
Coordinador del Centro de Asesoría Legal Anticorrupción de FUNDE. Becario 2018-19 de la Agencia de Cooperación Chilena, Maestro en Dirección Pública por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile (Cum Laude). Maestro en Ciencia Política por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) y Abogado por la Universidad de El Salvador. Profesor de Gestión Pública (UCA) y Ex Director Ejecutivo de TECHO en El Salvador.
Es predecible que al amparo de esta Asamblea Legislativa se continuará con un esquema caudillista sin resolver el trasfondo de las demandas sociales acudiendo a acciones estéticas.
Wilson Sandoval*
El pueblo (…) cree ser libre, y se engaña mucho; no lo es sino durante la elección de los miembros del parlamento; desde el momento en que éstos son elegidos, el pueblo ya es esclavo, no es nada (Rousseau, en “El Contrato Social”). Hace más de 200 años que esas palabras se escribieron, manteniéndose vigentes hasta hoy. Y es que la representación de los diputados es una mera ficción, ya que no hay obligación alguna de estos últimos de ejecutar en la práctica cada una de las promesas realizadas previo a su elección. Algo que se dejó entrever en la campaña fue la intención de los candidatos de Nuevas Ideas y GANA de ser meros receptores de órdenes por parte del Ejecutivo. Esta situación genera incertidumbre sobre el “tratamiento” que la Asamblea Legislativa (AL) brindará a las demandas o problemas sociales como la pobreza, empleo, agua, pensiones, transparencia, entre otros.
Normalmente el tratamiento a los problemas se vería traducido en leyes que han de sustentar políticas públicas. El problema es que hasta hoy no existe evidencia de que el Ejecutivo parta del tecnicismo para formularlas, ni mucho menos de esquemas participativos y plurales. Frente a este contexto limitado de representación y participación toma lugar la conclusión de Rousseau: la población no es nada, pasa a segundo plano como meros espectadores en el proceso político que deviene. Es predecible que al amparo de esta AL se continuará con un esquema caudillista sin resolver el trasfondo de las demandas sociales acudiendo a acciones estéticas. Bajo esta lógica de poder monolítico será fácil sobrellevar una tregua frente a las pandillas e incluso decapitar a la disidencia en un futuro, pero no podrá derrotar fácilmente a la migración o corrupción sin políticas públicas formuladas pluralmente y con una amplia representación de los sectores sociales en la AL.
Con una AL y los demás poderes próximamente cooptados y superpuestos por un caudillo, estamos frente a una dominación autoritaria, entendida como populismo y en donde la rendición de cuentas no tiene razón de ser, valiéndose el caudillo -el presidente de la República- de las elecciones como suficiente argumento para autoerigirse como la encarnación misma del pueblo. Estamos precisamente en las fauces de un autoritarismo que ha de desdeñar el diálogo e interpretar el disenso como traición a la misión que se impondrá de reestructuración del Estado. ¿Queda algo que hacer frente a todo lo anterior? Sí. Especialmente de parte de los partidos de oposición jugando un rol inteligente. Así existen algunas “ideas” para desnudar al populismo en los próximos años e inscribir temas en la agenda de la AL.
La primera es posicionar en la agenda verdaderos problemas de país como el agua o el empleo. La agenda intentará ser impuesta por el oficialismo, pero será tarea de los medios, la sociedad civil y especialmente de los partidos de repelerla en virtud de lo que realmente vale la pena tratar. La segunda es dejar a un lado la estrategia de denostar al oficialismo, centrándose en desarrollar estrategias comprensibles por la ciudadanía que solventen sus problemas cotidianos, construyéndose desde el territorio en el que ahora el partido mayoritario no posee vínculos institucionales. Tercero, es importante que los partidos minoritarios no pretendan tomar la posición de los populistas frente a los electores. Lo estratégico es tomar posición frente al perfil de desencantados de la política y que se abstuvieron de votar con el fin de invitarlos a presionar a “sus” representantes en la AL. Será la inclusión la diferencia que los nuevos y minoritarios partidos pueden marcar de cara a una de las épocas más oscuras que enfrentaremos como país.
Coordinador del Centro de Asesoría Legal Anticorrupción de FUNDE. Becario 2018-19 de la Agencia de Cooperación Chilena, Maestro en Dirección Pública por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile (Cum Laude). Maestro en Ciencia Política por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) y Abogado por la Universidad de El Salvador. Profesor de Gestión Pública (UCA) y Ex Director Ejecutivo de TECHO en El Salvador.