banco. La salud también estuvo a punto de ser privatizada, pero las marchas y el rechazo general de la población hizo retroceder a Arena.
“Durante esas dos décadas (1989-2009), Arena consideró al neoliberalismo como la única vía hacia el desarrollo del país y sus gobiernos, encabezados por Alfredo Cristiani (1989-1994), Armando Calderón Sol (1994-1999), Francisco Flores (1999-2004) y Antonio Saca (2004-2009). Aplicaron juiciosamente las medidas sugeridas por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Consenso de Washington. Este proyecto económico fue puesto en marcha al margen de las políticas de reconstrucción nacional desarrolladas durante la posguerra, lo cual repercutió en la agudización de la polarización socioeconómica y en el incremento de los índices de pobreza”, afirma Carmen Elena Villacorta, en su artículo “El Salvador en la Arena neoliberal”, publicado en la Revista Realidad de la UCA.
Después de Arena, en 2009, el FMLN llegó al poder para darle continuidad a las medidas neoliberales que ya se venían implementando, aunque es necesario explicar que fue bajo influencia externa. Eso se reflejó en la Ley de Asocio Público Privado que se aprobó ante las presiones del gobierno de Estados Unidos, ya que era una condición para que se aprobara nuevamente el Fondo del Milenio (Fomilenio), un programa de la cooperación internacional financiado por Estados Unidos.
“Para el Fomilenio, (Estados Unidos) le dijo a El Salvador: ‘O aprueban las leyes público privado o no les damos el Fomilenio’. Y el gobierno cayó. El Gobierno del FMLN también dijo que quería hacer la reforma de pensiones, y no la pudo hacer. Mantuvo el sistema privado de cuentas individuales del modelo de la AFP, porque siguió el modelo neoliberal. Entonces, usted tiene un modelo neoliberal del 1.0 de Arena y 2.0 del FMLN”, recuerda Julia Evelyn Martínez.
Bukele se vende como algo diferente de Arena-FMLN, pero sus medidas económicas apegadas al neoliberalismo lo contradicen, según el análisis de Martínez. De hecho, su gobierno se parece tanto a los anteriores que incluso sus funcionarios comparten la misma lista de corruptos que Estados Unidos actualiza con nombres de personas que cometen actos que socavan la democracia. Parte de los actores corruptos de este gobierno están en la lista por aprovecharse del cargo público o de sus alianzas con el Ejecutivo para beneficiar sus propios negocios, de acuerdo con algunas de las investigaciones truncadas de la extinta Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador (Cicies).
“El Gobierno del presidente Bukele es casi una corporación empresarial de hermanos y compañía. Porque no es solo el presidente Bukele. Es un grupo empresarial de los hermanos, de los negocios familiares y de todos los que están asociados. Son empresas, más grupos empresariales nacionales y transnacionales”, denuncia la economista en la entrevista con GatoEncerrado.
Martínez agrega que el neoliberalismo “está tan agigantado que nunca se había visto esta depredación de los ecosistemas, de la biodiversidad, de los bienes naturales. Al punto que lo que se está creando en El Salvador con este modelo hiperneoliberal, de Bukele, hermanos y compañía, son zonas de sacrificio de la vida (…) ¿Por qué zonas de sacrificio? Porque la vida humana en ese modelo pasa a un segundo o tercer término. En el centro de las políticas económicas que están poniendo en marcha, se pone la ganancia del capital”.
Martínez apunta que las características del neoliberalismo son muy evidentes en el Gobierno de Bukele, que busca fortalecer lo privado y lo individual a costa del debilitamiento de lo público y de lo comunitario. Aunque no lo reconozca el Ejecutivo, sus medidas económicas están aumentando las ganancias de las empresas, mientras que se ha debilitado la educación pública, la salud pública, los programas sociales de atención a la pobreza, entre otros. Un ejemplo concreto y actual de esto es la retención del presupuesto asignado a la Universidad de El Salvador, que la ha puesto en una situación crítica.
