Ambientalistas y defensores de derechos humanos señalan que reactivar la minería metálica en El Salvador, prohibida desde 2017, sería un atentado contra la vida de los salvadoreños por la grave contaminación que deja esa industria, según quedó comprobado en informes científicos que se hicieron en el país. Los activistas denuncian que los discursos de “minería verde y sostenible” son una farsa y que es un mito el desarrollo social y económico generado por la actividad minera.
Noviembre 28, 2024
El presidente inconstitucional Nayib Bukele publicó en sus redes sociales, este 27 de noviembre, que es “absurdo” que El Salvador sea el único país del mundo con una ley que prohíbe totalmente la minería metálica. Insinuó que sin esa ley, el país podría tener una “transformación” social y económica con todo el oro disponible. Para justificar sus insinuaciones, Bukele recurrió a su narrativa cristiana —en un país donde 8 de cada 10 ciudadanos consideran importante la religión y se identifican como católicos o evangélicos— y afirmó que fue “Dios (quien) colocó un gigantesco tesoro bajo nuestros pies” para ser “aprovechado” de forma sostenible. Sin embargo, ambientalistas y defensores de derechos humanos siguen sosteniendo que la reactivación de la minería metálica sería un atentado contra la vida humana y una destrucción ambiental del país, pues aseguran que la “minería verde” o sostenible no existe.
“No hay minería responsable, no hay minería verde, no hay minería que no dañe el ambiente. Y en un país tan pequeño como El Salvador, sobrepoblado y con los bienes naturales ya degradados, con poca agua y con poca calidad de agua, no podemos permitirnos que venga una industria a dañar todavía más”, dijo Luis González, de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), en un evento sobre justicia climática realizado este 28 de noviembre.
Somos el ÚNICO país en el mundo con una prohibición total de la minería metálica, algo que ningún otro país aplica. ¡Absurdo!
— Nayib Bukele (@nayibbukele) November 27, 2024
Esta riqueza, dada por Dios, puede ser aprovechada de manera responsable para llevar un desarrollo económico y social sin precedentes a nuestro pueblo. pic.twitter.com/HjDIJSPo25
De momento, el mandatario solamente ha mencionado que existen estudios, sin citarlos, sobre los supuestos beneficios millonarios que el país obtendría con la extracción de oro. Aún no ha dicho explícitamente que su intención es promover la derogación de la ley que prohíbe la minería; pero ambientalistas interpretan sus publicaciones en redes sociales como una evidencia más de que el próximo paso en El Salvador será la reactivación de la minería metálica.
Esto, en realidad, no es nuevo ni sorprende a los ambientalistas, sólo confirma lo que han venido denunciando sobre el coqueteo del Gobierno de Bukele con las empresas mineras. En 2021, señalaron que el gobierno se unió al Foro Intergubernamental sobre Minería, Minerales, Metales y Desarrollo Sostenible, a pesar de que en el país la minería está prohibida desde 2017 y en contra del mismo plan de gobierno 2019-2024 (su único gobierno legítimo), en el que se había comprometido a respetar la prohibición de la minería metálica.
La explotación minera en el país data desde el siglo XIX. El historiador Héctor Lindo ha explicado que ya para el siglo XX estaban instaladas grandes empresas mineras en el país, gracias a las facilidades que ofrecían los gobiernos de turno, como la exoneración de impuestos y la complicidad en el encubrimiento de accidentes mortales en las minas. Durante el siglo XX, unos cuantos extranjeros se enriquecieron con las minas y la contaminación que dejaron perdura hasta la actualidad. Durante todo ese tiempo, no hubo “transformaciones” ni beneficios sociales ni económicos permanentes para la población.
En el año 2017, la Asamblea Legislativa prohibió totalmente la minería metálica en El Salvador, después de una larga batalla legal e internacional entre la minera Pacific Rim y el Estado salvadoreño, una recia lucha social que dejó asesinatos de ambientalistas impunes hasta la actualidad y estudios científicos que indicaban los impactos negativos al medio ambiente y al desarrollo social y económico de la población salvadoreña.
