Gato melómano

Historias olvidadas de un músico y poeta salvadoreño: Ricardo Cabrera Martínez

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Mauricio Monroy

Callcentero profesional. Estudiante de música, historiador sobre la música de El Salvador y aprendiz de producción musical.

Por Mauricio Monroy*

Pocas personas son las que buscan trascender durante su estancia terrenal en este mundo, y se sabe que cada rama del conocimiento tiene sus grandes figuras. La música no es la excepción, y pocos son, también, los músicos que han logrado que su legado perdure por más de una generación. Hay otros músicos, por ejemplo, que no corren con la misma suerte; no porque no sean buenos cantores o buenos intérpretes, sino porque no siempre suele reconocerse a un gran talento. En este artículo hablaremos sobre un hito sin precedentes en la música salvadoreña. Yo lo colocaría a la altura de cualquier salvadoreño ilustre por importancia. No cualquiera escribe el segundo himno de una nación o se le vincula directamente con un hito de la época de oro de la música mexicana. ¿De quién estamos hablando? De Ricardo Cabrera Martínez. Si no lo conoce, siéntese y lea, por favor.

Cuando comencé a escribir sobre algunos sucesos de la historia musical de El Salvador, honestamente no sabía a lo que me enfrentaba, pero cada vez que me adentraba más en artículos, entrevistas y piezas musicales, comencé a darme cuenta que investigar y publicar es casi como abrir una caja de pandora musical. Y cada historia que consigo me sorprende más. El caso de Ricardo Cabrera Martínez es realmente único en su especie: un tenor, poeta y diplomático que se involucró además en la creación de dos temas que son paradigmáticos en Latinoamérica: Vereda Tropical y Viva mi patria Bolivia.

Pero no seamos desordenados, comencemos por donde es necesario: Ricardo Enrique Cabrera Martínez nació en Santa Tecla, departamento de La Libertad, el 28 de octubre de 1912. Hijo de Segundo Cabrera y Laura Martínez. Por aquellos días, Santa Tecla era una ciudad que se acercaba a la modernidad capitalista donde, incluso, llegó a construirse el primer tranvía eléctrico entre Santa Tecla y San Salvador en 1920.

Marimba Orquesta Country Club. Propiedad del Maestro Carlos Irigoyen Ruiz.

Su inicio en la música se propició cuando el joven Cabrera estudiaba en el Colegio Militar “Capitán General Gerardo Barrios”, ubicado en el centro de San Salvador. Ahí se descubrió a sí mismo como músico al aprender a tocar la trompeta durante su adolescencia, en la década de los veinte. En este mismo recinto educativo fue donde Cabrera Martínez conoció los encantos de la marimba.

En 1925, estuvo presente en la celebración de la Sociedad Fraternidad de Obreros de Santa Tecla, escuchando a la Marimba Orquesta Atlacatl. Al tiempo de haber estado en esa presentación, formó parte de la Marimba Country Club como vocalista y trompetista a finales de los veinte y principios de la siguiente década.

Marimba Alma Salvadoreña e internacionalización de un talento

El director de la Marimba Country Club, el famoso Carlos Irigoyen Ruiz, sabía que tenía a un gran músico y poeta entre sus filas, y sabiendo que alguien más podría pulirlo para internacionalizarlo, lo presentó a Salvador Rivas, director de la Marimba Alma Salvadoreña. Fue entonces cuando el cuadro titular de la marimba quedó completo.

En 1936, la marimba se embarca en una gira por Sudamérica. Abarcó lugares como Paraguay, Perú, Chile, Uruguay, Brasil y Argentina y llegó a esta última patria en 1938. En este país, la marimba hizo sus primeras presentaciones en la Confitería Cabildo, de la histórica esquina de la Avenida Corrientes y calle Esmeralda, en pleno centro de la hermosa ciudad de Buenos Aires, Argentina. Además, alternaba sus presentaciones en vivo con las radiales en Radio El Mundo, ubicada en la calle Maipú al 555.

Ni bien transcurría el año 1939, conoce a su primera esposa, Nélida Cappussi. De su matrimonio nace su hija Laura Cabrera Cappussi. 

