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"Quinto paso: La batalla del pueblo salvadoreño contra el aparato ideológico": Bukele

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Por Gloria Olivares

El presidente de la República, Nayib Bukele, llegó al Salón Azul de la Asamblea Legislativa, la noche de este 1 de junio, para hablar sobre su segundo año de gobierno. El año pasado, el mandatario no asistió bajo el argumento de que estaba atendiendo la emergencia por COVID-19. La última vez que Bukele llegó a la Asamblea fue el 9 de febrero de 2020, cuando invadió el poder legislativo con militares y usurpó la silla del presidente de ese Órgano de Estado.

Cada año, el Ejecutivo debe rendir un informe de labores a la Asamblea, según el artículo 168, numerales 6 y 7 de la Constitución de la República y el artículo 64, numeral 3 e inciso segundo, del Reglamento Interior de la Asamblea Legislativa. Sobre los 33 minutos que pronunció el presidente Bukele, GatoEncerrado ofrece la transcripción para que los lectores evalúen si fue un informe de rendición de cuentas o un discurso.

Discurso 2° año de gestión del presidente de la República Nayib Bukele

Asamblea Legislativa. 1° de junio, 2021

Buenas noches a todos. 

Señor presidente de la Asamblea Legislativa, Ernesto Castro, y señores diputados y diputadas propietarios y suplentes. Señor presidente de la Corte Suprema de Justicia, Óscar Alberto López Jeréz y señores magistrados. Mi querida esposa Gabriela, la primera dama de la república. 

Señores diputados al Parlamento Centroamericano. Excelentísimo señores y señoras embajadores y honorables jefes de misiones diplomáticas acreditadas en el país. Señor fiscal general de la República, Rodolfo Delgado. Señor Alcalde Municipal de San Salvador, Mario Duran. Señores miembros del gabinete de gobierno. Honorables representantes de organismos internacionales. Invitados especiales. Y principalmente querido pueblo salvadoreño.

*Aplausos*

Hace algunos años desde una tarima en El Salvador del Mundo daba un discurso donde le preguntaba a los asistentes si creían que El Salvador valía la pena. Esa noche le recordaba cuánto tiempo habíamos esperado por un cambio real en nuestro país. En aquel momento yo era alcalde de la capital y apenas empezamos con la idea de recuperar el corazón del Centro Histórico de San Salvador, a pesar de que todos decían que eso era algo imposible. El resto de la historia ustedes ya la conocen. Y eso que sólo estuvimos 2 años para ejecutarlo. Luego llegó Arena y todo se detuvo, es más retrocedió. Espero que ahora haya regresado al camino correcto en el que lo dejamos cuando terminó nuestro periodo en la Alcaldía de San Salvador. 

Y es que los cambios no son imposibles, pero tampoco son fáciles; mucho menos si son reales y si son estructurales. Mucho menos cuando los retos son grandes. ¿Y qué reto podría ser más grande que transformar un país como el nuestro que fue saqueado, engañado, violentado y abandonado? por todas estas décadas ocurrió eso con nuestro país. Nuestro país había perdido la esperanza hace mucho y estaba cansado de esperar un cambio que nunca llegó. Pero, los salvadoreños decidieron darle otra oportunidad a El Salvador a pesar de tanto sufrimiento, promesa rotas y corrupción, a pesar de ver político que negociaron su vida a cambio de votos en cada elección, a pesar de que lo único que cambiaba en cada evento electoral era el tamaño de la billetera de los que dejaron a nuestro país sumido en la pobreza y en el subdesarrollo. A pesar de todo eso, los salvadoreños volvieron a creer que podíamos cambiar y con valentía ganaron esa batalla el 3 febrero del 2019, sin disparar una sola bala, sin derramar una sola gota de sangre como lo intentaron en la guerra civil. Ese día nos dieron un mandato, uno que asumimos y juramos que cumpliríamos: el de cambiar nuestro país, pero esta vez de verdad. 

