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El mercado nocturno de los comerciantes que no tienen incentivos fiscales

Durante la cuarentena obligatoria muchos trabajadores por cuenta propia vieron afectados sus negocios, pero también encontraron alternativas para seguir adelante, pese a que las medidas de reactivación económica impulsadas por el gobierno los ha dejado al margen y nunca han contado con incentivos fiscales.

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Por Emerson Flores

Los comerciantes del Mercado Central de San Salvador aún no se reponen del impacto económico de la pandemia.

El 20 de abril, el alcalde capitalino Ernesto Muyshondt, impuso un cerco sanitario en el Centro Histórico de San Salvador, como parte de las restricciones para prevenir la proliferación de la pandemia por COVID-19.

El alcalde anunció que el gobierno central lo apoyó con 100 agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) y miembros de la Fuerza Armada, quienes apoyaron al Cuerpo de Agentes Metropolitanos (CAM) en la misión de restringir todo tipo de actividades y libre circulación de peatones, comerciantes y vehículos entre la 25 avenida y 10 avenida, y entre la Alameda Juan Pablo II y el bulevar Venezuela de San Salvador.

Entre abril y junio, nadie estaba autorizado para pasar por el Centro Histórico.

La medida, sumada a la cuarentena obligatoria que impuso el gobierno del presidente Nayib Bukele, ayudó a contener la proliferación de la pandemia en El Salvador, pero al mismo tiempo afectó a los comerciantes, quienes no pudieron hacer nada para recuperar sus inversiones.

Las frutas y verduras de los comerciantes quedaron adentro del cerco sanitario y se pudrieron.

Para intentar levantarse tuvieron que organizarse por cuenta propia y sin ayuda ni acompañamiento de la alcaldía o el gobierno central. Los comerciantes, que no cuentan con incentivos fiscales ni pueden aplicar a los préstamos que el gobierno ha ofrecido en su plan de reactivación económica, crearon lo que ellos mismos llaman: “Mercado nocturno de paso”. 

El mercado nocturno funciona como una economía alterna, en la que los comerciantes se prestan dinero y se apoyan.

Mauricio Domínguez, uno de los comerciantes, explicó a esta revista que al saber que el gobierno estaba impulsando un fideicomiso para recuperar la economía de quienes se vieron afectados durante la cuarentena, decidió ir a Bandesal. Ya en el lugar, le dijeron que él no aplicaba a la ayuda que el gobierno estaba dando. 

“No hay ayuda del gobierno, por eso la ayuda es entre los vendedores, viene de nosotros mismos, se ayuda al que está más fregado. Por eso la idea es no competir entre nosotros, sino que todos podamos vender”, explicó a GatoEncerrado. De no ser por la ayuda de otros comerciantes, Mauricio no hubiera podido mantener su negocio a flote en el mercado nocturno.

El mercado nocturno no es de abasto, ya que esa es la función de “La Tiendona” que es visitada por mayoristas, pero sí es una opción para los pequeños vendedores ambulantes del centro de San Salvador o pequeños comerciantes de tiendas que buscan ofertas en productos frescos en la noche y madrugada para revender o usar en sus negocios. El mercado funciona desde las 18:00 horas de la tarde y cierra hasta las 07:00 horas de la mañana, en el pasaje Acosta frente al cementerio Los Ilustres. 

Mauricio vende granos básicos en los alrededores del Mercado Central. Se ha dedicado al comercio toda su vida, al igual que su familia. En un buen día de trabajo ya ha obtenido ingresos de $500. Sin embargo, debido a la cuarentena obligatoria y al cierre del centro de la ciudad sufrió grandes pérdidas de las que aún no se recupera. 

Cuando la alcaldía instaló el cerco sanitario en la zona, tuvo que dejar su vehículo dentro del cerco y se le pudrieron los productos que transportaba. Sus pérdidas, según sus cuentas, ascendieron a más de $3,000.

“Tuve que empezar a vender frutas y verduras para solventar gastos. Intenté vender entre el bulevar Venezuela y la 25 avenida norte, pero me dijeron que no podía hacerlo. Así que tuve que regalar mi venta, porque la fruta se me estaba arruinando”, mencionó Domínguez, quien es el sostén económico de su esposa y sus cuatro hijos. 

Cuando el Mercado Central cierra sus puertas, el mercado nocturno se toma la calle frente al cementerio Los Ilustres.

El Mercado Central de San Salvador cierra sus puertas a las 17:00 horas de la tarde, que es cuando los vendedores comienzan a abandonar sus puestos y se marchan a sus casas. Pero otro grupo comienza a ordenar sus productos para trasladarlos frente al cementerio Los Ilustres, donde tienen su espacio en el mercado nocturno.

