Raúl Orellana Alas tenía 4 años, en 1981, cuando su madre lo tomó junto a su hermana Elba, de 2 años, para huir de los miembros de la extinta Guardia Nacional. Abandonaron su vivienda en Las Vueltas, Chalatenango, pero los guardias igual capturaron a la madre de Raúl y la acusaron de colaborar con la guerrilla, la torturaron y finalmente la asesinaron.
Un guardia llamado Bartolo Galán dijo que se haría cargo de Raúl y su hermana Elba, pero otro guardia con un rango superior tomó a la niña y se la llevó. “Esa fue la última vez que supe de ella. Ese guardia fue el causante de nuestra separación”, contó Raúl a GatoEncerrado.
Tras el asesinato de su madre y separación de su hermana, Raúl fue criado por la familia del guardia Bartolo Galán en Chalatenango. Durante ese tiempo, no logró saber nada de su hermana y tampoco de sus primos y familiares.
Fue hasta cuatro décadas después que Raúl pudo reencontrarse con su familia, gracias al esfuerzo de un tío, llamado José Antonio Mejía, quien se puso en contacto con la Asociación Pro-Búsqueda de Niños y Niñas desaparecidos en el conflicto armado.
“Tuve una pista sobre el paradero de él (Raúl) y me comuniqué con la gente de Pro-Búsqueda para poder seguir con la investigación y ponerlo en contacto con su familia. Lo importante es que un familiar, al menos, mantenga el interés de encontrar a la persona desaparecida. Como he trabajado en varios reencuentros con Pro-Búsqueda, rápido conseguimos los números de los familiares que dijeron estar ansiosos de conocerlo”, explicó Mejía a GatoEncerrado.
Cuando todo estuvo arreglado, Raúl viajó desde Chalatenango hasta San Antonio Pajonal, cerca de la frontera con Guatemala, para conocer a su abuela, tíos y primos. Se bajó de un vehículo y lo primero que pudo observar fue un cartel que decía: “Bienvenido a la familia Raúl”. Y luego los abrazos no pararon.