Foto/Emerson Flores
Álvaro Artiga, politólogo y catedrático en Ciencia Política de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” UCA, platicó con GatoEncerrado sobre la relación que el presidente Nayib Bukele mantuvo con los diputados de la Asamblea Legislativa saliente y sobre cómo será el papel de la legislatura 2021-2024, controlada por el partido Nuevas Ideas.
Artiga destacó que la Asamblea saliente ejerció un rol de contraloría importante para garantizar los contrapesos en la sociedad salvadoreña, pero reprochó que en los gobiernos anteriores no ocurrió de la misma manera. Agregó que la relación que se puede esperar de la nueva Asamblea es de pleitesía y de encargarse de los trámites de aprobación que solicite la presidencia de la República sin el debido debate.
¿Cómo analiza la relación que tuvo el presidente Nayib Bukele con la Asamblea Legislativa de 2018-2021?
Sería una relación conflictiva. Pero, conflictiva no quiere decir negativa, sino que era de esperar en la medida en que el presidente no tenía un grupo parlamentario mayoritario o una alianza parlamentaria que le apoyara sus iniciativas. Entonces, esa relación conflictiva es normal en ese tipo de situaciones, no es que aquí haya sido algo especial en El Salvador. En todos los países donde se elige presidente y parlamento, de manera separada, puede ocurrir que el presidente no tiene mayoría legislativa; entonces, en esas condiciones siempre se plantea una relación tensa y eso es lo que tuvimos.
¿El 9-F 2020 (intromisión de Bukele con militares a la Asamblea) provocó un mayor conflicto?
Tensó más la relación. Y después la pandemia y el manejo de los fondos y sobre todo que venía una elección. Las elecciones de este año, del 28 de febrero, de alguna manera fueron como una sombra, entre más se acercaban las elecciones, aunque no hubiera habido pandemia o lo que fuera, la relación se hubiese tensado más por el fin electoral. En cualquier país, la oposición quiere desplazar al gobierno o quiere que el gobierno tenga un revés electoral. Entonces, las elecciones del 28 de febrero fueron como unas elecciones en las que se evaluaba la gestión del presidente. Y en la medida que se acercaban las elecciones, la oposición iba a tensar más la relación, igual el presidente porque iba querer obtener un mejor resultado electoral para acabar con el problema de tener un grupo parlamentario que le apoye.
¿Todo lo que pasó era predecible o algo se salió del guión?
Quizás fuera del evento del 9 de febrero, que aún así podría haberse esperado, porque ya otros presidentes en situaciones similares en otros países, incluso han disuelto el parlamento. Aquí el presidente no consumó esa acción, pero no estaba haciendo nada que en Perú o en Guatemala otros presidentes hicieron en su momento. Disolver congresos. Más bien, aquí le complicó al presidente no tener su propio partido, pero a la vez le favoreció en la medida que supo manejar esa relación a su favor, y su partido ahora es el partido mayoritario. Pero no es que haya habido algo sorprendente. Aun lo que hacía la Asamblea, la formación de comisiones, las interpelaciones. Otra cosa es si eso iba a ser efectivo, puro show. Pero, el uso de esas herramientas que están en la Constitución se vuelven un factor que se utiliza en coyunturas como la que tenemos.
¿Qué se puede destacar del trabajo legislativo del último periodo?
Es bien difícil, porque como le he dicho, por una parte ha sido algo que se podía esperar en una situación que además era inédita: por primera vez en el país un presidente no tenía apoyos legislativos, entonces en esa situación era esperable todo lo que pasó. Ahora, en esa relación, algunos productos legislativos que fueron aprobados por el presidente fueron a parar a la Sala de lo Constitucional, entonces el conflicto o la relación tensa entre Ejecutivo y Legislativo también se convirtió en una relación tensa entre el Ejecutivo y el Órgano Judicial, con lo cual el nivel de conflictividad en el que estuvo el país se elevó. Y en algunos momentos, el Ejecutivo entró en conflicto con la Fiscalía, con la Corte de Cuentas, que son instituciones de control político contempladas en la Constitución.
Entonces, si algo hay que destacar es el ejercicio del control político sobre el presidente de la República, tanto por parte de la Asamblea, por parte de la Corte, por parte de la Fiscalía, por parte de la Corte de Cuentas; porque eso en periodos anteriores, cuando el presidente ha tenido el control de esas instituciones, no ocurrió. Eso es lo que hay que destacar. Lo malo es que se da en un contexto que no es normal, en el sentido que por primera vez, era inédito, y que se iba a acabar el 28 de febrero. Pero, ese ejercicio de las herramientas que tiene la Fiscalía, la Corte de Cuentas, la Asamblea Legislativa, de control sobre el Órgano Ejecutivo, eso tendría que ser lo normal en el país.
Entonces, si a mí me preguntaran qué sobresale del periodo: sobresale ese ejercicio porque es lo que no había en periodos anteriores. Pero que ya se acabó, entonces ahora vamos a regresar a esa circunstancia en donde el presidente controla al legislativo y controlando el Ejecutivo tiene la capacidad de controlar a todo lo demás. Uno de los principios básicos de un régimen democrático que es el ejercicio de controles institucionales, no solo sobre el Ejecutivo, va a dejar de funcionar, como lo había sido en periodos anteriores, incluso en los 20 años de Arena, los 10 del FMLN, y por eso hay presidentes juzgados, condenados, otros en vías de investigación por enriquecimiento ilícito y otros funcionarios. O sea, volvemos a eso.
¿Cuáles cree que son las deudas, leyes o reformas pendientes?
Bueno, las que más sobresalen. La Ley de Aguas o la Reforma a las Pensiones. Yo creo que en general una reforma fiscal progresiva que hiciera que los que más tienen paguen más.
Creo que también es un problema, pero no solo de esta legislatura (saliente), y es que permitieron que el país adquiriera más deuda. No solo por el tiempo de la pandemia, sino que todavía esta legislatura tuvo un pedazo ahí del gobierno del expresidente Salvador Sanchez Cerén. Entonces, yo creo que tampoco ejercieron otra facultad que les da la Constitución, no lo hicieron de manera adecuada, que es el control sobre el presupuesto. Y eso, entonces, ha permitido los niveles de deuda que recibió este gobierno y con los que estamos en este momento. Porque, pues sí, al final ellos bien tranquilos se van para sus casas, pero todos tenemos que pagar esas decisiones.
¿Cómo cree que será la actuación de la nueva Asamblea Legislativa?
Como las Asambleas anteriores a esta que está terminando, que hasta el mismo presidente las describió diciendo que eran genuflexas. Ahí estamos viendo que ya les están diciendo, por ejemplo, que se va a modificar el Fodes, cuando eso no es competencia de él, pero ya les está dando la instrucción.
Para el presidente va a ser una relación bien tranquila, de dominación. Va a tener una Asamblea genuflexa, o sea, que se le hinca, eso es genuflexión. En la literatura sobre estas cosas, se suele hablar de una Asamblea que solamente sella los papeles. Más para el trámite que realmente de debate y así se va a aprobar lo que el presidente quiere. En la legislatura (que terminó) se aprobaba las cosas que el presidente quería, incluso los presupuestos, aún con relaciones tensas, pero al final se aprobaban. Que se aprobaba con condiciones, sí, pero se aprobaba. Ahora lo que va a haber es que se va a aprobar de manera más fácil. Se le va a facilitar la gobernabilidad.