De acuerdo con la experta en materia económica, el panorama no es alentador para los próximos cinco años en los que Bukele gobernará inconstitucionalmente y sin intenciones de cambiar la corriente neoliberal, bajo la que se rige, ya que esta favorece los intereses empresariales de su familia y de sus socios.
“El gobierno del presidente Bukele, hermanos y compañía S.A de C.V. no tiene ningún interés en cambiar el modelo económico, porque les está posibilitando los procesos de acumulación de capital”, sostiene la economista Julia Evelyn Martínez.
— Revista GatoEncerrado (@GatoEncerradoSV) April 10, 2024
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“El Gobierno del presidente Bukele, hermanos y compañía S.A de C.V., no tiene ningún interés en cambiar el modelo económico, porque este modelo económico les está generando y les está posibilitando los procesos de acumulación de capital, de enriquecimiento, de concentración y descentralización del capital, que les van a permitir llegar a formar parte de la oligarquía salvadoreña. Eso es lo que quieren estos grupos, sobre todo el de los hermanos Bukele y toda la familia Bukele, y primos y primos hermanos y todas esas empresas que están relacionadas”, expresa Martínez.
En El Salvador, históricamente las familias más acaudaladas apoyaban financieramente al partido de derecha Arena. Incluso las principales gremiales empresariales como la Anep, ASI, Casalco, entre otras, mantenían una relación muy cercana con el gobierno de turno del partido tricolor. Desde la llegada de Bukele al poder, eso cambió.
Ese círculo económico es, según la economista, al que la familia Bukele nunca había podido ingresar, por lo que asegura que ahora no solo necesitarán diez años en el gobierno, sino modificar la Constitución para permitir la reelección indefinida y al menos permanecer en el poder durante 20 años.
“Históricamente (los Bukele) fueron relegados por la oligarquía salvadoreña. Eso pasó en 1989 (con Arena) y luego pasó en el 2009 con el Gobierno del FMLN. No pudieron por más que anduvieron atrás e intentaron incorporarse a la oligarquía salvadoreña, nunca se les permitió. Entonces esta es como la revancha histórica que tienen estos (la familia Bukele). Ahora sí están generando los procesos de acumulación de capital de centralización y de concentración, que les van a permitir ingresar a la oligarquía, que son esos grupos empresariales como el grupo Simán, el grupo Agrisal, el grupo Roble, Calleja, etcétera, etcétera. Ahora, ni modo, a la fuerza el grupo empresarial de Bukele, hermanos y compañía están metiéndose ahí”, sostiene Martínez.
De acuerdo con la experta, la situación económica para los próximos cinco años bajo el Gobierno “hiperneoliberal” de Bukele no solo es desalentadora, sino que también plantea desconfianza en la falta de transparencia con los pocos datos que se hacen públicos. Martínez considera que no son fiables las cifras del crecimiento económico del 2023 que el gobierno dio a conocer.
El 21 de marzo pasado, el Banco Central de Reserva informó que la economía salvadoreña creció un 3.5 % del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre de 2023, superando las proyecciones que se tenían que eran del 2.7 %. Según el gobierno, uno de los aspectos que permitió ese supuesto crecimiento fue que la seguridad pública ha contribuido a mejorar el clima económico.
Martínez sostiene que esa cifra se tiene que ver con desconfianza, porque es bastante cuestionable. Esas proyecciones no corresponden a las que han publicado otras entidades financieras internacionales que miden el pulso de la economía en América Latina, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). La economista asegura que las autoridades salvadoreñas manipularon la metodología de medición del crecimiento económico para obtener esa cifra que encaja en la narrativa oficialista.
Otro dato que aporta la especialista es que a pesar de que ese crecimiento del 3.5 % en el PIB fuera cierto, eso no significa que el bienestar de las familias salvadoreñas o la capacidad adquisitiva o el empleo subió en El Salvador. Incluso, los datos de Martínez indican que el crecimiento económico de El Salvador es el más bajo de los países de la región centroamericana y del Caribe.
