Opinión

Los Pipiles: de niños a nobles

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Hugo Díaz

Arqueólogo y académico independiente. Exdirector de arqueología de la dirección de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura

Por Hugo Díaz* 

Los pueblos nahuas, tras casi cinco siglos de lucha por sus territorios ancestrales de lo que ahora se conoce como occidente de El Salvador, han resistido a diversas y violentas formas de exterminio físico; así como invisibilización y olvido simbólico. Estos episodios virulentos, luego de la invasión y ocupación de su axis mundis, fueron deteriorando la memoria histórica vinculada a sus orígenes míticos, junto a su cosmovisión y etnoconocimientos. Muchas veces, tal como sucedió en 1932, el propio ocultamiento de su incalculable riqueza cultural fue intencional y una forma de sobrevivencia, cuyos efectos directos son palpables en la actualidad al registrarse una tradición oral restringida que generó un intercambio intergeneracional limitado, caracterizada por la dignidad de quienes supervivieron.     

Los vacíos generados fueron ocupados por diferentes elementos extraños a las civilizaciones milenarias, entre los que se encuentran los de naturaleza académica. Uno de los principales ejemplos es el empleo de la palabra “pipiles” como un gentilicio, uso totalmente asumido por la sociedad salvadoreña y por los propios pueblos indígenas. 

Hugo Fidel Sacor, en su documento titulado “Los Pipiles”, proporciona dos aspectos de importancia al respecto. El primero es que fueron los tlaxcaltecas quienes nombraron “pipiles” a los pueblos nahuas, específicamente de Escuintepeque. En segundo lugar, reproduce una de las versiones más extendidas y aceptadas, consistente en que estos pueblos de lengua nahuatl nombraron con dicho calificativo a las civilizaciones locales debido a su forma de hablar como “niños”, al comparar su idioma materno con el nahuat, propio de esos grupos mesoamericanos. Algunas versiones salvadoreñas van mucho más allá al mencionar que nuestra lengua materna fue considerada más “vulgar” al cotejarla con el idioma de los ejércitos indígenas aliados provenientes del ahora centro de México. ¡Nada más lejos de la realidad! 

Ambos idiomas poseen un mismo tronco en común denominado lenguas yutoaztecas, uto-aztecas o utonahuas, y en el ahora territorio mexicano existen pueblos que hablan nahuat. Este ha sido registrado como una variante del nahuatl, y algunas de estas comunidades están ubicadas en la sierra norte de Puebla y del sur de Veracruz, siendo conocidas como nahuas o pipiles del Golfo. Por ende, teniendo en cuenta el nivel regional de las dinámicas sociales mesoamericanas, en las cuales destacan las extensas redes de comercio y tributo, es casi imposible que estas poblaciones no formaran parte del entramado cultural de la época. En este sentido, es muy probable que los tlaxcaltecas u otro pueblo nahua del período Posclásico (900/1000 – 1524 d.C) no reconocieran esa lengua local. 

Se puede argumentar, no obstante, que tal mote también fue utilizado para nombrar a los pueblos que hablaban nahuat en el Golfo, muy propio de la otredad, y por ello asignado a las civilizaciones locales por parte de los indígenas amigos de los castellanos. Sin embargo, los propios tlaxcaltecas nos proporcionan evidencia contundente de que el término pipil no fue un peyorativo, sino al contrario el reconocimiento del linaje de las civilizaciones que al momento del contacto ya tenían por lo menos 700 años de ocupación en estos territorios.

El códice de Glasgow, una versión extendida del lienzo de Tlaxcala, es un registro de cada uno de los lugares en los que los tlaxcaltecas participaron en apoyo a las empresas expansionistas castellanas, siendo básicamente una probanza de sus méritos y servicios que tuvo como fin el reclamo de beneficios. En este, los antiguos territorios de Los Izalcos fueron representados mediante un idiograma que significa “Tecpan Yztalco” (Tecpan Izalco) 

Estampa correspondiente a la batalla de Tecpan Ytzalco (Tecpan Itzcalco). Tomado de: https://lienzodetlaxcala.com/manuscrito-de-glasgow/#jp-carousel-2803. (b) Logograma del topónimo Tecpan Izalco, adaptado por la arqueóloga Michelle Toledo.

El término tecpan tuvo una enorme importancia política y simbólica en los pueblos mesoamericanos, tal como establece Navarrete (2019) con base en el cronista nahua Chimalpain Cuauhtlehuanitzin. Ese término es para los nobles, al estar directamente asociado con la palabra “palacio”, así como relacionado al término tecpantlaca (gente del palacio) y por ende a grupos étnicos considerados “pipiltin”o “pipiltzin”. Tales características fueron plasmadas en el códice de Glasgow, mediante un signo presente en el topónimo asignado a Tecpan Izalco, denominado “Plumero tecpilotl”, representación de la corona tlaxcalteca, elemento portado por los dirigentes y nobles de esa región.

Tan grande era la importancia del Plumero tecpilotl que fue colocado al centro de la Lámina 3 del Lienzo de Tlaxcala, que representa la reunión de alto nivel que tuvo lugar en México Tenochtitlan entre Moctezuma, junto a su comitiva, y Hernán Cortés en compañía de Malinalli. Por lo que tal acción indica que el encuentro fue entre pares considerados nobles.

Representación de la reunión entre Moctezuma junto a su comitiva y Hernán Cortés en compañía de Malinalli. Entre ambos grupos se aprecia el “Plumero tecpilotl”.

De esta forma, los territorios pertenecientes a Los Izalcos, que se extendieron por casi todo el occidente y colindaron con el también ancestral Cushcatan (el otro núcleo político nahua en función), fue reconocido como un espacio ocupado por pueblos que ostentaron la calidad de nobles (pipiltzin) provenientes de la mítica Tula, linaje que actualmente está presente en los pueblos nahuas del poniente salvadoreño, los que inexorablemente deben de considerarse desciendes directos de gobernantes milenarios y reconocer su derecho histórico como parte de la primera raíz civilizatoria mesoamericana.   

NOTAS:

1 – Este escrito es un extracto del articulo denominado “Los Izalcos: un Altepetl Complejo Registrado por los Tlaxcaltecas En 1524”, el cual se encuentra a la fecha en proceso de publicación.

2 – Por respeto a las lenguas maternas de los pueblos mesoamericanos, en los términos en idiomas indígenas no se utilizarán tildes diacríticas.

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Hugo Díaz

Arqueólogo y académico independiente. Exdirector de arqueología de la dirección de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura.

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