
Esta es la carta de un joven que relata cómo es vivir en una de las miles de comunidades de San Salvador. Impactado ante lo que le ocurrió al joven Kevin Rivas, detenido arbitrariamente y luego liberado tras presión en redes sociales, compartió esta pequeña anécdota de su vida, explicando que tiene miedo de publicar con su nombre, pero quiere que se conozca su realidad y la de muchos que viven en comunidades estigmatizadas.
Los marcados, esos somos nosotros, los que nadie quiere, a quienes nos cortan las alas antes de volar. Nuestro único delito: vivir en pobreza. Pobreza resultado de tantos años de robo, digo esto porque nunca había proyectos sociales para mi comunidad. Solo un hombre extranjero nos tendió la mano y cuando vieron que él nos acogió, los gobiernos de turno no hacían más que ponerle tropiezos, sin embargo, ese hombre nos daba de su propio pan, sacaba de su bolsa y nos entregaba un poco de lo que él tenía, ese hombre nos enseñó que se puede salir de la pobreza con esfuerzo.
Pero no todo iba bien, a pesar de la bondad de ese hombre, el resto del mundo nos siguió dando la espalda, quitando oportunidades y espacios.
Muchos de nosotros tuvimos que dejar “la vida” para lograr estudiar, pues los gobiernos otorgaban beca al que más le servía en propagandas, al que “sudaba la camisa para el partido”, nosotros solo queríamos estudiar aunque éramos pobres y no ser parte de ellos, porque nunca nos veían como iguales.
Muchos de nosotros logramos sobrevivir a olas de violencia, donde le teníamos más miedo al policía tatuado con alusivos a pandillas, que a los propios pandilleros. Era una situación triste, abrir la puerta en un cateo y no saber si te iban a llevar remitido porque “vos pareces pandillero y aunque no seas, pero igual nos caes mal así que vas para adentro”, o la típica “si ustedes desde que viven acá ya son catalogados como pandilleros”. Era triste.
Era casi que “normal” ver a un policía intimidando a los jóvenes que iban a jugar fútbol o al básquetbol, diciéndoles que no los querían ver en las canchas. ¿Cómo carajos frenamos la violencia si viene de parte de un servidor público y un sistema que te cataloga como criminal por lo que tenés?
Así crecimos entre disparos, cateos, ultrajes y demás. Cuando venía la Policía todos encerrados en sus casas, porque ellos venían a armar tiroteos casi mortales, luego decían que la culpa era de “los bichos”, sin hacer pruebas de nada, solo un testimonio de los mismos perpetradores del crimen, los mismos policías. Y de noche se lanzaba la cacería de brujas.
¿Justicia? Hábleme de Justicia cuando no lleguen mareros vestidos de policía a su residencia, cuando el policía que los “revisa” no les dice que es marero activo y que si él quiere, te va a dejar “donde sus amigos de la contraria para que no regreses a tu casa”. Hablemos de Justicia cuando no te capturen solo por ser pobre. Hablemos de Justicia cuando el presidente sea juzgado por manejar una institución con tantos elementos corruptos y podridos. Tengo 26 años y, desde que tengo memoria, arrestan a personas solo por caerle mal a un policía, solo por patinar frente a una delegación, cuando los mismos concejales y ediles a los que les rogamos un skate park en la alcaldía, nos dijeron: “es que donde ustedes son números, nosotros solo trabajamos donde son letras”. Hablemos de Justicia cuando la pobreza deje de ser delito.
Actualmente tengo a dos amigos detenidos por la cacería aprobada por el presidente, lo invito a usted y al jefe de la Policía, que se vengan para una marginal, sin sus placas, vestidos de civil, sin decirle a nadie quiénes son, si es posible disfrazados para que no los reconozcan. Vengan así y esperen un cateo, verán la realidad del monstruo que hace 30 años se creó y que ahora es la mayor organización terrorista con licencia para operar.
Los jóvenes no confían 100 % en la PNC y el Ejército, pero es porque toda la vida nos han tratado como pandilleros sin serlo. Ojalá a sus hermanos, tíos, amigos, primos y familiares no les toque ser detenido por un capricho, ojalá no les toque vivir lo que muchos hemos vivido los 25, 26, 27 años que tenemos de vida. Desde siempre estamos en estado de excepción en las marginales, donde los pobres somos los enemigos acérrimos del gobierno corrupto. Aún el de turno se presta a la corrupción y así nos quieren venir a hablar de justicia. No se vale.
Campo pagado por la Mesa Frente a la Minería