En la Ciudad de la Furia, Ricardo y la Marimba cantaban repertorio mayoritariamente mexicano, con colaboraciones de grandes cantantes de la época, como Pedro Vargas, Juan Arvizú (ambos grabaron las creaciones de Cabrera), Leo Marini, entre otros. Además, su repertorio constaba de canciones de compositores como Agustín Lara, Guty Cárdenas y otros mexicanos, genios y amos del romanticismo lírico de aquellos días.

 

Orquesta Marimba Alma Salvadoreña. Ricardo Cabrera, “vocalista tenor” (Sentado en el piano); Salvador Rivas (detrás del atril). Obsérvese el paño de la marimba. Dice: Orquesta Marimba Alma Salvadoreña) Foto en Radio El Mundo de Bs. As.

El ambiente porteño le tenía ya un apodo preparado: La voz romántica de América. Las damas y los caballeros se congregaban en las confiterías de Buenos Aires o frente a las radios de sus casas para escuchar una voz exótica y peculiar, acompañada de arreglos musicales por demás profesionales. Actuó también en radios como Radio El Mundo, Radio Splendid y Radio Belgrano.

Algunas de las obras registradas y compuestas por Cabrera Martínez son A Bolivia (1947), Arrullo tropical (1943), Dos corazones (1946), El morral es mi ranchito (1946) y algunas otras canciones más. Siguió presentándose como invitado de algunas orquestas y como solista acompañado por la orquesta de René Cóspito  y Gilberto Rojas en los años siguientes. Por estos días escribe junto a Apolinar Camacho la cueca famosa A mi Bolivia, el segundo himno de esta república. Pero tranquilidad, que ya llegaremos a esa historia.

Luego de los años triunfales con la marimba en los 30, como solista en la década de los 40, y después de haberse graduado de un doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires en 1952, decide volver a El Salvador para estudiar y graduarse en Derecho diplomático. Luego, en 1957, su vida dio un giro de 180 grados al ser nombrado como Agregado Cultural de la embajada de El Salvador en Uruguay.

En Montevideo conoce a la escritora Juana de Ibarbourou, una de las grandes poetisas líricas de Uruguay. Ella salía de un retiro espiritual luego de enviudar y esta experiencia, de cierta manera, consolida la amistad entre ambos y es ella quien anima a Cabrera a seguir escribiendo poesía. De esta amistad literaria surgió un trabajo poético de ambos autores, sabiéndose que “El árbol” fue uno de los poemas escritos por Ricardo Cabrera Martínez. Este trabajo todavía permanece inédito bajo custodia de la familia del poeta.

Llegada la década de los 60, Ricardo Cabrera agarra todas sus maletas y se va a Río de Janeiro para ser acreditado como secretario de la embajada de El Salvador en dicha ciudad carioca. Y por si fuera poco, su nombramiento en el cargo diplomático coincidió con la inauguración de la nueva capital de Brasil, Brasilia. Fue designado como consejero en Misión Especial para asistir a dicha ceremonia en representación de El Salvador, el 21 de abril de 1960. Todo un fuera de serie Ricardo Cabrera, siempre estuvo en lugares importantes.

Permaneció en Río hasta 1963, para luego ser enviado a Lima, Perú, y desempeñarse como Cónsul General de Carrera y Agregado Cultural. En esta ciudad, Ricardo se codeó con los grandes artistas y escritores de aquella época. Tanto fue su desenvolvimiento en el ámbito cultural que en 1970 recibió un “Diploma de Honor” y la distinción “Miembro de Honor” por parte de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas. Estos reconocimientos fueron entregados nada más y nada menos que por Chabuca Granda, una histórica cantautora peruana, quizá casi tan importante como Violeta Parra.

 

Dr. Ricardo Cabrera Martínez, consejero de Embajada de El Salvador, arribando a Lima, Perú (circa 1963).