Los carretoneros también llevan sus frutas y verduras y preparan todo para que la calle se transforme en el mercado desde que se oculta el sol hasta que vuelve a salir.

Esmeralda Campos dice que para ella fue doloroso ver vacío el mercado durante la cuarentena y ella desde afuera sin poder hacer nada y con la urgente necesidad de vender para sobrevivir. Ahora, es parte de los vendedores del mercado nocturno, donde vende plátanos y lichas. Los primeros días de la cuarentena obligatoria tuvo pérdidas de más de $2,000: “Antes que empezara la cuarentena nos dijeron que teníamos que dejar de venir por esa enfermedad. Pero uno de vendedora no puede detenerse, porque hay que luchar en la calle para llevar la comida de los hijos”, dijo.

Los comerciantes del mercado nocturno han creado un comité para organizarse, con la esperanza de que la comuna les permita vender en la zona hasta que finalice la temporada navideña. Juan Hernández es parte del comité y dice que han contratado vigilantes para velar por la seguridad durante la noche, también han contratado a gente que se encarga de la limpieza en la zona antes de las 07:00 horas de la mañana, cuando todos los vendedores desocupan el lugar.

Los dueños de talleres y llanterías ceden sus espacios para los comerciantes del mercado nocturno.

Juan Hernández también vende tomates y otros productos: “La venta aquí es bien variable, a veces traigo cebolla y chile. También traigo durazno, peras, manzanas y otras frutas. Me va mejor que dentro del mercado”, detalló en su puesto nocturno, donde los compradores comienzan a llegar poco antes de las 19:00 horas de la noche.

Esta noche de noviembre hay señales de lluvia. Unas cuantas gotas empiezan a caer, pero los vendedores siguen sin inmutarse. Ni la lluvia ni el temor a ser contagiados de COVID-19 los detiene, a pesar de que algunos ya han padecido la enfermedad, como Mauricio Domínguez quien se contagió en abril y estuvo en cama durante todo ese mes.

Aunque llueva, los comerciantes acomodan todo debajo de estructuras improvisadas para cuidar la venta.

“Pasé momentos muy difíciles, porque lo perdí todo y también me enfermé”, explicó Mauricio. En esos momentos, según contó, su esposa era la única que le daba fuerzas: “Vos no naciste con negocios. Mientras tengas la cabeza sobre los hombros, vas a seguir adelante”, le decía.

Cuando regresó a su puesto y le permitieron traspasar el cerco instalado en los alrededores del Mercado Central, un amigo que también es vendedor en “La Tiendona”, le vendió sandía y así comenzó de nuevo. 

“Un día se acercó un chero y me ofreció jengibre y a mí se me ocurrió que la gente podía necesitarla por las gripes que provoca el virus. Entonces le cambié la carga de sandía que yo traía por 10 quintales de jengibre y me fue bien. Comencé a pagar mis deudas”, recordó Mauricio.

La mejor hora para comprar y vender en el mercado nocturno es a las 20:00 horas de la noche.

Gilberto, una de las personas encargadas de velar por la seguridad del lugar, explicó que hay mayor afluencia de compradores entre las 19:30 y las 21:00 horas de la noche. Después hay una pausa y muchos comerciantes aprovechan para dormir o descansar un poco, otros se marchan a sus casas y regresan antes de medianoche, hora en la que se genera otra oleada de compradores que se mantiene hasta las 2:00 horas de la mañana. 

“Por momentos es que viene mayor cantidad de gente, después se calma un poco. También se moviliza gente a partir de las 04:00 y hasta tipo 06:00 de la mañana, que ya los vendedores comienzan a abandonar sus puestos de trabajo y dejan todo limpio”, mencionó Gilberto Flores, vigilante del mercado. 

Los comerciantes descansan a media noche y comen, mientras esperan la madrugada para seguir vendiendo.

La catedrática del departamento de economía e investigadora de la UCA, Evelin Patricia Martínez, dijo a GatoEncerrado que “un fenómeno en las economías de la periferia es que el actual patrón de poder global que controla al sector financiero está expulsando grandes cantidades de fuerza de trabajo” y eso provoca que ahora haya más personas desempleadas buscando un espacio como el mercado nocturno para ser parte o para comprar ofertas y luego revender. Eso, según el planteamiento de Martínez, explica el éxito del mercado nocturno que nació como respuesta a la crisis que dejó la pandemia.

La economista agregó que este tipo de mercados no se rigen por la racionalidad o la lógica de la acumulación, al contrario, “buscan satisfacer las necesidades principales, el salir adelante, la ayuda mutua. La cooperación no se da como mandato, sino por necesidad a través de la solidaridad, la colaboración, es que a todos les beneficia ser solidarios. Frente a una situación de crisis, la solidaridad es una alternativa”, explicó a propósito de la organización de los comerciantes y de los desempleados que buscan el mercado nocturno para comprar y revender.

