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Salud declaró positivo a COVID-19 a paciente después de enviarlo a casa

Luego de tres pruebas que le fueron practicadas y 40 días en cuarentena controlada en un hotel de playa, fue dado de alta por las autoridades del Ministerio de Salud. Horas después, ya en casa, le fue notificado que su última prueba determinó que es un paciente asintomático positivo a coronavirus.

Terminaba de sacar la ropa sucia que había amontonado dentro de la ajustada maleta con la que salió de Canadá. Lo que empacó fue lo necesario para una semana en El Salvador. Pero los planes de Valladares cambiaron la noche del 11 de marzo cuando pisó el Aeropuerto Internacional Monseñor Romero. La emergencia sanitaria por el COVID-19 lo mandó directo al centro de contención de la Villa Olímpica, en Mejicanos, donde pasó dos semanas, desde el 12 de marzo, hasta que fue trasladado al hotel Izalco, frente a la costa de La Paz. Aceptó permanecer 30 días sometido al sistema de control del virus que estableció el Gobierno. Pero, salió cumplidos 40 días adentro.  

En su casa, en San Vicente, Valladares intentaba desprenderse de sus días de encierro en el cuarto de hotel. Husmeaba los rincones con extrañeza, acomodándose al espacio donde pasaría las siguientes dos semanas en cuarentena domiciliaria, como lo dejó por escrito en una carta compromiso que firmó antes de salir. A Valladares le dieron de alta de su cuarentena luego de practicadas tres pruebas de coronavirus y con la nula sospecha de estar enfermo. Antes de irse a su casa, un médico le recordó que estaba negativo al virus, aunque nunca por escrito.

Esa mañana del 22 de abril de 2020 se acompañaba de dos sobrinos. A su esposa no había podido verla ya que pasaba cuarentena cuidando de su madre. Valladares recibió una llamada. Se trataba de una persona de la unidad de salud de la zona que le anunciaba que médicos iban camino a su casa. Pero seguía sin entender lo que pasaba. Terminó comunicándose con su esposa. Para cuando colgó, dos ambulancias y un carro patrulla se aparcaron frente a su puerta. De una se bajó una doctora, de la otra un doctor que vestía un traje que le cubría el cuerpo por completo. De inmediato, preguntaron si se sentía bien o si tenía algún síntoma de coronavirus. “No, yo no tengo nada”, les respondió con insistencia mientras les mostraba los papeles que le habían sido entregados al abandonar el hotel. 

Los doctores comenzaron a escribir una ficha a mano. Anotaron su nombre, fecha de ingreso a El Salvador, los centros de contención donde guardó cuarentena y cuándo le fue practicada la última prueba. Valladares, hasta entonces, fue notificado sobre su diagnóstico: paciente positivo al COVID-19, asintomático al momento, se leía en uno de los apartados del documento llenado por el médico.

La cantidad de personas que a la fecha han dado positivo al virus, pero son asintomáticas, ha crecido de manera exponencial en el país. Cifras oficiales confirman que un 76 % de los casos están asintomáticos. En la página de la Presidencia, a la fecha, se totalizan 323 casos positivos. El pronóstico de los pacientes refleja que 172 de 226 casos activos son asintomáticos. 

El infectólogo Jorge Panameño sostiene que por el alto número de personas asintomáticas es que han insistido desde el inicio de la crisis, tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros expertos internacionales, en que es necesario que “la columna vertebral del manejo de este problema es hacer pruebas en volumen y alcance suficiente”.

Esto es lo que permitiría que pacientes asintomáticos pudiesen ser detectados con mayor facilidad. “La única manera de identificarlos es con pruebas”, insistió.

Dentro de los protocolos de salud se establece que para detectar la presencia del virus se practiquen al menos dos pruebas, de acuerdo con Panameño. En una situación tan dinámica, es lo que se debería hacer: “yo puedo tomar una prueba hoy, salir negativa y luego hacerse positiva”. 

Sin embargo, sobre el caso de Valladares, a quien le practicaron tres pruebas antes de dejarle salir de cuarentena, Panameño es más preciso al explicar que es posible que durante las primeras dos pruebas no se haya desarrollado el virus, por eso no fue detectado. “Probablemente la última salió positiva. Pero, ¿cuánto tiempo tardaron en darse cuenta de eso y cómo salió sin que tuviera la respuesta?”, cuestiona el expresidente de la Asociación Salvadoreña de Infectología (ASAI). 

En el hospital de Tecoluca han habilitado un área para pacientes positivos asintomáticos. Los números de personas internadas varían, ya que a diario llegan nuevos pacientes. Otros también se van.

La alta exposición

Valladares migró hace 15 años a Canadá. Su trabajo se basa en dar mantenimiento a parques y edificios. Regresó a El Salvador ese 11 de marzo por una cita en la embajada canadiense, para continuar con un proceso migratorio de su esposa. Pasó la noche en el aeropuerto antes de ser enviado a la Villa Olímpica el 12 de marzo.

En la Villa, él fue una de las casi 325 personas que distribuyeron en los unos 44 módulos habilitados. Valladares llegó a ser el representante de uno. Nunca le hicieron pruebas, ni le visitaban en los cuartos. Solo veía que ambulancias entraban y se iban de inmediato. Las personas tenían que recurrir a la cafetería para comer y podían moverse e interactuar sin mayores restricciones: “Ahí era como un parque, no era una cuarentena”. Para Valladares, el Gobierno comenzó a reaccionar y a distribuir cuando supo que la Villa era un problema. El 27 de marzo, 15 días después de haber iniciado cuarentena, lo movieron al hotel de playa, donde sí estuvo aislado con habitación para él.  