Cuando las transformaciones no son cosméticas hay que cortar los problemas de raíz. Puede que tengamos dolor, temor, preocupación y dificultades. Muchas veces hasta podemos sentir que es difícil seguir adelante. Creo que todos en nuestra vida personal también hemos pasado por situaciones así y hemos experimentado la sensación de ver el camino cuesta arriba, pero en nuestro corazón sabemos que tenemos que enfrentarnos a ese proceso para convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos. Esto es lo que ahora está viviendo El Salvador. Durante tantos años los salvadoreños nos fuimos condicionando, acostumbrando porque teníamos la certeza de que nada iba a cambiar. Vimos como algo normal que es rico siempre se hiciera más rico, que el pobre siempre se hiciera más pobre. La mayoría de salvadoreños crecieron con el miedo de no saber si sus seres queridos iban a regresar a casa. Crecieron no solo con carencias, sino que le faltaba casi todo, incluso la mayoría de cosas que en otros países forman parte de lo más básico y de desde hace décadas están garantizadas.

Generaciones enteras nacieron y murieron sin acceso a la salud, un país en donde la educación era un privilegio. Sólo imagínense, desde que nace un bebé llora al nacer hasta que da el anciano el último suspiro, toda una vida entera, todas esas vidas enteras y durante todo ese tiempo nada cambió. Seamos sinceros, ¿cuántas veces se preguntaron que nuestro país valía la pena? En algún momento de nuestra vida todos nos lo preguntamos, en algún momento de nuestra historia nuestro país se lo preguntó. Pero hoy, nuestro país se siente diferente. Hoy como su presidente les aseguró: El Salvador sí vale la pena. 

*Aplausos* 

Esta es la primera vez que realmente tenemos en nuestras manos la oportunidad de emanciparnos, de romper las cadenas que nos tuvieron tantos años atados a la injusticia, a la zozobra y al pesimismo. Por primera vez en nuestra historia los salvadoreños realmente estamos tomando las riendas de nuestro propio destino, este destino inexorable que tardó 200 años en llegar, este destino que es nuestro. En el bicentenario de de nuestra independencia de un poder colonial logramos cambiar el sistema político formal. Suena poco, pero no es poco. Y lo hicimos sin derramar sangre en una guerra como lo hicieron los partidos que están allí, en esa esquina, sin negociar con criminales como lo hicieron los dos partidos que están en esa esquina. 

*Aplausos*

Sin comprar gobernabilidad como lo hicieron los dos partidos que están en esa esquina.

*Aplausos*

Logramos cambiarlo sin postrarnos ante nadie más que a Dios. No voy a decirles que El Salvador es el país de las maravillas, no voy a venir a mentirles, a pintarles un país perfecto y sin problemas. Nos hace falta muchísimo por hacer. Nuestra gente todavía tiene hambre, nuestra gente todavía necesita empleos, nuestra gente necesita pensiones justas, muchas de las familias salvadoreñas no tienen siquiera un techo digno donde vivir. Han pasado apenas 2 años en un país que lleva 200 años viviendo igual. Y llevamos apenas 30 días de haber tomado democráticamente el poder formal. 

*Aplausos*

Llevamos poco tiempo, pero estamos construyendo una verdadera democracia. No estamos construyendo una democracia falsa como la que instauraron las fuerzas del status quo. ¿O se puede llamar democracia a un sistema que permitió que un ex presidente blindado por sus apellidos y la oligarquía despojaron al pueblo de sus tierras,  de su banca, de sus semillas y que además vendiera la medicina con sobreprecios? ¿Se le puede llamar democracia a un sistema que privatizó todo: las telecomunicaciones,  la banca,  las pensiones, la distribución de energía eléctrica y hasta la seguridad? Porque en El Salvador todavía tener seguridad es un bien privado. Por eso tener una vivienda propia y segura, que debería ser algo básico, es algo casi imposible para el salvadoreño promedio. 

Con los años, el Estado amplificó los problemas de muchos para poder mantener e incrementar los beneficios y los privilegios de unos pocos. A eso le llamaban democracia, pero en realidad es cinismo e hipocresía. Durante 200 años la democracia fue una pantomima. Todo era un teatro. ¿Teníamos elecciones? Sí,  pero cuando los políticos llegaban al poder se les olvidaba el pueblo y a la hora de pedir de nuevo el voto en las siguientes elecciones, venían las mentiras y las falsas promesas otra vez. Así funcionaba el sistema. Sí, ese mismo sistema que algunos todavía defienden, que algunos todavía nos exigen que volvamos a él. A ellos nunca les importó la gente solo les importaban los votos. A ellos les digo: sigan reclamando por este sistema que veía en nuestro país como su finca y a nuestra gente como sus peones, sigan rasgándose las vestiduras porque ya no se pueden enriquecer a costa del pueblo salvadoreño. 