Lejanos parecían ya los años de juventud y canto, esos que le habían dado motivos para seguir involucrándose en la música y en la difusión cultural, pero ahora la vida había tomado un rumbo distinto al inicial. Los llenos totales en las confiterías porteñas eran parte nomás de una memoria prodigiosa que guardaba relatos de diferentes vivencias y con distintos acentos y amores. La década de los setentas lo sorprendió siempre activo, pero buscando aquello por lo que decidió salir de El Salvador: la trascendencia.  En 1979 fue cesado definitivamente de todos sus cargos diplomáticos, debido al derrocamiento del Presidente Carlos Humberto Romero. Siguió escribiendo, viajando y haciendo y decidió afincarse finalmente en Río de Janeiro, donde falleció en 2007 a la impresionante edad de 95 años.

Luego de este repaso por la vida de tan prominente (e injustamente olvidada) figura, quiero centrar vuestra atención en dos historias que me motivaron a escribir sobre esta persona y a seguir investigando sobre la historia de la música salvadoreña. Aquí les va:

Vooooooy por la vereda tropical

El subtítulo anterior no es un error de escritura de este servidor; para nada. Es el primer verso de la gran canción “Vereda Tropical”, interpretada por cuanto cantante mexicano de boleros y rancheras que existe. Tema que enamoró a millares de mujeres que soñaban caminar por la susodicha “vereda tropical”, sin saber que esta vereda, se cuenta, está acá en El Salvador.

Por aquellos días, el joven Ricardito Cabrera Martínez cursaba su bachillerato en el Colegio Militar “Capitán General Gerardo Barrios”, ubicado en Santa Tecla. Desde ese sitio partía hacia el centro de Santa Tecla. El recorrido entre estos dos lugares (lo que hoy es la Carretera Panamericana en El Salvador) podría ser la vereda tropical mencionada en su poema. Pero también era un frecuente de las hermosas playas de La Libertad, que también aparecen evocadas en la canción. O sea, la vereda tropical era en realidad la unión de dos puntos: Santa Tecla y las playas de la Libertad. Y la verdad no es difícil imaginar veredas tropicales en El Salvador cuando la deforestación no representaba un problema a corto plazo en el país y no había centros comerciales pomposos en lugares donde, se supone, no debería haber. Pero bueno, el poema original se le atribuye a nuestro Cabrera Martínez, el gran nombre omitido en esta historia.

Ricardo Enrique Cabrera Martínez, tenor, poeta y diplomático salvadoreño.

La composición musical fue hecha por Gonzalo Curiel, a quien se le atribuye también la escritura de dicho poema. Pero, ¿cómo llegó el poema de Ricardo Cabrera a Gonzalo Curiel? Pues hay una respuesta medianamente vaga: todo sucede cuando Ricardito conoce a Juan Arvizú, quien recibió el poema del tenor salvadoreño y éste, ni lento ni perezoso, se la presenta a un tal José Pierson, quien a su vez se la muestra a Curiel, quien compuso los arreglos y estrenó el tema musical en la película Hombres de Mar (1938).

Tan grande fue la popularidad del tema que la alta sociedad mexicana publicaba anuncios pidiendo empleadas domésticas que NO cantaran Vereda Tropical. Lo cierto es que al día de hoy, casi 100 años después de su lanzamiento, sigue siendo interpretada por bandas nóveles y cantantes de antaño. Es la canción que mejor representa la época de oro de la canción mexicana. Y si buscás la canción en San Google, aparecen un sinfín de versiones, pero la primera versión que aparece es la de Javier Solís, el Rey del bolero ranchero y quizás el cantante más importante de su época, junto a Pedro Infante.

Debido a la falta de registros de la época y por las circunstancias en las que la letra de Cabrera Martínez llegó a Curiel, es difícil poder constatar por medio de registros que el salvadoreño fue parte de dichos sucesos. Si ésto es así, déjenme decirles que ha sido una barbaridad cultural, digamos, lo que sucedió con el reconocimiento no otorgado al señor Cabrera por haber escrito dicha letra. Es un himno mexicano y mundial nacido en El Salvador, por fe nomás. Pero la vida, como el fútbol, da revancha.

Viva mi patria, Bolivia: el canto que no muere

Bolivia, 1944. Ricardo Cabrera estaba de gira con la orquesta de Gilberto Rojas y actuaban en Radio Illimani de La Paz, cuando coincidió con Apolinar Camacho, un prominente compositor boliviano quien, sabiendo del talento nato del tenor para escribir, le pidió ayuda para poder terminar la cueca A Bolivia, registrada en Argentina en 1947.