“Hay que recordar que el crecimiento en la economía salvadoreña históricamente tiene tres componentes o tres características: El primero es que es un crecimiento desigual porque beneficia a unos grupos sociales, a unas clases sociales y a un tipo de empresas, mientras que otros quedan excluidos de ese crecimiento. Además, es un crecimiento que excluye a la mayor parte de la población. Y en tercer lugar, es un crecimiento que es depredador de los bienes naturales o depredador del medio ambiente. Si no se modifica el modelo económico o la estrategia de crecimiento de la economía, esta puede crecer un 50 % o un 100 %, pero seguirá siendo desigual, excluyente y depredadora del medio ambiente”, reitera Martínez.
La economista agrega que aunque en el 2023 se haya dado un leve crecimiento económico, esta riqueza no llegó a las mayorías populares ni disminuyó la pobreza. Enfatiza que “hay un 20 % de la población que se está enriqueciendo y además es la que no paga impuestos; mientras que el 80 % de la población se está empobreciendo y es la que termina pagando los impuestos”.
Ante toda esta desalentadora situación, Martínez asegura que la única manera de frenar el neoliberalismo de Bukele es la organización de la población, especialmente de los pobres, para que se exija justicia social.
“En los próximos cinco años se puede empezar a construir todo un movimiento, toda una fuerza social económica y política que detenga el modelo Bukele y sea capaz de decirles: ‘No, miren, por ahí no. Ahí vamos hacia la destrucción de El Salvador’”.
De acuerdo con Martínez, las medidas desesperadas del gobierno para intentar rescatar la economía de El Salvador ha provocado extrañeza en los organismos financieros internacionales. Por ejemplo, la semana pasada, el Gobierno de Bukele anunció a través de redes sociales una oferta de recompra de la deuda pública del país, que vence en 2025, 2027 y 2029.
Hoy hemos lanzado la oferta de RE COMPRA de nuestra DEUDA EXTERNA, que tiene vencimiento desde el 2025 hasta el 2029 🇸🇻
— Nayib Bukele (@nayibbukele) April 8, 2024
Todos los que posean bonos de la República de El Salvador pueden acceder a esta recompra pública y voluntaria.
Más información aquí: https://t.co/LSXxN7cZjX
Con esta acción, según Martínez, el gobierno se está anticipando a una caída drástica en el precio de los bonos de la deuda soberana de El Salvador. Esto se debe a que entidades financieras como el banco Barclays le ha advertido a sus inversionistas que vendan los bonos salvadoreños, ya que estos son bonos basura o chatarra, y que cuando El Salvador se haya gastado el fondo de pensiones ya no tendrá capacidad de pago para saldar sus deudas ni tampoco para sostener a los adultos mayores pensionados.
“El gobierno va a hacer la recompra. Vamos a comprar para evitar que caigan a ese nivel tan bajo, sin embargo, aquí viene la pregunta: ¿Y de dónde va a sacar el dinero, si ni siquiera puede pagar la deuda que tiene con la Universidad El Salvador y las pensiones? Somos el hazmerreír de los organismos financieros internacionales. Más que ser el hazmerreír, es un tema de una gran irresponsabilidad en el manejo de las finanzas públicas y en particular en el manejo del endeudamiento público”, puntualiza la economista.
Finalmente, Martínez no ve posible que se logre un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un crédito de $1,300 millones, ya que este organismo pedirá modificar leyes como la del Bitcoin, para que esta no sea una moneda de curso legal sino opcional. Según la experta económica este es un punto de honor de la administración de Bukele y no va a ceder en esta petición.
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Tras escuchar todas estas declaraciones de Martínez, Alfredo me insiste: ¡Todo sigue igual! Y a mi me consta, porque este hombre de 76 años que se mece en una hamaca a mi lado es mi padre. Y aunque sus hijos hemos crecido y aportamos a su hogar para que tenga una mejor calidad de vida, la situación del cantón El Palomar sigue siendo la misma de empobrecimiento, exclusión y desigualdad desde los terribles tiempos de la guerra, durante los gobiernos neoliberales de Arena-FMLN y hasta la actualidad con el Gobierno de Bukele.