*Aplausos*

Sigan intentándolo, pero sepan que a los salvadoreños ya no nos engañan. Nunca más vamos a regresar al sistema que por dos siglos no hundió en la delincuencia, en la corrupción, en la desigualdad y en la pobreza. 

*Aplausos*

Nunca más, no se hagan ilusiones, mientras Dios me dé fuerzas no lo voy a permitir. 

*Aplausos*

En nuestro país siempre hubo un grupo de poder detrás de los gobiernos ¿o estoy mintiendo? Un gobierno invisible detrás, que nadie eligió; lo vimos con la derecha que tenía detrás a la oligarquía y lo vimos con la izquierda que supuestamente venía del pueblo y término sirviendo a la misma oligarquía. Con el tiempo descubrimos que los dos eran caras diferentes de la misma moneda. Esa oligarquía todavía tiene mucho poder porque aún controla el aparato ideológico del Estado. El aparato ideológico siempre ha sido hipócrita, pero no por eso no es poderoso. Ahora haciendo uso de él hacen creer que deberíamos regresar a como era antes. ¿O sea que antes estábamos bien? ¿O sea que las viejas  instituciones sí resolvían los problemas de los salvadoreños? ¿Íbamos en el camino correcto de seguridad, en salud, en educación, en infraestructuras? Claro que no. 

Por tantos años ese aparato ideológico nos hizo creer que hay dos tipos de seres humanos: El que vale algo y el que no; el que merece justicia y el que no. Por eso la anterior Sala de lo Constitucional les daba resoluciones express en 24 horas a unos y tardaban 20 años sin resolver a otros. 

*Aplausos*

¿Era eso democracia? Claro que no. La justicia se representa con una mujer que tiene los ojos vendados porque protege a todos, sin distinción. Tiene una espada porque es fuerte y tiene una balanza porque es justa. Pero ninguna de esas tres cosas aplicaba para nuestro país, ¿o sí? Porque la justicia aquí en El Salvador nunca ha protegido a todos, porque nunca ha sido fuerte con los que tiene que serlo y porque nunca ha sido justa. A diferencia de todo eso, detrás de este presidente, y eso nadie lo puede negar, no hay una oligarquía, no hay juntas militares y mucho menos una comandancia guerrillera dándole órdenes y diciéndole lo que tiene que hacer como todos los presidentes anteriores. Este gobernante que ustedes ven acá sí tiene un grupo de poder detrás de él, pero ese grupo de poder se llama pueblo salvadoreño. 

*Aplausos*

Por eso es que nuestros adversarios no nos entienden. Incluso algunos en la comunidad internacional se confunden, no entienden a quién representamos. Es extraño para ellos ver un gobierno que no representa ningún grupo de poder fáctico, más que el pueblo mismo . Es extraño para ellos que detrás de este gobierno no haya nadie dando órdenes. En la mayoría de países, incluso, los gobiernos también se deben a alguien: a financistas, a élites económicas, a comandancias partidarias, o con algún grupo con el que tiene que quedar bien. Nosotros no nos debemos a nadie, ni debemos quedar bien con nadie, más que con Dios y con el pueblo salvadoreño. 

*Aplausos*

Ser su presidente para mí es más que un honor. Sé que tengo la gran responsabilidad de cuidar del pueblo y de proteger esta patria con mi vida si es necesario. Ahora quiero hablarle al corazón de cada salvadoreño, este es el momento en el que debemos actuar para como dice nuestro nuestro himno nacional “conquistar nuestro feliz por venir”. Transformar un país de verdad conlleva muchas cosas, así como ahora el presidente gobierna con el pueblo y tiene la obligación de solventar sus necesidades, el pueblo también tiene la responsabilidad de defender esos logros porque son de todos. El pueblo defiende al pueblo, el pueblo cuida del pueblo.

Algunas personas que ahora me escuchan están en contra del gobierno, es un país libre, tienen  derecho a no estar de acuerdo con el gobierno. Pero no se pongan en contra de lo que estamos logrando para mejorar nuestro país. Aunque todavía no tenemos los niveles de seguridad que quisiéramos, ni por cerca, y quiero dejar esto bien claro, hace dos años era impensable que El Salvador iba a dejar de ser uno de los países más violentos del mundo. Y aunque somos un país violento, y aunque aún  sufrimos el embate de la delincuencia, ya no estamos los 10 países más violentos del mundo cuando antes éramos el primero en el gobierno de ellos.

