Por Xenia Oliva

Kevin Rivas, de 25 años, fue sacado de su casa y arrestado por agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) el viernes 15 de abril. Eran las 10:30 de la mañana cuando unos fuertes golpes despertaron a Kevin y abrió rápidamente la puerta al ver que era la Policía. Sus vecinos, quienes también estaban fuera de sus casas, fueron testigos de que él no se opuso en ningún momento. Kevin, al igual que buena parte de sus vecinos, ha vivido toda su vida en esa etapa de la Urbanización Montes de San Bartolo, en Soyapango. Él vive solo desde que su familia se fue a Estados Unidos.

Sin dar mayores explicaciones o razones, se lo llevaron a él junto a dos vecinos más.

Desde entonces, la familia y amigos de Kevin llevan una lucha contra reloj para lograr que lo liberen antes de que lo trasladen a un centro penal.

Los seres queridos de Kevin tienen la certeza de que han hecho todo lo correcto: han conseguido los papeles que certifican que tiene trabajo, que ha sido estudiante de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera, es decir todo lo que ha estado plasmado en el discurso de funcionarios públicos y pastores religiosos, en muchas ocasiones acompañado de la frase “El que nada debe, nada teme”. Sin embargo, más de 24 horas después de su detención, a las 6:21 de la tarde del sábado 16 de abril aún no habían logrado cruzar el puente que les permita conseguir la liberación de Kevin.

Incluso, a esa hora, estaban bajo la incertidumbre de no saber con seguridad cuál es el paradero de Kevin.

Desde Estados Unidos la familia ha intentado moverse y comunicarse con Kevin, pero no lo han logrado. La abogada que contrataron pudo recibir información de forma escueta de que iba a ser remitido de la delegación Santa Eduviges a la de Ilopango y que probablemente sería trasladado junto al resto de detenidos al centro penal de Izalco en Sonsonate.

Los amigos de Kevin, así como su madre y hermana, han acudido a Twitter para lograr que el presidente de la República, Nayib Bukele, escuche su caso.

“Necesitamos la pronta liberación de mi hijo, su único pecado es vivir en una zona conflictiva”, escribió su madre.

Kevin, de 25 años, es un joven apasionado por las cámaras y el arte. Su cuenta de Instagram refleja su amor por la fotografía y por los detalles. Su pasión también se ha convertido en uno de sus principales modos de subsistencia.

“Lo único que busca es superarse, lo ha hecho a través de la comunicación, del arte, de la fotografía. Puede darse cuenta que es una persona tratando de sobrevivir”, expresó uno de sus mejores amigos, quien pidió que no se publique su nombre.

Sus amigos señalaron que Kevin pudo estudiar en la Escuela Mónica Herrera gracias a una beca de la Fundación Forever y que él también ha trabajado por conseguir más becas y proyectos que apoyen a los jóvenes y niños de la zona donde él vive.

Kevin ha trabajado en proyectos audiovisuales, musicales y documentales. Actualmente trabajo en el proyecto Hablemos de Cine, que busca documentar sobre el cine salvadoreño.

El rector de la Escuela Mónica Herrera, Federico Harrison, compartió en su cuenta de Twitter que él fue profesor de Kevin. “Lo recuerdo como un joven inteligente, serio y trabajador. Es frustrante que los jóvenes que viven en las zonas más afectadas por la delincuencia hayan perdido el derecho a soñar y trabajar por un mejor futuro”.