Rampa vehicular en El Espino amenaza el hábitat de especies en peligro de extinción

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El Ministerio de Obras Públicas tiene entre sus planes construir una rampa vehicular con el objetivo de conectar el bulevar Monseñor Romero con el sentido sur de la avenida Jerusalén. Entre los argumentos está mejorar el tráfico y facilitar a los automovilistas el acceso a los centros comerciales de la zona. Urbanistas coinciden en que una rampa no es la solución al tráfico y biólogos señalan que la rampa afectaría el hábitat de especies anfibias y aves que se encuentran en el listado oficial de especies amenazadas o en peligro de extinción.

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Por Marvin Díaz*

El hábitat natural de tres especies anfibias y dos de aves, que aparecen en el listado oficial de especies en peligro de extinción, es amenazado por la construcción de una rampa vehicular que el Ministerio de Obras Públicas y Transporte (MOPT) pretende instalar sobre una parte del área natural protegida “El Espino-Bosque Los Pericos”, mejor conocido como parque Bicentenario. El proyecto, que aún está en su fase de estudio de factibilidad, promete mejorar el tráfico, conectar el bulevar Monseñor Romero con el sentido sur de la avenida Jerusalén para que los automovilistas puedan desplazarse hacia centros comerciales y apartamentos de lujo, así como completar un intercambiador que garantice ocho movimientos de enlace entre arterias o calles para tener una infraestructura tipo “trébol”. Urbanistas dijeron a GatoEncerrado que este tipo de proyectos no resuelven el tráfico, sino que ocurre lo contrario: entre más espacio se habilita, más vehículos circulan, incluyendo al transporte pesado. En otras palabras, el proyecto amenaza con afectar irreparablemente el hogar de especies en peligro de extinción, no mejora el tráfico y solo beneficia a los centros comerciales de la zona.

Las cinco especies que verán afectado su hábitat por el proyecto de la rampa son la Rana Arborícola de Ojos Negros, la Tepelcúa, la Salamandra Lombriz, la Lora Nuca Amarilla y la Cotorra Frente Blanca. Las primeras tres son especies anfibias que están en la categoría de “amenazadas”, mientras que las dos especies de aves están en la categoría de “en peligro de extinción”. La diferencia principal es que las “amenazadas” no están en peligro de extinción a corto plazo, pero su población disminuye por la sobreexplotación o destrucción de su hábitat. Todas aparecen en el Listado Oficial de Especies y Vida Silvestre Amenazadas o en Peligro de Extinción del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), modificado en enero de 2021.

El Espino, hogar de especies en peligro de extinción

Los inventarios de fauna de SalvaNatura, organización ambiental que administró el parque Bicentenario entre los años 2010 y 2020,  registran al menos 2,241 especies animales que se encuentran de forma permanente en el bosque. De estas, un total de 123 especies de aves anidan en los árboles del parque y 21 especies, entre anfibios y reptiles, son parte del ecosistemas del área natural protegida.

DATO

¿Qué son las Áreas Naturales Protegidas?

El Ministerio de Medio Ambiente las define así:

“Las Áreas Naturales Protegidas (ANP) de nuestro país son el hábitat por excelencia para la vida de diversas especies de flora y fauna silvestre. Precisamente es ahí donde se conjuga la relación naturaleza y ser humano. Las Áreas Naturales Protegidas son zonas del territorio nacional propiedad del Estado, del municipio, de entes autónomos o privados y de personas naturales; legalmente establecidas con el objeto de posibilitar la conservación, el manejo sostenible y restauración de la flora y fauna silvestre, recursos conexos y sus interacciones naturales y culturales, que tengan una alta significación por su función o por sus valores genéticos, históricos, escénicos, recreativos, arqueológicos y protectores, de tal manera que preserve el estado natural de las comunidades bióticas y los fenómenos geomorfológicos únicos”.