*Aplausos*

Hace dos años, era impensable convertirnos en un ejemplo mundial del buen manejo de la pandemia;  que El Salvador iba ser uno de los países que primero en el planeta tomaron medidas a tiempo; que íbamos a construir la fase 1 de un hospital de primer mundo con 400 camas de cuidados intensivos en menos de tres meses; que íbamos a tener uno de los ritmos de vacunación más rápido de toda Latinoamérica. Era impensable, con refrigeradoras podridas y centros de vacunación en el peor estado posible. Era impensable que empezáramos a romper la brecha digital de la educación, en medio de una referencia. Era impensable que el gobierno se iba preocupar por darle dinero a la gente para sufragar los gastos familiares en la emergencia. Era impensable que el gobierno garantizaría que la gente tuviera comida en su mesa. Y además de eso, que pudiéramos ayudar a nuestros pueblos hermanos de Centroamérica. Era impensable que varios de los proyectos viales más grandes de nuestra historia se están realizando al mismo tiempo. En este momento, ahorita, somos sede de un campeonato mundial de surf, el primero en la historia que clasificará a atletas a los juegos olímpicos. 

*Aplausos*

Mientras estoy hablando aquí, más de 50 naciones están siendo representadas  en nuestras playas por campeones mundiales que surfean nuestras olas. Y pensar que en medio este evento hay gente que empezó a decir falsedades y otros a difundirlas,  incluyendo medios de comunicación que algunos los toman como referencia a nivel internacional. Con tal de ver que fallemos hay personas mezquinas que son capaces de inventar lo que sea y dañar algo que, más que un logro nuestro o del gobierno, es un triunfo para el país, es un triunfo para todos. El Salvador no va cambiar con sabotajes ni volviendo al pasado. El Salvador solo va a cambiar si somos valientes para defender las conquistas y compartir las victorias. El pueblo defiende al pueblo, el pueblo cuida al pueblo. 

Hace dos años hicimos un juramento. Ese día les dije que nuestro país era como un niño enfermo, un niño al que todos debíamos cuidar, que había que cuidarlo con valentía y que teníamos que estar dispuestos y preparados para caer y levantarnos una y otra vez porque la enfermedad era muy muy grande. Pero, también les dije que yo estaba seguro que El Salvador avanzaría porque el cambio iba a venir de ustedes y porque solo ustedes podían decidir cómo querían ser gobernados. Juramos defender la patria contra todo obstáculo, contra todo enemigo, contra toda barrera. Hoy más que nunca necesitamos reafirmar ese juramento porque si bien nos falta muchísimo camino por recorrer no podemos negar que hemos avanzado, que no somos El Salvador de antes. Y no podemos permitir que nadie nos arrebate cada paso que hemos dado, ni los pasos que estamos por dar. 

El 3 febrero de 2019, nuestra historia empezó a cambiar para siempre. El 1 junio de 2019 dimos otro paso más haciendo ese juramento. El 28 febrero del 2021, los salvadoreños reafirmaron el rumbo que querían tomar. 

*Aplausos*

Y este 1 mayo, nuestro país dio los pasos necesarios para seguir cambiando. Y hoy, este 1 junio, es el quinto paso de nuestra historia. Este día inicia una nueva etapa para nuestro país, la etapa en la que ya no se trata de un gobierno, de una Asamblea Legislativa, de un poder del Estado; a partir de ahora el reto es mucho más grande. Los salvadoreños tenemos que decidir liberarnos del yugo de los poderes fácticos que con su aparato ideológico han gobernado desde atrás siempre y siguen intentando dominar nuestro país. 

Si bien la oligarquía ya no está detrás del  presidente, ni detrás del gobierno dando órdenes,  siempre está ahí luchando, peleando por controlar el Estado. Les molesta que las grandes decisiones del país ya no se tomen en sus salas de conferencias de sus despachos, como antes. Por tantos años ellos gobernaron todo. El 1 de junio de 2019 dejaron de tener un presidente que hacía lo que ellos decían, pero siguieron teniendo la Asamblea, siguieron teniendo la Sala de lo Constitucional, los medios de comunicación y todo el aparato ideológico del Estado, todo para detener a este presidente que ya no seguía sus órdenes. Por eso tuvimos una época de conflictos entre los tres poderes del estado sin precedentes en la historia de nuestro país. Dicen que firmé 65 vetos y que tengo el récord más alto de vetos, posiblemente fue porque nos evitamos 65 camionadas de maletines negros para compara esos votos que están ahí y que antes estaban en todo el salón legislativo. 

