Coordinador del área de análisis macrofiscal del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi). Es economista guatemalteco de la Universidad de San Carlos de Guatemala, con doctorado en tributación de la universidad Galileo y maestría en finanzas de la Universidad Rafael Landívar; también dispone de especializaciones en política y técnica tributaria; estimaciones tributarias y aspectos internacionales de las administraciones tributarias con énfasis en precios de transferencia.
La evaluación del presupuesto debe abarcar más de un simple ejercicio de sube y baja, o de aplicación de visiones preestablecidas. Debe ser un momento de reflexión para identificar si la sociedad y su Estado, caminan por la senda correcta.
Por Abelardo Medina*
En los meses finales de cada año, el ambiente político de los países de la región es ocupado por la discusión de las propuestas de presupuestos estatales. En el proceso, algunas evaluaciones que realizan gremios periodísticos o profesionales no especializados, cometen algunos errores que deben evitarse para comprender bien el funcionamiento y las perspectivas del aparato fiscal. Entre ellos:
a. Se analizan valores nominales: Es común encontrar gráficas con la trayectoria del gasto, de los ingresos públicos y de la deuda en valores nominales, los cuales, por lógica, muestran una tendencia creciente y crecimiento significativo. Estas gráficas envían el mensaje de que el Gobierno está en crecimiento continuo, lo que no necesariamente es cierto, dado a que los valores fiscales están influenciados por el aumento de los precios. Imagine el lector que el gasto público creció de 100 a 105, y luego a 107 en tres años, pero durante ese período, la inflación, medida por el aumento del índice de precios al consumidor fue 6% el segundo año y 3% el tercero. En este ejemplo, el gasto público en términos reales realmente pasó de 100 a 99.1, y luego a 98.0, es decir, en realidad perdió 2% de su volumen real en dos años, en lugar de crecer 7.0% como lo muestran los datos nominales.
El análisis nominal es correcto para efectos contables, pero inapropiado para efectos de evaluación de política fiscal y de finanzas públicas. Para evitar este error, el análisis debe hacerse en valores reales o, como mínimo, en términos del PIB.
Lamentablemente en las sociedades centroamericanas, desde hace algún tiempo, la metodología de planificación fiscal es la denominada desde arriba. Con el objetivo primario de garantizar la sostenibilidad de la deuda en consonancia con el inflation targeting o la estabilidad cambiaria, los Estados definen el monto máximo del déficit fiscal permisible para el presupuesto, lo que al sumarle la recaudación esperada, da a conocer el techo de recursos máximo para distribuir entre las diferentes dependencias públicas, lo que se hará a partir de los valores ejecutados en los años previos, por lo que, la planificación de los nuevos programas depende de la disponibilidad de recursos y no de los objetivos sociales. En este entorno, las audiencias públicas para discutir las asignaciones en el presupuesto, únicamente logran cambios cosméticos.
El análisis del presupuesto debe empezar por evaluar si responde a la planificación de mediano y largo plazos. Si es divergente, quiere decir que el Estado apunta en otra dirección a lo teóricamente deseado por la población, lo que puede ser resultado de una desalineación de la filosofía de los gobernantes actuales con el mandato constitucional, o de la propia Constitución con la decisión popular, y en muchos casos, simplemente derivado de un hartazgo por el mal uso de los recursos. Por ello, la evaluación del presupuesto debe abarcar más de un simple ejercicio de sube y baja, o de aplicación de visiones preestablecidas. Debe ser un momento de reflexión para identificar si la sociedad y su Estado, caminan por la senda correcta.
Coordinador del área de análisis macrofiscal del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi). Es economista guatemalteco de la Universidad de San Carlos de Guatemala, con doctorado en tributación de la universidad Galileo y maestría en finanzas de la Universidad Rafael Landívar; también dispone de especializaciones en política y técnica tributaria; estimaciones tributarias y aspectos internacionales de las administraciones tributarias con énfasis en precios de transferencia.