El biólogo William Flores, de la Universidad de El Salvador, ha dedicado los últimos cinco años a estudiar la reproducción y hábitat de la Rana Arborícola de Ojos Negros en El Salvador. En ese tiempo, según explicó a GatoEncerrado, ha documentado cómo la tala de árboles en el parque El Espino y los efectos de la crisis climática —como el aumento y disminución de lluvias— han puesto en riesgo la reproducción de la rana que vive en el parque y donde todavía hay una pequeña población no más de 20 especímenes. Esa cantidad, según Flores, es “bastante reducida y no existe relevo poblacional”, lo que puede provocar su paulatina desaparición en la zona.

El proyecto de construcción de la rampa, sobre el parque y hábitat de la rana, solo garantiza la aceleración de la desaparición de esta especie. Pero antes, y a muy corto plazo, obligaría a la rana y a otros anfibios a desplazarse al interior del bosque, donde lo que ocurrirá será una competencia entre la rana y otras especies por alimentos y ecosistemas. 

“La población (especies) se va hacinando, compite más por los recursos y tiende a generarse un estrés en los ecosistemas. Y no solamente las especies que están conviviendo allí, sino también de las condiciones de las cuales dependen”, explicó el biólogo a GatoEncerrado

Flores agregó que la rana de ojos negros cumple un rol importante en el ecosistema del parque. Es un “controlador biológico”; es decir, se alimenta de insectos que tienden a convertirse en plagas. Por ejemplo: los zancudos, grillos y otros seres invertebrados. Cuando estos insectos se vuelven plaga, además de generar un desequilibrio en el orden natural, llegan hasta los humanos y transmiten distintas enfermedades.

“Si no hay algún animalito que se alimente de los zancudos, grillos y otros seres invertebrados, no hay un controlador biológico, y fácilmente las plagas pueden pasar de la zona boscosa a una zona con casas. En el parque Bicentenario hay una comunidad, ellos serán los primeros afectados”, dijo el biólogo Flores. 

Las amenazas a la rana de ojos negros fue parte de los hallazgos de la investigación “Línea de Base para el Monitoreo y Programa de Conservación de la Rana Arborícola de Ojos Negros (Agalychnis moreletii) en el Parque del Bicentenario El Espino-Los Pericos, El Salvador”, realizado por el biólogo William Flores. 

La tala de árboles que ejecutaría el MOPT para la rampa destruiría el hogar de la Tepelcúa y la Salamandra Lombriz. Estos anfibios viven entre las hojarascas en planicies abiertas del parque; es decir, en los bordes (alrededores del área natural protegida).  “Con la construcción ya no habrá hojarasca en el suelo y en la zona y no habrá bosques y pierde hábitat esta especie”, añadió el biólogo. 

Flores también explicó a esta revista que la construcción de la rampa pone en riesgo el hábitat de otras especies que no están en el listado de “en peligro de extinción” como Sapo enano (Incilius coccifer), Sapo Sabanero (Rhinella horribilis), Sapito Túngara (Engystomops pustulosus), Ranita de bosque (Craugastor loki), Ranita de quebrada (Craugastor rupinius), que son anfibios que viven en los bordes del parque. Mientras que al interior hay otras dos especies de ranas como la Rana de Pantano (Scinax staufferi) y la Rana Arborícola Mexicana (Smilisca baudinii).

Las Loras Nuca Amarilla y la Cotorra Frente Blanca, aves que usan los árboles como zonas de paso y alimentación, también serían las especies más afectadas con la construcción de la rampa, según dijo a GatoEncerrado la exgerente del parque Bicentenario por SalvaNatura, Marta Lilian Quezada. 

“Ahí hay una movilidad de fauna. Por supuesto que cuando eso se convierta en carretera va a seguir llegando, porque tiene costumbre, y si no hay una señalización de cruce de fauna van a comenzar a morir atropellados una gran cantidad de cotuzas, mapaches, tacuazines, masacuatas, gatos zontos, zorras grises, venados cola blanca, todo eso vive en el parque”, dijo la exgerente del bicentenario.