*Aplausos*

El conflicto entre poderes del Estado era tanto que incluso durante el pico más alto de la pandemia el poder judicial, de manera arbitraria e ilegal y rayando en lo absurdo, le dio poderes especiales a la Asamblea Legislativa para actuar como Órgano Ejecutivo y que fueran ellos quienes decidieran las medidas a tomar en la pandemia. En esta Asamblea intentaron numerosas veces decidir la medidas sanitarias para combatir el virus. Y así podríamos mencionar incontables ejemplos, la mayoría de ellos, ustedes ya lo conocen. Y así fue durante más de año y medio,  hasta que el 28 febrero el pueblo le quitó el poder legislativo. 

*Aplausos*

Ahí decidieron que iban a controlar nuestro país desde el poder judicial, desde la Sala de lo Constitucional, desde el Ministerio Público, desde la Fiscalía. Pero, el pueblo a través de sus representantes, desbarató su plan y el 1 mayo perdieron también la Sala de lo Constitucional y la Fiscalía. 

*Aplausos*

Por primera vez en 200 años la oligarquía perdió su última oportunidad de controlar el poder formal en nuestro país. Por primera vez en 200 años no tuvieron otra opción más que salir por primera vez a dar la cara. Ya no pueden gobernar desde atrás del poder ejecutivo, ya no pueden gobernar desde atrás del poder legislativo, ya no pueden gobernar desde atrás de la Sala de lo Constitucional, ya no pueden gobernar desde las sombras. Tuvieron que salir a dar la cara a pelear por el poder con su aparato ideológico desde sus fundaciones, sus tanques de pensamiento y sus oenegés o ahora como le dicen OSC. Pero que los poderes fácticos ahora estén dando la cara a plena luz del día y con poderosos apoyos nacionales e internacionales nos demuestra la importancia de nuestro quinto paso: La batalla del pueblo salvadoreño contra el aparato ideológico y la defensa total que nuestro país ha conquistado en estos dos años. 

No vamos a volver atrás. Nuestro país no está dividido como muchos quieren hacer creer, no está polarizado como los grupos le venden exitosamente a una parte de la comunidad internacional. Nuestro país estaba polarizado con ellos, dividido literalmente a muerte entre la izquierda y la derecha, y lo pongo entre comillas porque ni ellos se la creen. Engañados por ideologías, por personas que ni ellos creían en ellas. Nuestro país no está polarizado ni dividido, todo lo contrario, por primera vez estaba unido. 

*Aplausos*

Por primera vez, salvo pequeños residuos, no hay izquierda ni derecha. Por primera vez 9 de cada 10 salvadoreños apoyan una visión, a un gobierno y a un presidente. 

*Aplausos*

Un apoyo así no tiene precedentes, no solo en la historia de El Salvador sino en la de ningún país del mundo que tenga un sistema creíble de encuestas. Aquí en El Salvador hasta las encuestas de la oposición lo aceptan. Afuera ni las grandes casas encuestadoras que llevan décadas monitoreando la política salvadoreña lo entienden. Pero nosotros sí lo entendemos y sabemos que no es una aprobación gratis, no es un cheque en blanco como muchos dicen, sino que por primera vez el pueblo es parte de este movimiento, parte de estas transformaciones, parte de esta lucha, pacífica, entre lo viejo -a lo que no queremos regresar- y el nuevo país que queremos construir. Por primera vez el pueblo es el único poder fáctico terrenal que el gobierno obedece. 

*Aplausos*

Los que queremos un mejor país somos más, prácticamente la totalidad de salvadoreños, pero esa ínfima minoría es poderosa y tiene muchísima vocería. La mayoría de salvadoreños no compiten con la voz que ellos tienden a pesar de ser la inmensa mayoría. Porque además controlan la mayoría de medios de comunicación y principalmente, como les dije antes, el aparato ideológico que aún domina parte de nuestra forma de pensar. 