Antes de la prohibición de la minería metálica, organismos internacionales y nacionales ya habían advertido de forma técnica que El Salvador no tenía las condiciones para permitir la actividad minera. En 2010, el Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas había clasificado a El Salvador como el segundo país con más deterioro ambiental de Las Américas, solo después de Haití. En 2011, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales hizo una evaluación ambiental del sector minero y concluyó que el país era tan vulnerable que no podía garantizar un control eficaz en el riesgo de impactos ambientales y sociales.
Pedro Cabezas, de la Alianza Centroamericana Frente a la Minería, explicó a GatoEncerrado que la situación del país sigue siendo vulnerable y que la actividad minera solo vendría a agravar más la crisis ambiental. Detalló que “por cada 25 toneladas de tierra se saca un promedio de una onza de oro, las cuales deben ser procesadas con cianuro, arsénico, mercurio y otros químicos que luego se descargan al medio ambiente”. Uno de los más afectados con la reactivación de la minería sería el río Lempa, que suministra agua para 4 millones de salvadoreños, cultivos y otras actividades que requieren de agua no contaminada.
“El gobierno (de Bukele) no está interesado en cuidar el medio ambiente, este anuncio sobre la reinstalación de la minería es parte de una agenda extractivista más amplia que implementan, como la creación de Surf City en la zona costera, el programa de energía nuclear, los cuales estarían generando impactos negativos a los recursos naturales”, aseguró Cabezas.
Según un estudio realizado por la UNES, llamado “El lado oscuro del oro, impactos de la minería metálica en El Salvador”, en el proceso de extracción minera del oro o lixiviación se utilizan diversos químicos para separar el metal de los demás materiales, como el cianuro, que es un compuesto sumamente tóxico que puede causar la muerte de seres humanos que hacen uso de aguas contaminadas.
El mismo estudio sugiere que el arsénico es un semi-metal altamente tóxico que puede contaminar continuamente los ecosistemas superficiales y los mantos acuíferos, así como causar la muerte de los humanos que estén expuestos a consumirlo. Otro elemento tóxico utilizado en los procesos mineros es el mercurio, que puede afectar el sistema nervioso, el sistema gastrointestinal y renal de los humanos al ser consumido por exposición.
En la mina El Dorado, del departamento de Cabañas, que fue cerrada tras la prohibición de la minería, potencialmente podrían extraerse un millón de onzas de oro, lo que quiere decir que quedarían 25 millones de toneladas de desechos tóxicos. Toda esta actividad minera, señaló Pedro Cabezas, destruye la tierra, la biodiversidad, el aire y el agua expresó cabezas.
Amalia López, de la Alianza Nacional Contra la Privatización del Agua, expuso meses atrás en un foro sobre minería metálica que “por cada onza de oro extraído se utilizaron 12,000 litros de agua. En 2005, en la mina El Dorado, pretendía sacar 490,758 onzas de oro, por lo que se necesitarían más de 5 millones de metros cúbicos de agua, dejando a miles de salvadoreños sin el líquido”.
En cuanto a la proyección de desarrollo social que plantea el mandatario, Pedro Cabezas dijo que eso es falso y que las empresas mineras tienen un largo historial de malos tratos a sus empleados, salarios indignos y ocurren accidentes mortales con frecuencia. Todo esto además de perseguir y criminalizar a defensores ambientales que denuncian la contaminación.
“En 2017, desde la Alianza Centroamericana Frente a la Minería hicimos un estudio de los beneficios económicos de las empresas mineras y descubrimos que en la región los empleos que generan son precarios, porque se le paga a la mayoría de los trabajadores locales el salario mínimo”, dijo Cabezas.
Agregó que estas insinuaciones de Bukele están ligadas al proceso judicial y persecución política que han enfrentado seis ambientalistas de ADES y de la Comunidad Santa Marta, de Cabañas, pues son ellos quienes han liderado esfuerzos sociales para denunciar la contaminación y lograr la prohibición de la actividad minera en El Salvador.
“El gobierno ha trabajado por generar miedo en la población, desmovilizar a los líderes que trabajaron por la prohibición de la minería”, lamentó Cabezas.