Impermeabilizar el suelo del bosque

La deforestación de los 287 árboles en el área natural protegida, contemplada en el proyecto de la rampa, también provocará una alteración en el bosque, ya que impedirá que las aguas lluvias se infiltren en la zona. Es decir, el suelo estará impermeabilizado y no absorberá las aguas que caigan sobre ese sector y correrá hacia abajo a las comunidades de San Salvador, donde GatoEncerrado también ha documentado e investigado las razones por las que en la capital salvadoreña ocurren con más frecuencia y con más intensidad las inundaciones

Para resarcir los daños ambientales, el MOPT se comprometió a reforestar 1,715 árboles en los islotes colindantes con el bosque, los cuales cuentan con un área de 35,225 metros cuadrados. El concejal de la alcaldía de San Salvador, Hector Silva, dijo que en la zona que quiere intervenir el MOPT hay un total de 27,203 islotes disponibles para la siembra.

De acuerdo con Marta Lilian Quezada, los planes de compensación del MOPT son débiles porque los islote designados para la reforestación no cumplen con las condiciones para que los nuevos árboles se desarrollen. Además, teme que el Ministerio de Medio Ambiente no haga seguimiento a los planes de resarcimiento de daños ambientales. 

“Por más que compensés y siembres esos árboles, definitivamente a lo que le pusiste asfalto se pierde, y eso es un área mucho más grande que lo que estás compensando (…) todo el flujo del agua sobre el asfalto se va a convertir en un problema cuenca abajo”, agregó Quezada.

Esta es una imagen satelital presentada por el MOPT a la alcaldía de San Salvador sobre el lugar a intervenir para construir la rampa.

Para ejecutar el proyecto, el MOPT ha solicitado a las alcaldías de San Salvador y Antiguo Cuscatlán permisos para la medición y construcción de la rampa, ya que ambas municipalidades son dueñas cada una del 50 % del terreno a intervenir, según consta en una carta enviada el 7 de mayo 2021 por el ministro de Obras Públicas, Romero Herrera. 

Esta es la carta que el MOPT envió a los alcaldes de San Salvador y Antiguo Cuscatlán para informar sobre el proyecto de la rampa.

Hasta el momento, la obra cuenta con el aval de la mayoría de los concejales de la Alcaldía de San Salvador, quienes el 11 de mayo pasado votaron para solicitar al MARN que desafecte parte del terreno del parque Bicentenario, que actualmente tiene la categoría de área natural protegida, gracias al decreto N༠12 del Órgano Ejecutivo, del 25 de mayo de 2009. Si el Ministerio de Medio Ambiente decide bajarle la categoría a zona “desafectada”, la alcaldía puede donar el terreno para la construcción de la rampa. De igual forma la alcaldía de Antiguo Cuscatlán.

En la primera votación del 8 de junio del concejo municipal de San Salvador, la obra no fue aprobada porque no hubo votos suficientes. Algunos concejales cuestionaron que el MOPT no presentó planes de mitigación y daños ambientales por la construcción. Además, Obras Públicas pretendía talar un total de 450 árboles en el área natural protegida. A estas medidas se opusieron dos concejales del partido Arena y el concejal de Nuestro Tiempo, Héctor Silva. 

Silva comentó a GatoEncerrado, tras esa votación, que el MOPT se comprometió a reducir de 450 a 287 la tala de árboles en el Bicentenario; además se comprometió a reforestar con 1,715 árboles en los islotes del trébol. Asimismo presentó sus planes de reforestación, mitigación y daños ambientales por la obra, según confirmó el concejal Silva.  

“Yo me estuve reuniendo con gente del MOPT para que presentaran sus planes de reforestación, y los presentaron. Ya con todo eso, se votó (nuevamente) y se pasó a  pedir la desafectación al MARN”, dijo Silva.

