Ahora, más que nunca, es primordial tener el acompañamiento de los biólogos del país (de la mano de otros profesionales), ya que estos pueden estudiar distintos tipos de fauna, que podrían perjudicar y funcionar como vectores transmisores de enfermedades y probablemente migrar al humano. El apoyo de estos profesionales es primordial, ya que en estos momentos podrían estar investigando la migración pandémica, distribución, salud poblacional, genética, parasitología, etología y etnología. Esta última es importante debido a que el salvadoreño tiene un gran repertorio gastronómico que incluye a mucha de las especies silvestres locales. Por lo tanto, es importante crear conocimiento y propuestas para prevenir otra catástrofe de similar magnitud.
Es necesario que el Gobierno se asesore técnicamente con más organismos que basen sus acciones bajo argumentos técnico-científicos comprobables en publicación científica, y que estos busquen la sostenibilidad de las redes tróficas (interacciones de todos los organismos vivos en un ecosistema) y la conservación de la biodiversidad en toda su taxonomía.
Por ejemplo, desde los años 90’s se han trabajado con planes de reforestación, los cuales, para este tiempo, ya deberían haber dado como resultado un país densamente boscoso, pero las estrategias utilizadas no han sido eficientes y muchas veces solo colaboran con la migración de especies y con el establecimiento de monocultivos que son tan peligrosos para las redes tróficas.
El conocimiento de la biodiversidad es más importante en el presente. Actualmente, las colecciones científicas apenas tienen el espacio físico para establecerse, poseen una mínima cantidad de especialistas que no se dedican a tiempo completo para su estudio, sino que lo reparten con la carga académica que poseen. Además, no existe un listado oficial de las especies de las colecciones de toda la flora y fauna del país. Y es que solo a través de la colección científica podemos empezar a conocer efectivamente qué recursos genéticos poseemos e identificar a través de ellos datos de distribución histórica, de morfología y, en algunos casos, la genética poblacional.
El Covid-19 ha demostrado la escasa resiliencia y la gran fragilidad de nuestro sistema económico basado en lujos, lucro y consumo constante de los recursos naturales. Mientras más crece este modelo, más aumentan otras problemáticas como la contaminación, la pérdida de biodiversidad y la disminución de la calidad de los recursos naturales. Asimismo, contribuye a intensificar los efectos del cambio climático.
También aumenta la desigualdad social, la migración masiva, entre otros fenómenos. Y es que este modelo solo se representa como un sistema que ataca la vida. Por eso, los científicos en el país deben de tener la oportunidad de tomar un papel más relevante para una mejor ejecución de las políticas públicas, creación de estrategias de contingencia, tratamientos para los fenómenos socio–ambientales y creación de protocolos y manuales para enfrentar futuras crisis. No podemos volver al mismo sistema que nos ha traído a esta situación, deben ocurrir cambios notorios, que nos ayuden como sociedad a salir adelante, para no repetir los mismos errores y esta es una valiosa oportunidad de empezar a reconstruir una nueva apuesta en El Salvador.