Opinión

Los presuntos zapatos de doña Rosa

Picture of Dany G. Díaz Mejía

Dany G. Díaz Mejía

Hondureño, licenciado en ciencias políticas por la universidad de John Carroll, máster en políticas públicas por la universidad de Carnegie Mellon (EE. UU.), y consultor en temas de evidencia en políticas públicas en Honduras, Guatemala y El Salvador. Facilitador de talleres de liderazgo para jóvenes en América Latina. Apasionado de la libertad de expresión en Centroamérica. Autor de La Quebrada. Correo electrónico: ddiazmejia@alumni.cmu.edu

Yo crecí en una aldea muy pobre de Honduras. Recuerdo que mi papá nos compraba zapatos una vez al año en Tegucigalpa (…) Por eso me duele el caso de Rosa de Lobo, porque el dinero que se robó, presuntamente, era para comprarle zapatos a los niños más pobres de Honduras.

Por Dany G. Díaz Mejía *

En junio del 2020 entró en vigor un nuevo Código Penal en Honduras que limita la libertad de expresión al castigar la calumnia con cárcel. Así lo establece su artículo 230: “Las calumnias hechas con publicidad deben ser castigadas con las penas de prisión de seis (6) meses a un (1) año y multa de quinientos (500) a mil (1000) días”. Esta es una violación directa de las recomendaciones del Alto Comisionado de los Derechos Humanos, que establece que para garantizar el Artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, no se puede criminalizar la difamación, la injuria, o la calumnia a priori, pues esto sería una herramienta para silenciar las críticas a los poderes en un país. 

Pienso en el caso de Rosa Elena de Lobo,  la exprimera dama de Honduras, quien había sido sentenciada a 57 años de cárcel por “desviar alrededor de 16 millones de lempiras (unos US$650,000) y de crear una red de lavado de dinero para encubrir los recursos apropiados que estaban destinados a proyectos sociales” (InsightCrime). Recientemente la Corte Suprema de Justicia anuló la sentencia del tribunal especializado anticorrupción y ordenó que se repita el juicio.  

Yo crecí en una aldea muy pobre de Honduras. Recuerdo que mi papá nos compraba zapatos una vez al año en Tegucigalpa. Como no tenía suficiente dinero para llevarnos a la ciudad, la noche antes del viaje mi papá cortaba una hoja de papel, nos pedía pararnos en ella, y dibujaba el contorno de la planta de nuestros pies cuidadosamente. Añadía medio centímetro al dibujo porque sabía que probablemente nos crecerían los pies antes de que pudiera volver a comprarnos zapatos.  Salía temprano con el molde en los bolsillos de su pantalón para poder comprar los zapatos en el mercado de Tegucigalpa. Era todo un acontecimiento y esperábamos ansiosos su regreso por la noche para estrenar los nuevos zapatos. Era un proceso inexacto así que no siempre quedábamos del todo satisfechos, pero sin zapatos no podías ir a la escuela, no solo porque no sería conveniente, si no porque no te dejarían entrar. Por eso me duele el caso de Rosa de Lobo, porque el dinero que se robó, presuntamente, era para comprarle zapatos a los niños más pobres de Honduras, para que pudieran ir a la escuela. 

Pero cuando hablemos del caso tendremos miedo de denunciar los actos de corrupción de doña Rosa porque sus abogados podrían acusarnos de calumnia, alegando que las pruebas que salieron a la luz durante el juicio no son concluyentes y que estamos manchando el buen nombre de doña Rosa, según el Código Penal.  Sin embargo, como bien me lo recuerda mi madre, yo no sé cómo quedarme callado, así que de todos modos denunciaré la corrupción de doña Rosa. Pero si vos, querido lector, también compartís mi publicación podrías ser acusado por calumnia porque el Código Penal establece que: «A las penas previstas en los artículos 229 (injuria) y 230 debe quedar sometido quien publica, reproduce, repite injuria o calumnia imputada por otro, o quien haga la imputación de modo impersonal o, con las expresiones se dice, se asegura u otra semejante».  Por eso cuando la compartás no digás que doña Rosa se robó el dinero que el Estado destinó para comprarle zapatos a los niños más pobres de Honduras, decí que se lo robó presuntamente.

 En resumen, en Honduras, el Código Penal daña la libertad de expresión y en este caso también a los niños que no pueden comprar zapatos. 

Picture of Por Dany G. Díaz Mejía

Por Dany G. Díaz Mejía

Hondureño, licenciado en ciencias políticas por la universidad de John Carroll, máster en políticas públicas por la universidad de Carnegie Mellon (EE. UU.), y consultor en temas de evidencia en políticas públicas en Honduras, Guatemala y El Salvador. Facilitador de talleres de liderazgo para jóvenes en América Latina. Apasionado de la libertad de expresión en Centroamérica. Autor de La Quebrada. Correo electrónico: ddiazmejia@alumni.cmu.edu

Más de GatoEncerrado