El 26 de julio de 2021, GatoEncerrado intentó entrevistar al alcalde de San Salvador, Mario Durán, acerca de la decisión del concejo municipal sobre el proyecto del MOPT y las afectaciones al hábitat de las especies de peligro de extinción; sin embargo, el funcionario prefirió no dar declaraciones del tema y se fue sin decir nada.

Por su parte, la Alcaldía de Antiguo Cuscatlán informó a esta revista que la municipalidad no ha solicitado al MARN la desafectación del área natural protegida El Espino para la construcción de la rampa. Así lo afirmó la oficial de acceso a la información pública a través de un correo electrónico. 

El ministro del MOTP, Romeo Herrera, confirmó a GatoEncerrado, que la obra de la rampa en el área natural protegida se encuentra en una “fase de estudio de factibilidad”, que es la primera etapa para iniciar un proyecto de construcción. 

“En ese proyecto en específico estamos en estudios de factibilidad; es decir, esto nos va a determinar si el proyecto se va a construir o no se va a construir, pero son los estudios de factibilidad que al final nos van a determinar”, dijo el ministro Herrera. 

Estos son los objetivos de la rampa en El Espino, en los que se puede observar que la prioridad es facilitar el acceso a centros comerciales y completar la infraestructura tipo "trébol".

Rampa no resolverá tráfico vehicular

Uno de los objetivos específicos que el MOPT plantea para la construcción de la rampa es que ayudará a mejorar el flujo vehicular y evitar el tráfico en el bulevar Monseñor Romero y avenida Jerusalén, facilitando la conexión a centros comerciales y apartamentos de lujo. 

Sin embargo, expertos en movilidad urbana y transporte, como el arquitecto e investigador de la Universidad José Simeón Cañas (UCA), Carlos Grande, consideran que la construcción de la rampa entre San Salvador y Antiguo Cuscatlán no resolverá la problemática del tráfico en la avenida Jerusalén. 

“Ayudará en muy cortísimo plazo. En mediano plazo volverá a ser obsoleta. Desde la ingeniería de tráfico: ¿Va a solucionar el problema? En cantidades mínimas. Los problemas que están teniendo en ese lugar no los soluciona esa rampa. Un ingeniero dirá que reduce la presión en un porcentaje, pero en un año va a estar igual de carga”, explicó Grande.

DATO

Importancia de El Espino

La Finca El Espino tuvo originalmente un territorio conformado por 1100 manzanas, que se extendían desde el municipio de Antiguo Cuscatlán hasta San Salvador, según datos que guardó la Asociación Cooperativa de Producción Agropecuaria El Espino de RL. Algunos historiadores y ambientalistas afirman, incluso, que la finca llegaba hasta lo que hoy es el parque Infantil en San Salvador. A lo largo de los años, la finca ha sido mutilada, con todo y sus especies. Actualmente no sobrepasa las 450 manzanas de territorio. El resto de la tierra ha sido vendida o arrebatada para construir centros comerciales, calles y urbanizaciones. La familia del expresidente Francisco Dueñas, quien se aferró al poder en la segunda mitad del siglo XIX, ha sido una de las principales depredadoras ambientales en la zona después de heredar las tierras. 

Ambientalistas aseguran que si la Finca El Espino se sigue perdiendo entre la jungla de cemento y edificios, el 50 % del agua que consumen los capitalinos dejaría de existir. También quedarían sin hábitat especies en peligro de extinción y las enfermedades respiratorias serían cada vez más frecuentes, porque no existiría ese bosque que recicla o filtra casi 200,000 toneladas de dióxido de carbono. Seguir mutilando lo que queda de El Espino también equivale a contribuir con la crisis climática y aumentar a temperaturas más calientes cada año. Ambientalistas también señalan que permitir más construcciones en lo que queda de la finca es impermeabilizar el suelo y provocar más inundaciones en las comunidades y colonias de la parte más céntrica de San Salvador.

*Con reportes de Ernesto Amaya

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