Opinión

Los desastres no deben ser naturales

Verónica Montes

Verónica Montes

Economista, actual directora General de TECHO en El Salvador, con experiencia de trabajo en organizaciones no gubernamentales en la implementación de programas y coordinación de evaluaciones asociadas al desarrollo comunitario con enfoque educativo y económico a través del trabajo con niñez y juventud.

El cambio climático amenaza con impactar fuertemente y generar climas extremos. Sin embargo, la zozobra de tener que evacuar es una realidad latente para muchas familias.

Por Verónica Montes*

Recién había salido el sol el viernes pasado, cuando llegaban las noticias de lo sucedido en Nejapa. Como parte del Equipo Humanitario de País, TECHO inició la activación de los protocolos de prevención y respuesta ante desastres por parte de Protección Civil y las organizaciones, quienes somos parte de la ayuda humanitaria en el país.

Lo sucedido en Nejapa es parte de una crisis de vulnerabilidad en que viven muchas familias salvadoreñas, una realidad que muchos no ven hasta que ocurre un desastre como el del viernes anterior. 

Como ejemplo de vulnerabilidad en términos ambientales, en el año 2009 El Salvador ocupó el primer lugar como país más afectado por eventos climáticos extremos y, en el 2011, el cuarto. Además, en el año 2009 alcanzó el primer lugar en el Índice de Riesgo Climático Global, según la organización Germanwatch. Se suman la elevada densidad poblacional y deterioro de sus ecosistemas y la ubicación geográfica de alta exposición a fenómenos hidrometeorológicos extremos, señalado por la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES).

Las condiciones de vulnerabilidad se agregan a la precariedad social como factor históricamente coexistente, en donde muchas familias, por falta de posibilidades de acceder al suelo, deben ubicarse en zonas de alto riesgo y condición de vulnerabilidad. Esto se da porque representan un costo más asequible para familias que viven en situación de pobreza o por la facilidad de acceder a otro tipo de recursos, como el agua.

El 23 % de la población en áreas rurales no cuenta con acceso a agua potable, por lo que vivir a unos pocos metros de quebradas y ríos se vuelve necesario para tener al alcance el tan preciado líquido.

Para poner en contexto, TECHO inició su trabajo en El Salvador en 2001 para responder a las afectaciones por los terremotos; sin embargo, todavía en años posteriores a su fundación, la organización continuó construyendo viviendas con familias que habían sido damnificadas por el Huracán Mitch de 1998. 

Posteriormente, fue necesario responder mediante la construcción de viviendas de emergencia por tormentas como Stan, Agatha, Tormenta Tropical 12E y otras que recordarán. El cambio climático amenaza con impactar fuertemente y generar climas extremos, sobre todo, en las regiones tropicales, como la centroamericana.  Desde el año 2000 hasta el 2009, por ejemplo, 39 huracanes afectaron América Central, el cambio climático provoca cada vez más tormentas, inundaciones y sequías.

En estas situaciones la vivienda nuevamente muestra su importancia. En un país donde llueve al menos la mitad del año, se vuelve indispensable tener una vivienda resistente, en donde las familias puedan descansar con la seguridad de contar con un techo que les resguarde. Sin embargo, la zozobra de tener que evacuar es una realidad latente para muchas familias. 

Articular con el recién creado Ministerio de Vivienda y otros actores que mediamos en la construcción del hábitat y vivienda dignos, será fundamental para avanzar de manera firme en la reducción de riesgos y la resiliencia ante el cambio climático, que amenaza con impactar con más fuerza a las familias en mayor situación de vulnerabilidad. Trabajar en conjunto será siempre la guía para construir un país más justo y equitativo.

Verónica Montes

Verónica Montes

Economista, actual directora General de TECHO en El Salvador, con experiencia de trabajo en organizaciones no gubernamentales en la implementación de programas y coordinación de evaluaciones asociadas al desarrollo comunitario con enfoque educativo y económico a través del trabajo con niñez y juventud.

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