Foto/Mónica Campos

Una noche para crear nuevos enemigos

El discurso de rendición de cuentas del segundo año de gestión del presidente de la República, Nayib Bukele, se enfocó principalmente en disparar desde el micrófono una serie de advertencias a la ciudadanía de posibles enemigos al desarrollo del país. Además, cimentó su dominio sobre el resto de los poderes del Estado y demostró un nuevo control sobre la prensa.  

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Por Xenia Oliva

“Nadie se interpondrá entre Dios y su pueblo para sacar adelante a nuestro país”, fue la oración con la que terminó el nuevo juramento que hizo el presidente de la República, Nayib Bukele, haciendo referencia a su autodenominado título de “instrumento de Dios” en la historia de El Salvador. Así fue como Bukele concluyó su discurso de dos años de gestión ante la Asamblea Legislativa, invitando a “todos los salvadoreños de bien” a tomar un juramento ante él, a través de una cadena nacional de Radio y Televisión. Sin titubear se levantaron los diputados de la bancada de Nuevas Ideas, Gana, PCN y PDC, los funcionarios de su gobierno, sus familiares, incluyendo su madre, hermanos y la primera dama de la República, Gabriela de Bukele, además de un grupo de ciudadanos que, desde temprano, se mantenía en el área de visitas del Salón Azul de la Asamblea. 

Por un instante, tres de los nuevos magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) impuestos por el oficialismo, José Ángel Pérez, Nahum Martínez y Luis Javier Suárez también se pusieron de pie, atendiendo al llamado de Bukele de jurar por “defender lo conquistado”. Durante la mayor parte del discurso del presidente, los tres, sentados en la misma fila junto a la cuarta magistrada Elsy Dueñas y el también impuesto en el cargo de fiscal General, Rodolfo Delgado, habían intentado imitar el estoicismo del cuerpo diplomático, con quienes compartían el área de asientos. El desliz de los magistrados de ponerse de pie duró unos segundos, quizá al darse cuenta que ni Dueñas ni Delgado se habían levantado, se volvieron a sentar. Al frente, en la mesa de la junta directiva, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Óscar López Jérez, también se mantuvo en su asiento.

“Qué Dios nos bendiga a todos y que Dios bendiga a nuestro querido país El Salvador.  Muchas gracias”, se despidió Bukele tras su juramento, a lo que siguió una ola de aplausos a la que sí se unieron el fiscal Delgado y los magistrados Pérez y Dueñas. 

Era la segunda vez que Delgado se unía brevemente a los aplausos durante el discurso del presidente. Antes se había unido a los aplausos cuando Bukele dijo: “Nuestro país no está polarizado ni dividido, todo lo contrario, por primera vez está unido”. 

El discurso del presidente Bukele duró un poco más de 33 minutos, y aunque no hubo muchos datos, sí hubo mucha retórica y referencias a enemigos y a Dios, similar al discurso que dio el 9 de febrero de 2020 cuando se tomó el mismo Salón Azul de la Asamblea Legislativa, acompañado de militares y policías, además del respaldo de algunos diputados como Guillermo Gallegos. 

A diferencia de lo ocurrido el año pasado, cuando Bukele usurpó la silla del presidente de la Asamblea Legislativa y tocó el gong, esta vez fue Ernesto Castro, actual presidente del órgano legislativo, quien le cedió esa potestad. 

“Con 79 diputados propietarios se ha establecido el quórum y será un honor para este servidor que usted aperture la sesión solemne”, le dijo Castro, permitiendo que Bukele hiciera sonar el gong de nuevo y abriera la sesión plenaria solemne. Minutos antes ya se había pasado la lista de los diputados asistentes y se le había informado a Castro que había 79, pero en ese momento solo hubo silencio de su parte ya que Bukele aún no había ingresado al salón. 

El presidente Nayib Bukele inauguró la primera sesión solemne de la nueva Asamblea Legislativa, dominada por Nuevas Ideas. Foto/Emerson Flores

Después de que Bukele anunciara el inicio de la primera sesión solemne que desarrolla la nueva legislatura, el salón irrumpió en gritos de “Sí se pudo”. No sería la primera vez que el desarrollo de la sesión se interrumpiría por aplausos o gritos. 

Previamente, durante el paso del listado de los diputados, las personas que se mantenían en el área de visitas, simpatizantes del presidente y del gobierno, comenzaron a abuchear cada vez que se mencionaba el nombre de un diputado de oposición, al menos de los que sí reconocían, como Anabel Belloso del FMLN y René Portillo Cuadra, de Arena, quien ha estado ausente desde el fallecimiento de su hija. Los asistentes también vitoreaban por algunos nombres de los diputados de Nuevas Ideas cuando se trataba de los que sí reconocían. 

Aunque el discurso de Bukele fue interrumpido en varias ocasiones por los aplausos, él también buscaba ese involucramiento de los asistentes, haciéndoles preguntas durante su discurso. “En nuestro país siempre hubo un grupo de poder detrás de los gobiernos ¿o estoy mintiendo?”, dijo esperando una respuesta. El ambiente era similar al de una actividad religiosa de domingo, cuando el pastor pide a los asistentes participar durante su sermón mientras las menciones de Dios son abundantes. 

