Por Emerson Flores

Como si fuera el escenario de un país invadido militarmente, la Fuerza Armada de El Salvador sacó uno de sus vehículos de guerra para patrullar con un centenar de soldados en la calle principal de Mariona, frente al centro penal La Esperanza. El lugar ha sido noticia internacional debido a que en los últimos días estuvo abarrotado por una multitud de madres, esposas, hermanas e hijas que pedían información sobre sus familiares detenidos en las redadas del régimen de excepción —que se ha convertido en la estrategia de seguridad pública del gobierno de Nayib Bukele—. Para disipar a la multitud, los militares y policías ordenaron que las miles de mujeres abandonaran la fachada del penal, bajo amenaza de que también podrían ser detenidas. 

Algunas de esas mujeres que se han congregado y acampado en el lugar, por no poder viajar todos los días hasta sus viviendas en el interior del país, dijeron a GatoEncerrado que permanecían en la zona con la esperanza de ver la liberación de sus familiares, sobre quienes insisten que fueron detenidos arbitrariamente porque no tienen ningún vínculo con pandillas.

Luego del desalojo de la multitud, las autoridades llevaron a privados de libertad, en fase de confianza, a recoger toda la basura que se había acumulado en la zona y a desmantelar negocios de comida que se habían instalado frente a la fachada del penal.

Los militares también colocaron una barricada para evitar que la multitud se concentre frente al penal. Algunas de las mujeres que han decidido quedarse, se han tenido que concentrar del otro lado de la barricada.

Los policías también han colocado carteles que dicen que no se va atender a nadie y que serán las autoridades penitenciarias quienes se van a comunicar telefónicamente con los familiares de las personas que recuperen la libertad.