Internacionalista, fundadora y directora de Afrodescendientes Organizados Salvadoreños (AFROOS). Joven influyente de El Salvador, reconocida por la Asamblea Legislativa. Se autoreconoce como Afrosalvadoreña de la Etnia Panune, defensora de los Derechos Humanos, impulsora de la reforma constitucional para el reconocimiento de la Población Afrodescendiente en El Salvador.
En El Salvador, la falta de un reconocimiento constitucional y la falta de políticas públicas han hecho que la población afrodescendiente, en general, esté completamente invisibilizada y ahora las mujeres afrodescendientes enfrentamos retos al doble.
Por Ana Yency Lemus*
Han pasado 29 años desde aquel 25 de Julio de 1992 donde 400 mujeres afrodescendientes de 32 países de América Latina y el Caribe se reunieron en República Dominicana para visibilizar sus luchas, su resistencia, y definir estrategias para enfrentar el racismo y el sexismo, entendiendo estos dos ejes de violencias interseccionales, como los principales a los que se enfrentaban. A partir de ese momento, se estableció el 25 de Julio como Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora, para conmemorar las luchas de las mujeres afrodescendientes por una sociedad más justa e igualitaria.
La finalidad de este día es promover los derechos, la dignidad de las mujeres afrodescendientes en el mundo, reconocer el trabajo incansable que se realiza desde las múltiples redes donde se han tenido que crear espacios para la mujer negra, ante la ausencia de la mujeres afrodescendientes en el movimiento de mujeres feministas en los que había falta de comprensión de la diversidad racial.
Se suele afirmar que todas las mujeres sufren el mismo grado de desigualdad en una sociedad en la que el patriarcado ha regido sobre todo, pero existen muchas razones para ver que, en realidad el color de piel, el grupo económico, político y social influye sobre estas desigualdades y las expande en otra medida afectando aún más colectivos que históricamente han estado sometidos.
La pandemia ha dejado ver el alto porcentaje de mujeres negras que trabajan en ocupaciones de alto riesgo como la limpieza, el empleo informal, y tienen más probabilidades de vivir en zonas urbanas marginales y sobrepobladas, estando por lo tanto en situación de mayor vulnerabilidad frente a los impactos de la COVID-19. Esta precariedad incrementa, a su vez, el riesgo de sufrir diferentes violencias, limitando las opciones para encontrar un espacio seguro.
Ser una mujer por ende es un desafío, un reto, pero ser una mujer negra es ser todo doblemente: las oportunidades son negadas por los mismos prejuicios de la sociedad, toca luchar una milla más que todos para poder sobresalir y lograr nuestros objetivos, saltando cada obstáculo y haciendo a un lado cada rechazo de la sociedad.
Lidiar con el racismo, el clasismo y con los prejuicios nos hace vulnerables, adicional a eso, la guerra entre negros buscando superación hace que se frecuente competencia y exclusiones o mas bien rechazo entre mujeres, por lo que debemos practicar la sororidad entre nosotras.
Las mujeres afrodescendientes se enfrentan a diferentes retos entre ellos tenemos:
1- En el plano de salud, han señalado enfermedades propias de la población afrodescendiente consecuencia de la situación de pobreza, han denunciado la esterilización forzada que han hecho los estados y gobiernos cuyas víctimas fundamentales han sido las afrodescendientes.
2- La violencia racial estructural afecta a la gran mayoría de la población afrodescendiente y se manifiesta en desplazamientos forzados, criminalización de mujeres jóvenes, genocidio hacia las niñas, trata y tráfico.
3- Falta de mujeres afrodescendientes en política.
Las mujeres afrodescendientes han sido víctimas de las causas históricas que han determinado a la pobreza como condición derivada del racismo y la desigualdad socioeconómica que caracteriza la región latinoamericana y caribeña.
En El Salvador la falta de un reconocimiento constitucional, la falta de políticas públicas, ha hecho que la población afrodescendiente en general esté completamente invisibilizada y ahora las mujeres afrodescendientes enfrentamos doblemente retos que se mencionan en este artículo.
En El Salvador sí existimos los afrodescendientes, las mujeres afrosalvadoreñas también hemos sido víctimas de racismo, discriminacion, desigualdad. Nuestras mujeres negras viven en condiciones precarias, no hay programas a favor de la mujer negra. El Salvador es el país más racista de Centroamérica al no reconocer a la Población Afrodescendiente y al no brindar las condiciones necesarias y dignas para las mujeres afrosalvadoreñas.
A través de mi abuela pude descubrir e iniciar juntas nuestro proceso de autoreconocernos como Afrodesalvadoreñas. Somos mujeres Afrosalvadoreñas de la Etnia Panune, la historia nos ha negado, pero no nos hemos cansado de demostrarlo, el vivir también es resistir.
En este día conmemorativo rindo tributo a mis ancestras, sus poderes creadores y de resistencia en esta lucha han sido la guía para poder seguir tejiendo en gran parte esperanza a una población completamente invisibilizada. Quienes también han trazado un camino en el que se ha ido concretando aspiraciones de las mujeres afrodescendientes de América Latina, el Caribe y la Diáspora, seguiremos juntas hermanas tejiendo nuestro camino y defendiendo nuestra identidad.
¡29 años construyendo a viva voz nuestra historia!
Internacionalista, fundadora y directora de Afrodescendientes Organizados Salvadoreños (AFROOS). Joven influyente de El Salvador, reconocida por la Asamblea Legislativa. Se autoreconoce como Afrosalvadoreña de la Etnia Panune, defensora de los Derechos Humanos, impulsora de la reforma constitucional para el reconocimiento de la Población Afrodescendiente en El Salvador.