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La COVID-19 también trastocó la conmemoración del Día de los Muertos

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Emerson Flores

El impacto de la pandemia por COVID-19 también ha sido piscológico, sobre todo en aquellos que han perdidos familiares por el virus. No pudieron despedirlos con una relación o un servicio religioso, tampoco hubo oportunidad de enterrarlos con un acto solemne. Ahora tampoco pudieron conmemorarlos por las medidas sanitarias.

La pandemia ha provocado una serie de cambios en el comportamiento de la gente. El psicólogo Bartolo Castellanos explicó a GatoEncerrado que el duelo es uno de los procesos que se han visto modificados debido al virus. “La gente no pasa por un proceso normal para enfrentar la pérdida (por la pandemia). Y se puede ver cuando no le damos un debido proceso de sepultura, de velación, de acompañamiento a la persona difunta”.

Este 2 de noviembre, Día de los Muertos, ha dejado en evidencia que la pandemia también trastocó la tradición de conmemorar a los seres queridos que ya fallecieron. Al menos en el Cementerio General de Soyapango hubo una menor afluencia de personas que en años anteriores. La pandemia también provocó el cierre del cementerio Jardín para esta fecha, debido a que fue asignado a personas que fallecieron por la pandemia.

América Carpio, encargada del Cementerio Jardín, explicó que en la entrada del campo santo se reciben las ofrendas florales que las personas llevan para honrar a sus familiares, pero que la entrada está cerrada. Foto/Emerson Flores.

El Gerente de Cementerios de Soyapango, Marco Servellón, mencionó que el acceso al cementerio Jardín estaría restringido por las medidas ante la pandemia, pero que sí se han estado recibiendo flores y placas mortuorias. Foto/Emerson Flores.

Parte de las medidas por la pandemia impiden el acceso de personas particulares al Cementerio Jardín Municipal de Soyapango. Los trabajadores del cementerio son los que se encargan de colocar las flores que las familias llevan, para personas fallecidas por COVID-19. Foto/Emerson Flores.

El Cementerio Jardín Municipal de Soyapango fue el lugar asignado para enterrar a personas fallecidas por COVID-19. Debido a eso, las tumbas de las personas muertas por el virus son colectivas, carecen de placa o algún tipo de distintivo. Foto/Emerson Flores.

Según Marco Servellón, en años anteriores este cementerio estaría lleno de personas honrando y recordando a sus familiares con mariachis y otras actividades. La “nueva normalidad” ha modificado estas tradiciones durante el presente año. Foto/Emerson Flores.

El cementerio Jardín está restringido al público en general, desde la llegada de la pandemia por COVID-19 al país. Foto/Emerson Flores.

La escena es diferente en el Cementerio General de Soyapango, donde decenas de personas hicieron fila para entrar de forma ordenada y con restricciones por la pandemia. Contrario al Cementerio Jardín en este campo santo sí se aceptaron visitas, siguiendo las medidas de prevención. A pesar de los que llegaron, el lugar fue poco visitado en comparación con años anteriores. Foto/Emerson Flores.

Entre las restricciones para poder ingresar al Cementerio General de Soyapango se encuentra el no acceso de personas mayores ni mujeres embarazadas. Foto/Emerson Flores.

Como es tradición, las personas visitan el cementerio cada 2 de noviembre para recordar a sus familiares, hacer celebraciones religiosas en su honor o hacer reparaciones en las tumbas de sus seres queridos. Foto/Emerson Flores.

El Cementerio General de Soyapango estuvo abierto al público, pero no se permitieron grupos grandes de personas, los visitantes hicieron fila y se les tomó la temperatura antes de ingresar. Poca gente se hizo presente al campo santo. Foto/Emerson Flores.

Muchas personas aprovechan la fecha para trabajar limpiando, reparando o pintando tumbas. Este año se han visto afectados por la poca afluencia de personas. Foto/Emerson Flores. 

Debido a la poca afluencia de personas, los comerciantes que aprovechan la fecha para vender flores y comida, también se vieron afectados. Foto/Emerson Flores.

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