Lic. en Teología por la UCA. Catedrático de Antropología Filosófica en la Universidad Don Bosco (UDB) de El Salvador. Actualmente se está maestrando en Teología Latinoamericana en la UCA.
Necesitamos una conversión política como toma de conciencia de nuestra responsabilidad como ciudadanos, no sólo expresada en votos, sino también expresada en la organización popular. Una responsabilidad de construir una sociedad justa, humanizante y humanizada.
Por Héctor López*
A lo largo de la historia muchas instituciones, costumbres, creencias, ideologías, han tomado un rumbo distinto al del espíritu con el que se dio su origen, un claro ejemplo de eso es el cristianismo en la Edad Media se alejó del Dios de Jesús y se convirtió en una religión con un Dios de Estado y oficialista. Aun con toda esa deformación del cristianismo, ha hecho y sigue haciendo esfuerzos para volver a sus orígenes a través de un proceso de conversión.
Pero por otro parte, en la historia surgieron ideologías o instituciones, con intereses oscuros, algunos ejemplos de esto son de lado religioso como la Santa Inquisición Católica, los Legionarios de Cristo, y actualmente por el lado de la política, la ultraderecha católica del Yunque en México o la ultraderecha de Vox en España, estas últimas dos han revivido desde hace unos años el sueño de los totalitarismos conservadores. Así como en tiempos de del martinato, los siguientes años de dictaduras y en gobiernos de la posguerra (ARENA y FMLN), ahora han surgido fuerzas que han nacido para gobernar desde la autocracia y con aires de totalitarismo. Esas fuerzas oscuras no pueden entrar en la dinámica de la conversión política que tanto requerimos, por eso la necesidad de definir a qué nos referimos con conversión política y quienes son sujetos de ella.
La política como tal, no escapa a esta deformación histórica en su concepto y praxis. Por eso, dejamos claro desde ya que no nos referimos a la política como una institución, ni lo que podríamos llamar política profesional o de carrera, sino más bien, hablamos de la política tal como la entendió el filósofo Sócrates, como el quehacer de la ciudad, donde el ciudadano se desarrolla como persona, ese ethos en el que se desarrolla una sociedad. La palabra político tiene su raíz en la palabra griega πολιτικος (su transliteración al español es políticos), su traducción es ciudadano, por tanto, todos y todas somos seres políticos. Desde esta visión podemos decir que la política tal como se muestra en nuestra sociedad ha tenido una desviación de lo que originalmente es: hacer política y ser político (hacer la ciudad y ser ciudadano).
Aunque es necesaria la organización partidaria, debemos recalcar que eso no agota el quehacer político. Así como el Papa Francisco invitó a una conversión ecológica, es necesario ahora, si se nos permite, buscar una conversión política. ¿Qué significa esta conversión política? ¿No es una burda manipulación de la palabra conversión? ¿No está reñida esta categoría con el Estado laico al que pertenecemos? No pretendemos cristianizar la política, ni mucho menos hacer un uso arbitrario de conceptos religiosos. La palabra conversión es una traducción de la palabra griega μετανοια (su transliteración al español es metanoia) que se puede traducir como cambio de opinión o cambio de camino; los cristianos tienen su manera de entender la conversión, en lo cual no vamos a ahondar.
En este sentido podemos afirmar que, como pueblo salvadoreño, urge un cambio de camino político, en ese ser ciudadano más humano y hacer la ciudad más humana, esta es la conversión política. Es decir, dejar de creer que depositando el poder absoluto en un solo partido o en un político es hacer política, o, peor aún, que la política es para los políticos profesionales o de carrera, que viven del oportunismo. Necesitamos una conversión política como toma de conciencia de nuestra responsabilidad como ciudadanos, no sólo expresada en votos, sino también, expresada en la organización popular. Una responsabilidad de construir una sociedad justa, humanizante y humanizada.
Ya el 15 de septiembre pudimos apreciar lo que podría ser el inicio de una conversión política, desde la organización popular que nos lleve a parir una sociedad nueva, con una educación pública digna, que proteja el medio ambiente y garantice verdaderamente el derecho humano al agua, que ponga fin a los abusos del sistema neoliberal, que sea plural en todos los sentidos. Todo esto desembocará en una sociedad que construya la “ciudad” en la que las grandes mayorías puedan vivir con dignidad, y no en mesianismos políticos triunfalistas y populistas que solo son el caldo de cultivo para la corrupción y el abuso de poder, dejando el camino libre para los abusos del sistema neoliberal.
Lic. en Teología por la UCA. Catedrático de Antropología Filosófica en la Universidad Don Bosco (UDB) de El Salvador. Actualmente se está maestrando en Teología Latinoamericana en la UCA.