Similar también a como se dan algunas de esas reuniones religiosas, los ciudadanos asistentes habían sido trasladados hacia la Asamblea Legislativa en autobuses, algunos interdepartamentales. Estaban en las gradas del área de visitas del Salón Azul desde temprano, blandiendo carteles de cartulina con escritos como:  “La Paz apoya al gobierno”, “Dos años históricos”, “Apoyo total al único presidente que puso primero al pueblo”, los cuales al finalizar el evento les sirvieron de sombrilla para cubrirse de la lluvia.

Los encargados de protocolo de Casa Presidencial y de la Asamblea Legislativa obligaron a que todos los periodistas que quisieran cubrir el discurso del presidente tuvieran que trasladarse en microbuses controlados por ellos. De lo contrario no podrían ingresar a la Asamblea. El primer microbús con periodistas salió desde el Instituto Nacional de los Deportes (INDES) poco después de las 5:00 de la tarde. Al llegar, en el área de las gradas de la Asamblea ya se había colocado una inmensa alfombra roja, a un lado se había montado un set de televisión para canal 10 y Radio Nacional y uno más sencillo para reporteros del Grupo Megavisión. Diario El Salvador también tenía su espacio asignado para entrevistar.

La adecuación del lugar y la instalación de los set y  luces empezó dos días antes. Uno de los cambios evidentes en el Salón Azul fue el cambio de escudos de los 14 departamentos del país. A los lados de la mesa de junta directiva tampoco estaban los leones rampantes que forman parte de las esculturas que adornaron en el paseo de la avenida independencia.

A los periodistas que bajaron del microbús no se les permitía acercarse al área del set ni tomar fotografías al área frente a las puertas principales del Salón Azul, donde deambulaba personal de la Asamblea y de seguridad con sus trajes negros, al igual que algunos militarles, unos vestidos de gala y otros vestidos como si se tratara de una batalla. 

El ingreso de los periodistas al Salón Azul fue hasta las 6:00 de la tarde, donde ya se encontraban los visitantes con sus carteles. Algunos de los visitantes llevaban camisetas con el rostro del presidente Bukele y mostraban con orgullo sus carteles para que fueran fotografiados.

Los invitados al área de visitas, fieles seguidores de Bukele, llevaron carteles como forma de apoyo a la gestión del actual gobierno. Foto/Emerson Flores.

El salón comenzó a llenarse con funcionarios y diplomáticos hasta pasadas las 7:00 de la noche. 

De repente sonaba la voz del maestro de ceremonia quien a través de los parlantes decía: “Damas y caballeros sean bienvenidos, les invitamos a despejar el pasillo principal y les invitamos a tomar sus asientos”.  Su tono de voz recordaba al de la voz que hace las tres llamadas antes de que se abra el telón al inicio de una obra de teatro. A las 7:48 de la noche, sonó la segunda llamada y en esta ocasión también pedía a los asistentes “poner en vibrador sus celulares”. 

Entre los funcionarios, la más saludada fue la comisionada presidencial, Carolina Recinos, quien no había participado en una actividad pública desde que fue mencionada como parte del grupo de funcionarios acusados de cometer actos de corrupción en un informe elaborado por el Departamento de Estado de Estados Unidos. Desde que ingresó al salón, varios funcionarios y asistentes la abrazaron y saludaron, como si no hubiera pandemia. 

La recién llegada Encargada de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en El Salvador, Jean Manes, tampoco pasó desapercibida desde su entrada. 

Entre los invitados, el fiscal Delgado se había mantenido más impasible, primero sentado en un extremo de las filas, en la sección de funcionarios de gobierno, a un lado del alcalde Mario Durán. Con la llegada del grupo familiar del presidente Bukele lo movieron, junto a Durán, al centro. Pero poco antes de que Bukele ingresara al Salón Azul, lo llamaron y lo ubicaron justo al lado de los magistrados de la Corte Suprema, quienes estaban sentados frente a miembros del cuerpo diplomático como el embajador de la Unión Europea (UE) en El Salvador, Andreu Bassols. 

La última vez que Delgado y los cuatro nuevos magistrados de la Sala de lo Constitucional estuvieron en el Salón Azul fue el pasado 1 de mayo, cuando fueron elegidos en un proceso irregular tras la decisión de los diputados de la bancada de Nuevas Ideas y los partidos aliados de usar la primera sesión de la actual legislatura para destituir a los anteriores magistrados y presidente de la Corte Suprema de Justicia al igual que al anterior Fiscal General, Raúl Melara. En esa ocasión, la salida de Delgado y los nuevos magistrados fue flanqueada por el director de la Policía Nacional Civil (PNC), Mauricio Arriaza Chicas, quien se encargó de garantizar que ingresaran a los recintos de la CSJ y la Fiscalía. En esta ocasión, Arriaza Chicas se mantuvo entre las sillas de los asistentes, vistiendo su uniforme de gala y aplaudiendo con entusiasmo al discurso de Bukele. 