"A los vendedores no nos queda otra que ser listos para sobrevivir", dicen, como si fuera su lema.

Los primeros análisis de los economistas, tras el impacto económico de la pandemia, no eran muy alentadores cuando señalaban que más de 100,000 empleos se iban a perder en el país durante y después de la cuarentena obligatoria.

Lourdes Molina, economista sénior del Icefi, dijo a GatoEncerrado que debido a lo limitado de los recursos y al alto costo de oportunidad, el gobierno debería de priorizar a los sectores más vulnerables para evitar que las filas del desempleo sigan engrosando. 

“Dentro del sector privado, las micro, pequeñas y medianas empresas, principales beneficiarias del fideicomiso, están en una situación de mayor vulnerabilidad frente a los impactos económicos de la pandemia, en especial al considerar que son la principal fuente de empleo en el país”, consideró Molina.

La situación de cada comerciante del mercado nocturno es similar, pero algunos están en peores condiciones que otros. Para evitar estar peor, el comerciante Carlos Flores decidió pagar todas las cuentas, a pesar de que el gobierno anunció que durante la cuarentena obligatoria otorgaría prórroga a las familias que no podían pagar los recibos de agua y luz.

“Yo me puse a pagar todo, porque había que pagar. No dejé de pagar impuestos ni nada. En esos días que estuvo cerrado todo, se me fueron $4,000 solo en pagos: impuestos, recibos de la casa, alimentación, toda mierda. Muchos dejaron de pagar y eso los fundió, porque ahora ya no deben los 3 meses que dejaron de pagar, sino que deben 4 más. Si no podían pagar uno o dos meses, ¿cómo van a pagar siete?”, expresó.

Carlos contó que durante la primera semana del cierre de San Salvador muchos comerciantes perdieron todas sus ventas, porque no los dejaban parquearse ni comerciar en la calle: “Aquí estaban parqueados como ocho camiones cargados de flores y las vendedoras tuvieron que regalarlas a la gente que pasaba por aquí, en lugar de tirarlas al basurero. No podían solo ir a botarlas, porque se paga para que te boten la basura. Pero en esos días, ¿quién iba a comprar flores? Estar regalando tu ventecita, hermano, es triste. Aquí hubo gente que quedó hecha mierda”, expresó. 

Ahora las cosas son diferentes en el mercado nocturno, según el comerciante José Vásquez, donde ha reiniciado su venta: “Para nosotros es mejor vender de noche, hay menos buses y la gente por la pandemia prefiere salir a comprar a esta hora que está más solo. Tenemos más espacio y vienen bastantes clientes. Cuando las ventas están buenas se venden unos $700. Hay días buenos y días malos. Lo que hacemos para no tener problemas es respetar la calle y dejar limpios los espacios en donde vendemos”. 

Al llegar la mañana, todos los vendedores levantan sus productos y dejan limpio.

Gerson Rodríguez dijo que le preocupa que en algún momento las autoridades quieran prohibir que usen la calle por las noche como mercado nocturno. “Aquí hay gente que tiene puesto en el mercado, pero hay muchos que no lo tienen. Si deciden movernos de este lugar, al menos que nos den soluciones, porque necesitamos sobrevivir”, mencionó. 

La situación que surgió por la pandemia y el cierre que duró varios meses, afectó de manera particular a los trabajadores por cuenta propia. Son muchas las historias sobre pérdida de negocios e ingresos, pero también de superar los obstáculos provocados por la cuarentena obligatoria establecida por el presidente Bukele que duró 86 días. Los vendedores pudieron salir adelante, sobre todo, gracias a la ayuda brindada por otros vendedores que se vieron afectados en menor medida que ellos. 

No solo venden frutas y verduras, es un mercado de variedad. Los comerciantes temen que las autoridades les prohíban seguir vendiendo en la zona.

“Las políticas económicas impulsadas por el gobierno han excluido y dejado en la marginalidad a estos sectores, cuando en realidad debería de ser uno de los sectores prioritarios para poder contribuir a la reactivación económica”, mencionó la economista Evelin Patricia Martínez

La experta también explicó que esta misma situación puede generar otras alternativas de economía solidaria: “Es el campo fértil donde pueden construirse relaciones económicas distintas. Ahí se puede adquirir una conciencia solidaria y todo eso es bien importante también ante el bombardeo del individualismo, del sálvese quien pueda y de la idea de que de manera individual vamos a salir adelante. En esta economía capitalista tener una conciencia solidaria ya es una potencia”.

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