La alta exposición
Valladares migró hace 15 años a Canadá. Su trabajo se basa en dar mantenimiento a parques y edificios. Regresó a El Salvador ese 11 de marzo por una cita en la embajada canadiense, para continuar con un proceso migratorio de su esposa. Pasó la noche en el aeropuerto antes de ser enviado a la Villa Olímpica el 12 de marzo.
En la Villa, él fue una de las casi 325 personas que distribuyeron en los unos 44 módulos habilitados. Valladares llegó a ser el representante de uno. Nunca le hicieron pruebas, ni le visitaban en los cuartos. Solo veía que ambulancias entraban y se iban de inmediato. Las personas tenían que recurrir a la cafetería para comer y podían moverse e interactuar sin mayores restricciones: “Ahí era como un parque, no era una cuarentena”. Para Valladares, el Gobierno comenzó a reaccionar y a distribuir cuando supo que la Villa era un problema. El 27 de marzo, 15 días después de haber iniciado cuarentena, lo movieron al hotel de playa, donde sí estuvo aislado con habitación para él.
A Valladares le practicaron tres pruebas en el hotel Izalco: la primera fue el 30 de marzo, la segunda el 11 de abril y la tercera el 18 de abril. Hecho el segundo examen, recuerda, un médico le dijo que le harían una tercera porque tenían dudas de sus resultados. Pero, sometido a la rutina anormal y limitada por cuatro paredes, Valladares prefirió pensar que todo estaría bien: el silencio del personal médico que le cuidaba le hacía creer que estaba sano. Su tesis se confirmó a las 3:00 p.m. del 21 de abril cuando le permitieron irse a San Vicente. Sintió tranquilidad cuando uno de los doctores le dijo, sin entregarle nada por escrito, que estaba negativo.
Al hacer un análisis de las fechas de cada prueba, Panameño considera que Valladares no llegó infectado a El Salvador, dado los periodos de incubación del virus. “(A) un mes de su ingreso, debió haberse infectado en el centro de contención”, sostuvo. Su sospecha lo reconfirma por los tiempos de la segunda prueba practicada, ocho días después, en la que los resultados no terminaron siendo exactos. Como fueron dudosos, añade, es que se le practicó una tercera prueba. De haber traído el virus, no habría pasado tanto tiempo para detectársele.
Las fallas en el manejo de los centros de contención, que hubiesen provocado el contagio local, es uno de los puntos que han denunciado especialistas. Pocas veces el Gobierno ha reconocido el problema de la mezcla inicial de personas. No obstante, en conferencia de prensa sobre el plan de repatriación de los varados, del pasado 22 de abril, el secretario Jurídico de la Presidencia, Conan Castro, aceptó que al inicio la medida de cuarentena controlada no reunió las condiciones requeridas.
“Esto es una emergencia; cuando comenzaron a venir las personas, los centros de contención o centros de cuarentena, en muchos sentidos a penas y cumplían algunos de los requisitos para mantener bien a las personas, a pesar de los mayores esfuerzos que se tuvieron”, reconoció ante preguntas de GatoEncerrado.
Las mejoras se dieron cuando la empresa privada apoyó al Gobierno para ir mejorando poco a poco, dijo.
Panameño fue enfático en cuanto al nuevo manejo que debe hacerse de la emergencia: a estas alturas, y dado los números de casos locales, todo paciente con fiebre o tos, de cualquier edad, debería considerarse sospechoso. “Por eso se está pidiendo que se cambie la estrategia (...) Ya no se necesita nexos epidemiológicos, el virus anda circulando libremente”, determinó, por lo que también urgió a cambiar los criterios para hacer uso de las pruebas.
Practicar pruebas no es suficiente cuando no se procesan con la rapidez requerida, sostiene el médico. Es decir, para evitar que sucedan más casos como el de Valladares, cuyo resultado no se conoció hasta después de haber dejado el centro de contención, es importante que se deje de “monopolizar” en un lugar las pruebas: “es demasiado, y lo que va a ocurrir es que va a haber un cúmulo de trabajo que va hacer que salgan tarde las pruebas”.
Panameño aclaró que el hecho de que haya centros, desde el área privada, realizando pruebas no quiere decir que Salud Pública no tendrá el control, sino que se permitiría bajar la tramitología. “Este es un esfuerzo tan grande que nadie puede solo”, expuso.
Como parte de un grupo interesado en dar aportes en cuanto al manejo de la pandemia, Panameño preguntó a las autoridades de Salud sobre los métodos diagnósticos para evaluar si protocolos aplicados son los apropiados. Pero, el efecto no fue el esperado. “Ahí me cerraron la puerta”, comentó sobre una reunión que tuvo hace un mes atrás. Todavía sigue esperando esa respuesta.
Valladares volvió a entrar en encierro, pero esta vez en el hospital provisional de Tecoluca, en San Vicente. “¿Por qué me tienen aquí?”, se pregunta Valladares, quien no tiene ni los resultados de sus pruebas ni tampoco una explicación de su supuesto contagio. Sigue sin comprenderlo, sobre todo, porque otras personas con las que estuvo en contacto durante la cuarentena fueron dadas de alta sin problemas. A sus dos sobrinos, en cambio, los llevaron a un centro de contención mientras se les observa.
“A cualquier persona no la pueden encerrar así por así. Yo no entiendo qué está pasando. Me hicieron tres pruebas. ¿Qué pasó con mis exámenes? ¡Necesito una explicación!”, declaró Valladares a GatoEncerrado.
En el ala donde fue internado, Valladares está rodeado de pacientes asintomáticos. Hasta el domingo por la mañana eran ocho personas en total. Pero las camas disponibles, sin estrenar, se fueron habilitando para más personas. Cuando finalizó el día, eran alrededor de 18, todos sin presentar síntomas.
Valladares se repite que esto que vive es un absurdo: sigue sin saber cómo es que se contagió y sin haber visto los resultados de sus exámenes. Aunque insiste en que quiere una prueba más, está consciente de que a estas alturas estaría de más porque convive con positivos asintomáticos. “Si yo no estaba contagiado, ya me contagié”.