“Y este 1 mayo, nuestro país dio los pasos necesarios para seguir cambiando. Y hoy, este 1 junio, es el quinto paso de nuestra historia”, expresó Bukele, mientras el salón se mantenía en silencio.

Los nuevos magistrados de la Sala de lo Constitucional junto al fiscal Rodolfo Delgado. Funcionarios que fueron impuestos por la nueva Asamblea Legislativa. Foto/Emerson Flores.

Posteriormente reiteró con ímpetu: “Ahí decidieron que iban a controlar nuestro país desde el poder judicial, desde la Sala de lo Constitucional, desde el Ministerio Público, desde la Fiscalía. Pero, el pueblo a través de sus representantes, desbarató su plan y el 1 mayo perdieron también la Sala de lo Constitucional y la Fiscalía”. Los aplausos estallaron esta vez, a la referencia más directa de Bukele sobre la destitución de los funcionarios, que ha sido cuestionada, incluso por algunos de los miembros del cuerpo diplomático que se encontraban en ese momento en el Salón Azul.  

Bukele señaló más de una vez a los diputados del FMLN y Arena refiriéndose a ellos como los partidos de “esa esquina”, recordando los señalamientos de corrupción contra ellos. Pero también se refirió a un nuevo “enemigo”, Bukele reiteró que hay tanques de pensamiento y ONG que siguen las órdenes de “poderes fácticos”. 

“Pero que los poderes fácticos ahora estén dando la cara a plena luz del día y con poderosos apoyos nacionales e internacionales nos demuestra la importancia de nuestro quinto paso: La batalla del pueblo salvadoreño contra el aparato ideológico y la defensa total que nuestro país ha conquistado en estos dos años”, dijo Bukele. 

La algarabía de los seguidores del presidente, ubicados en las gradas de visitantes se mantenía. Sobre todo ante las menciones de Bukele sobre el pueblo. 

Su entusiasmo al ser parte en vivo y en directo del nuevo juramento de Bukele también era evidente. Tras despedirse, Bukele salió junto a la primera Dama, Gabriela de Bukele, aunque solo quienes seguían la transmisión de la cadena nacional pudieron verle caminando por el resto de la alfombra roja.

A su salida, después de que el presidente de la Asamblea Legislativa leyera los llamamientos de las comisiones y diera por cerrada la sesión, los miembros del cuerpo diplomático salieron sin entretenerse mucho, al igual que algunos funcionarios, mientras que otros aprovecharon el recinto para seguir platicando y tomarse fotografías en la alfombra, como la embajadora en los Estados Unidos Milena Mayorga. 

En el área de la junta directiva, el nuevo presidente de la CSJ, Óscar López Jérez, se entretuvo platicando amenamente y ocasionalmente abrazando a Guillermo Gallegos, a Reynaldo Carballo, diputado del PDC y a Franklin Nolasco, actual gerente de operaciones de la Asamblea Legislativa y quien ha recibido denuncias por por extraer dos aires acondicionados del Tribunal de Servicio Civil.

Mientras tanto, al numeroso grupo de periodistas y reporteros se les impidió poder bajar del mezzanine del salón, pese a que ya se había terminado la sesión. Personal de comunicaciones, acompañado de agentes de seguridad vestidos de civil, dijeron escuetamente que “aún no se había dado la orden”. En años anteriores, cada vez que ocurrían sesiones solemnes en la Asamblea Legislativa, la costumbre era que los periodistas bajaran después de que esta terminara para poder abordar a funcionarios y diputados para conocer sus reacciones al discurso emitido por el presidente de turno. 

Cuando por fin se permitió la salida de los periodistas, algunos decidieron no regresar en los buses que habían sido llevados y hacer su trabajo de buscar reacciones. En el pasillo dieron declaraciones diputados del FMLN y Arena y señalaron que no se trató realmente de una rendición de cuentas y que ni siquiera hubo mención a problemáticas actuales, como el tema de los desaparecidos. 

Frente al área de ingreso principal al Salón Azul, desde donde estaba la alfombra roja, se mantenían algunos diputados de Nuevas Ideas, como Elisa Rosales, Dennis Salinas, William Soriano, quienes dieron unas breves declaraciones a los periodistas que se le acercaron, pero rápidamente fueron sacados del lugar por personal de comunicaciones. El resto de las personas en el área eran los visitantes, que esperaban las indicaciones para poder abordar los autobuses que los llevarían de regreso a casa. 

La sesión del 1 de junio terminó casi igual a la del 1 de mayo, con una fuerte lluvia, en aquella ocasión eran los nuevos diputados a quienes les tocó correr hacia los autobuses, algunos usando sus sacos y carteras para protegerse. Esta vez fue a los simpatizantes del presidente, que habían llegado desde distintos puntos del país, a quienes les tocó chapotear bajo la lluvia hacia sus autobuses y cubrirse del agua con los carteles que llevaron para apoyar al presidente.

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