Según cuenta el propio Apolinar Camacho, “la cueca la compuse en 1939 (…). La música y la primera estrofa de la letra fueron creadas por mí; la segunda y tercera estrofa le corresponden a Ricardo Cabrera (…), a quien conocí en los años 1943 y 1944, cuando yo interpretaba en el piano mis composiciones en Radio Illimani. Al presentarle la partitura a Ricardo Cabrera, éste interpretando la primera estrofa me solicitó el permiso para agregar las estrofas que conformaron el alma de la Cueca, y que luego interpretara magistralmente en aquella emisora junto a la orquesta del maestro Gilberto Rojas”.

Esta cueca fue interpretada por un par de grupos sin tener mayor repercusión. Así pasó tirada casi en el olvido (aparentemente) por casi 20 años, hasta que, en 1963, la selección nacional de fútbol de Bolivia disputó la Copa América, el torneo de fútbol de selecciones más importante de Sudamérica y ganó esta competencia al derrotar en la final a Brasil. Fue precisamente al momento de salir campeones, que en vez de que los bolivianos entonaran el himno nacional para celebrar el título, los asistentes al estadio entonaron Viva mi patria, Bolivia, como símbolo de la gesta deportiva.

Algunos años después, en 1969, Ricardo Cabrera Martínez decidió ceder los derechos de autor de la canción en favor del Estado boliviano. A la postre, esta canción simbolizaría la unidad de un pueblo que a día de hoy sigue reclamando la salida al mar.

Un recorrido soberbio en la vida, ¿no es así? Alguien que conoció diferentes latitudes del suelo sudamericano y trabajó siempre en pro del arte y de la cultura y supo adaptarse a las necesidades culturales de cada país en el que estuvo, pero siempre promoviendo un pedacito de ese país tan desangrado, amado y a veces detestable que es El Salvador.

Playlist de Ricardo Cabrera
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Javier Solis- Vereda Tropical
Javier Solis- Vereda Tropical
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2
Viva Mi Patria Bolivia (A. Camacho)- Cueca - Baez, Cavour, Rico, Farina, Zapata, Murillo, Rojas
Viva Mi Patria Bolivia (A. Camacho)- Cueca - Baez, Cavour, Rico, Farina, Zapata, Murillo, Rojas
04:32
3
RICARDO CABRERA MARTINEZ - TE QUIERO DIJISTE
RICARDO CABRERA MARTINEZ - TE QUIERO DIJISTE
03:47
4
COATEPEQUE - RICARDO CABRERA MARTINEZ
COATEPEQUE - RICARDO CABRERA MARTINEZ
03:04
5
QUE VIVA EL SALVADOR - RICARDO CABRERA MARTINEZ
QUE VIVA EL SALVADOR - RICARDO CABRERA MARTINEZ
02:22
6
RICARDO CABRERA MARTINEZ - ENAMORADA
RICARDO CABRERA MARTINEZ - ENAMORADA
03:45
7
RICARDO CABRERA MARTINEZ - SIN TI
RICARDO CABRERA MARTINEZ - SIN TI
02:55
8
RICARDO CABRERA MARTINEZ - CONTIGO A LA DISTANCIA
RICARDO CABRERA MARTINEZ - CONTIGO A LA DISTANCIA
03:07
9
Juan Arvizú - El Morral Es Mi Ranchito - Victor 23-0098-B
Juan Arvizú - El Morral Es Mi Ranchito - Victor 23-0098-B
02:24

Agradezco a Laura Cabrera, hija del Doctor Ricardo Cabrera Martínez, y a su nieto, el Ingeniero Francisco Ricardo Tángari Cabrera. Sin ellos dos, testimonios vivientes de otras épocas y presentes siempre en primera fila en la historia del poeta y tenor, escribir esta historia no habría sido posible. Y puedo decirles con toda certeza que si viviera el  poeta, tenor y diplomático Ricardo Enrique Cabrera, al igual que Roque Dalton, diría: dos patrias tengo yo: Latinoamérica y la mía.

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Mauricio Monroy

Callcentero profesional. Estudiante de música, historiador sobre la música de El Salvador y aprendiz de producción musical.

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