Opinión

Redes sociales y política

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Diego Alejandro Manzano Pineda

Licenciado en Comunicación Social, investigador en el área de derechos humanos y analista de redes sociales.

La manipulación en las redes sociales se ha vuelto una moneda de cambio para desestructurar creencias e introducir la intolerancia y el miedo como principales catalizadores de reformas.

Por Diego Alejandro Manzano Pineda*

La construcción de narrativas y representaciones en las redes sociales se ha transformado en una lucha constante por formar ideas que legitimen y den credibilidad a ciertos planteamientos y líderes políticos. La permanencia de discursos incendiarios, difusión de noticias falsas, el uso de trending topics, portales de contenido, entre otros, exponen un escenario virtual confeccionado a la medida del usuario para administrarle dosis de humor, fidelidad, miedo, incertidumbre, enojo o felicidad. 

En efecto, el diseño de las redes sociales ha llegado a tal nivel de sofisticación que, mediante un algoritmo, el sistema construye y define las pautas de comportamiento y consumo que cada usuario debe tener. Este mecanismo invoca la automatización de la vida humana a través del constante bombardeo de publicidad, videos o mensajes que refuerzan creencias o alimentan el odio hacia colectivos, grupos o personas particulares. 

El uso indiscriminado de las redes sociales para instrumentalizar la opinión pública, conjugados en expresiones que incrementan la polarización entre grupos, también ha sido utilizado por partidos políticos para ganar elecciones y consolidarse en el poder. Poco importa si la difusión de contenidos engañosos daña la imagen de personas o instituciones, sino más bien este elemento debe servir para reforzar la construcción del enemigo a vencer, aun cuando no existan argumentos o ideas de peso. 

En una era donde la verdad ya no tiene cabida, en donde gran parte de la sociedad opta y privilegia el consumo de noticias falsas, la manipulación en las redes sociales se ha vuelto una moneda de cambio para desestructurar creencias e introducir la intolerancia y el miedo como principales catalizadores de reformas. Eso ha facilitado el ascenso de líderes autoritarios y mesiánicos que, aprovechándose de las vulnerabilidades y el descontento de las personas con las clases políticas tradicionales, han logrado difundir la concepción que el sistema debe ser transformado desde sus cimientos. 

La retórica de estos líderes políticos, que invocan constantemente a Dios para congraciarse con “su pueblo”, apela al uso de figuras y prácticas religiosas muy enraizadas en la sociedad, promoviendo inclusive días de la oración para bajar la curva de contagios por el COVID-19. Al mismo tiempo, se incentivan valores tradicionales que suponen un esfuerzo por vincular al líder con el pueblo.

Estas construcciones míticas son aprovechadas por los políticos en las distintas redes sociales para transmitir un sentido de cercanía, permanencia e inmediatez. La falsa ilusión de encauzar una discusión seria pronto se deforma en un espectáculo, donde la puesta en escena virtual potencia la difusión de contenidos que exaltan a figuras políticas, transmiten mensajes de odio y condicionan la forma en que la ciudadanía debe pensar ciertos temas. 

Además, en este juego político, que pretende definir la realidad a través de un binomio de “buenos” contra “malos”, se hace uso de una serie de estrategias a nivel comunicacional para encuadrar ciertos aspectos de la realidad e inclusive modificarlos a conveniencia. La producción del discurso político, por lo tanto, juega en este espacio virtual para amplificar mensajes a través de toda una red de cuentas, troles, youtubers, líderes de opinión política, diputados y personas afines al Gobierno.

Esta difusión de contenido es manipulada para encauzar la opinión pública, incluyendo la inflación de tendencias en Twitter para mostrar un falso respaldo popular o activar cuentas de manera simultánea con la finalidad de coordinar ataques. Así, las redes sociales son aliadas estratégicas que han redefinido el mapa político al analizar acertadamente los perfiles de los usuarios y administrarles mensajes acordes a lo que piensan y sienten.

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Diego Alejandro Manzano Pineda

Licenciado en Comunicación Social, investigador en el área de derechos humanos y analista de redes sociales.

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