Para poder tener un país desarrollado debemos de luchar por ser independientes, en especial, independiente del yugo de las formas de pensar del pasado ¿Cuántos años pasamos esperando un cambio real en nuestro país? ¿Cuántas veces hablamos con Gabriela, que está ahí escuchándome, que había que invertir en la educación, que había que invertir en la primera infancia, que había que invertir en los niños,  y que si hace años hubiéramos invertido en ellos, hubiéramos invertido en su salud, en su nutrición, en su educación y cuidado como se merece merecían? ¿Se imaginan el tipo de sociedad que tuviéramos hoy? Muchos de los frutos de los nuevos programas que estamos ejecutando ahora no los veremos en esta generación, pero ese fue el error más grande del pasado, no gobernar para futuras generaciones. Hay naciones que estuvieron en algún tiempo mucho peor que nosotros y salieron adelante y ahora todos las admiramos, pero no fue por arte de magia, ellos tuvieron visión, voluntad y coraje. Ellos tomaron decisiones difíciles, actuaron cuando tuvieron que hacerlo, aunque fueran decisiones durante en situaciones adversas. 

Nos llaman países del triángulo norte, que necesitamos ayuda, tercermundistas, y en cierta forma lo somos, pero ¿por qué no podemos soñar con no depender de eso? ¿Por qué tenemos que sentirnos menos y ser condenados a ser menos? Somos pequeños, sí, pero qué tiene de malo soñar con ser grandes en las cosas que realmente importan. Por qué no podemos lograrlo nosotros también. 

Muchas veces nos ha tocado y nos tocará tomar decisiones con las que no todos van a estar de acuerdo, pero ese es nuestro derecho aunque algunos se incomoden. Sin las decisiones que estamos tomando ahora, por simple lógica, sería imposible transformar El Salvador. Pero transformar un país no sólo depende de un gobierno o de una Asamblea, depende de cada uno de nosotros, depende de que ningún padre de familia abandone a sus hijos, de que entendamos que la educación empieza en casa, de que manejar con responsabilidad sea la regla y no la excepción, porque a esta alturas no deberíamos siquiera botar basura en la calle o en nuestras playas. Tenemos que convertirnos cada uno en un ejemplo en todo lo que hagamos, desde las acciones más sencillas. Todos, no el gobierno, todos, y eso incluye a ustedes y a los que están escuchando estos mensajes, y también a los que no,  porque El Salvador sí vale la pena. 

*Aplausos*

Estamos haciendo los cambios que el pueblo salvadoreño nos pidió. Pero si queremos dejar un legado, y nuestro país lo necesita, es necesario que todos, no sólo los que estamos aquí , todos los salvadoreños los defendamos. Amemos y defendamos nuestra patria, no porque sea la más grande ni la más poderosa, sino porque es la nuestra. Que la valentía sea nuestra bandera, así como la misma se lee “Dios, unión y libertad”. Con Dios por delante unidos permaneceremos para defender nuestras conquistas y alcanzar nuestros sueños de tener verdadera libertad. 

*Aplausos*

Porque el pueblo defiende al pueblo y el pueblo cuida al pueblo. Y es por eso que a dos años de aquel juramento que hicimos en el 2019, les quiero pedir que se pongan de pie, que levanten su mano y que juremos que daremos esta nueva batalla juntos. Acompáñenos desde sus casas, de sus trabajos, que nos acompañen en todos los salvadoreños de bien, nuestra valiente y querida diáspora. 

Levantemos la mano.

(Diputados del oficialismo, funcionarios e invitados afines al gobierno se ponen de pie , levantan la mano y repiten el juramento. Hubo un momento en el que hasta los magistrados de la Sala de lo Constitucional impuestos por Nuevas Ideas se pararon y luego se sentaron).

“Juramos defender lo conquistado. Luchar pacíficamente, contra todo enemigo, contra todo obstáculo, contra toda barrera. Juramos defender nuestras futuras  conquistas. No dejar que los que nos hicieron sufrir vuelvan al poder jamás, no dejar que vuelvan a saquear nuestra patria. Juramos que estaremos juntos, que no nos dejaremos solos en las luchas que vendrán. Nadie se interpondrá entre Dios y su pueblo para sacar adelante a nuestro país”.  Qué Dios nos bendiga a todos y que Dios bendiga a nuestro querido país El Salvador.  Muchas gracias.

*Aplausos*

Termina el discurso.

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