A Valladares le practicaron tres pruebas en el hotel Izalco: la primera fue el 30 de marzo, la segunda el 11 de abril y la tercera el 18 de abril. Hecho el segundo examen, recuerda, un médico le dijo que le harían una tercera porque tenían dudas de sus resultados. Pero, sometido a la rutina anormal y limitada por cuatro paredes, Valladares prefirió pensar que todo estaría bien: el silencio del personal médico que le cuidaba le hacía creer que estaba sano. Su tesis se confirmó a las 3:00 p.m. del 21 de abril cuando le permitieron irse a San Vicente. Sintió tranquilidad cuando uno de los doctores le dijo, sin entregarle nada por escrito, que estaba negativo. 

Al hacer un análisis de las fechas de cada prueba, Panameño considera que Valladares no llegó infectado a El Salvador, dado los periodos de incubación del virus. “(A) un mes de su ingreso, debió haberse infectado en el centro de contención”, sostuvo. Su sospecha lo reconfirma por los tiempos de la segunda prueba practicada, ocho días después, en la que los resultados no terminaron siendo exactos. Como fueron dudosos, añade, es que se le practicó una tercera prueba. De haber traído el virus, no habría pasado tanto tiempo para detectársele.

Las fallas en el manejo de los centros de contención, que hubiesen provocado el contagio local, es uno de los puntos que han denunciado especialistas. Pocas veces el Gobierno ha reconocido el problema de la mezcla inicial de personas. No obstante, en conferencia de prensa sobre el plan de repatriación de los varados, del pasado 22 de abril, el secretario Jurídico de la Presidencia, Conan Castro, aceptó que al inicio la medida de cuarentena controlada no reunió las condiciones requeridas.

 “Esto es una emergencia; cuando comenzaron a venir las personas, los centros de contención o centros de cuarentena, en muchos sentidos a penas y cumplían algunos de los requisitos para mantener bien a las personas, a pesar de los mayores esfuerzos que se tuvieron”, reconoció ante preguntas de GatoEncerrado

Las mejoras se dieron cuando la empresa privada apoyó al Gobierno para ir mejorando poco a poco, dijo.

Panameño fue enfático en cuanto al nuevo manejo que debe hacerse de la emergencia: a estas alturas, y dado los números de casos locales, todo paciente con fiebre o tos, de cualquier edad, debería considerarse sospechoso. “Por eso se está pidiendo que se cambie la estrategia (…) Ya no se necesita nexos epidemiológicos, el virus anda circulando libremente”, determinó, por lo que también urgió a cambiar los criterios para hacer uso de las pruebas.

Practicar pruebas no es suficiente cuando no se procesan con la rapidez requerida, sostiene el médico. Es decir, para evitar que sucedan más casos como el de Valladares, cuyo resultado no se conoció hasta después de haber dejado el centro de contención, es importante que se deje de “monopolizar” en un lugar las pruebas: “es demasiado, y lo que va a ocurrir es que va a haber un cúmulo de trabajo que va hacer que salgan tarde las pruebas”. 

Panameño aclaró que el hecho de que haya centros, desde el área privada, realizando pruebas no quiere decir que Salud Pública no tendrá el control, sino que se permitiría bajar la tramitología. “Este es un esfuerzo tan grande que nadie puede solo”, expuso.

Como parte de un grupo interesado en dar aportes en cuanto al manejo de la pandemia, Panameño preguntó a las autoridades de Salud sobre los métodos diagnósticos para evaluar si protocolos aplicados son los apropiados. Pero, el efecto no fue el esperado. “Ahí me cerraron la puerta”, comentó sobre una reunión que tuvo hace un mes atrás. Todavía sigue esperando esa respuesta. 

Valladares volvió a entrar en encierro, pero esta vez en el hospital provisional de Tecoluca, en San Vicente. “¿Por qué me tienen aquí?”, se pregunta Valladares, quien no tiene ni los resultados de sus pruebas ni tampoco una explicación de su supuesto contagio. Sigue sin comprenderlo, sobre todo, porque otras personas con las que estuvo en contacto durante la cuarentena fueron dadas de alta sin problemas. A sus dos sobrinos, en cambio, los llevaron a un centro de contención mientras se les observa. 

“A cualquier persona no la pueden encerrar así por así. Yo no entiendo qué está pasando. Me hicieron tres pruebas. ¿Qué pasó con mis exámenes? ¡Necesito una explicación!”, declaró Valladares a GatoEncerrado.  

En el ala donde fue internado, Valladares está rodeado de pacientes asintomáticos. Hasta el domingo por la mañana eran ocho personas en total. Pero las camas disponibles, sin estrenar, se fueron habilitando para más personas. Cuando finalizó el día, eran alrededor de 18, todos sin presentar síntomas.

Valladares se repite que esto que vive es un absurdo: sigue sin saber cómo es que se contagió y sin haber visto los resultados de sus exámenes. Aunque insiste en que quiere una prueba más, está consciente de que a estas alturas estaría de más porque convive con positivos asintomáticos. “Si yo no estaba contagiado, ya me contagié”. 

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