Las personas en el hotel Alicante no son las únicas que se preguntan por qué, si ya cumplieron con los tiempos, siguen en cuarentena. Lo mismo pasa con personas en Atami, como en el centro salesiano de retiro de Ayagualo, en La Libertad; el hotel Kartagus, el hotel Villa Terra, en San Salvador; y en uno de los albergues en el Lago de Coatepeque, Santa Ana, por mencionar algunos. Todos preguntan lo mismo: ¿por qué aún no se inicia el trámite de salida?
La respuesta a esa pregunta sigue en el limbo. Ante la falta de lineamientos claros aplicados en los centros de contención, el Instituto de Derechos Humanos de la UCA (IDHUCA) mandó un escrito, el 9 de abril, a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) solicitando abrir la información sobre todos los protocolos enviados al Ministerio de Salud para contener la propagación del virus. Entre estos, mencionaron el interés por conocer sobre la aplicación de las pruebas, como la atención y el cuidado de las personas en albergues.
En Atami, hay personas que cumplieron 35 días en cuarentena. Ana Cruz, de 42 años, es una de ellas. Su ingreso lo hizo junto a su hija por el aeropuerto internacional la noche del 10 de marzo, un día antes del anuncio del presidente. La madrugada siguiente iniciaron su proceso en el albergue de Jiquilisco, Usulután. Cruz explica que ha consultado a los médicos sobre cuándo les darán salida, pero lo único que les han dicho es que los documentos están listos, como el resultado de sus pruebas, pero que esperan a que las autoridades den la orden. “Hoy sí nos dejaron peor, porque no nos da posibilidad de que salgamos ni hoy ni mañana ni un día de estos”.
Ahí, describe, las personas de la tercera edad con diabetes u otras enfermedades son las que más se han visto más afectadas con el encierro. “Hay señoras mayores que han aguantado lejos de su familia. Tenemos una gran depresión, pero ellas son más vulnerables que nosotros. No quieren comer”, explicó. El 28 de de marzo les practicaron una prueba de COVID-19. Cruz espera poder salir pronto para encontrarse con su hija, quien fue enviada a la casa de retiro de las Hermanas Carmelitas, en Soyapango.
El domingo 15 de marzo, 38 personas fueron enviadas a un centro en el Lago de Coatepeque. Nunca tuvieron contacto con nadie que no fuera del mismo grupo. Al quinto día, comenzaron a practicarles pruebas de coronavirus. Lo hicieron aleatoriamente a 17 personas, a uno por familia y así sucesivamente. Jennifer Menjívar, quien llegó con el grupo, cuenta que hace siete días las autoridades determinaron que solo se irían las personas a las que les practicaron pruebas. Quienes se negaron a salir firmaron un papel en el que dejaban constancia de que se quedaban por cuenta propia. “Pero, claro, los padres de familia no iban a irse y dejar a sus hijos aquí. La mayoría de esas personas se quedaron”.
La semana pasada, jueves, llegaron a hacerles pruebas a todos. “Salieron negativos”, fue la respuesta de los médicos, pero no tienen ningún documento en físico que lo compruebe. “El Ministerio de Salud no se ha hecho presente a hablar con nosotros. La fecha de salida era ayer (lunes 13). Estamos sanos, estamos a la deriva y no sabemos el por qué. No sabemos absolutamente nada”.
Aunque en algunos centros el problema ha sido el conocer los resultados de sus exámenes, en otros, como en el hotel Villa Terra, no conocen de pruebas. Las personas en cuarentena cumplieron 30 días sin que se les practicara por lo menos una. La mañana de este 14 de abril esperaron indicaciones que nunca llegaron. Lo único que supieron es que les comenzarán a hacer las pruebas pronto.
Hasta el 14 de abril, según datos del portal de Presidencia sobre COVID-19, el número de personas que finalizaron su cuarentena en centros de contención sumaban 1,768 personas de 4,287 que se encontraban en los 88 centros de contención.
Erika Saldaña recalca que, más allá de los días establecidos para cuarentena y de haber firmado un papel de 30 días, es necesario se les dé una justificación a cada persona por permanecer en cuarentena controlada por el Gobierno. Si se les está extendiendo el tiempo, debe justificarse o se estaría violando el derecho a la libertad de la persona. “Si al día 30 le dicen: ‘usted tiene coronavirus’, es razonable que lo mantengan más tiempo…”, dijo la abogada. “Lejos de eso, no hay razón. Creo que sí se estaría atentando contra el derecho a la libertad de estas personas”.