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Es engañoso afirmar que los alimentos en El Salvador están caros solamente por la crisis mundial

La baja producción agrícola y agropecuaria, y la dependencia de productos meramente importados son algunos de los factores internos que hacen que los precios de los bienes y servicios en El Salvador continúen al alza. Esto contrasta con el discurso oficial del presidente de la Defensoría del Consumidor, quien atribuye el aumento de los precios solamente a la crisis mundial.

El presidente de la Defensoría del Consumidor, Ricardo Salazar, afirmó el pasado 20 de febrero, en el programa de radio “Diana Verónica y Tony”, que los altos precios en los bienes y servicios en El Salvador se deben a “un factor externo” y no a un factor “generado por el gobierno”.

“Los altos precios no es un problema particular de El Salvador ni generado por el gobierno de El Salvador, es un factor externo en el cual toda la cadena de suministros, con altos precios, ha impactado la producción nacional”, dijo el funcionario. 

Esta afirmación encaja en la definición de “Engañosa”, que es una de las seis categorías bajo las que Ojo de Gato realiza verificaciones del discurso de los funcionarios. Según tres economistas consultados por esta revista, no es cierto que el aumento en los precios de los bienes y servicios se debe sólo a factores externos, ya que también hay decisiones del gobierno salvadoreño y factores internos que inciden en el precio de los productos.  

Desde el lado externo, las cuarentenas y medidas que tomaron los diferentes gobiernos del mundo para enfrentar la pandemia hizo que la producción de bienes y servicios se redujera; entre ellos, los alimentos. Eso provocó que la inflación —aumento de precio en los productos— se disparara a nivel mundial, pues la producción era baja y la demanda era alta, cuando las economías reabrieron. La invasión de Rusia a Ucrania también hizo que el problema se haya prolongado.

Los economistas consultados coinciden en que los países con economías poco dependientes del mercado internacional son los que han logrado un mejor manejo de la crisis. Pero El Salvador es uno de los países con más dificultades para enfrentar la crisis porque depende del mercado internacional: la mayoría de lo que consume es importado. Por ejemplo, según datos del Banco Central de Reserva, en 2022 el país exportó $7,115 millones en productos e importó $17,108 millones. El sector alimentos no escapa de esa realidad.

De la región, El Salvador es el segundo país, después de Panamá, más deficitario en la producción de alimentos; es decir, importa más de lo que produce, según un informe publicado en diciembre de 2022, por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés).

Según el economista Rafael Lemus, esto se debe a que “El Salvador tiene una débil e insuficiente producción agrícola y agropecuaria”. Un hecho que el economista Ricardo Castañeda, coordinador de país para El Salvador y Honduras del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), cataloga de “abandono”, por lo que “al no producir todos los alimentos en el país, se está a expensas de lo que suceda en los mercados internacionales”.

“Seguimos haciendo lo mismo”, agrega Lemus: “Básicamente entregar paquetes de semillas y fertilizantes a pequeños productores agrícolas, los cuales se entregan con fines políticos más que como una estrategia de producción de mediano y largo plazo. Si fuera una estrategia de largo plazo, incluirían estudios de suelo, qué fertilizantes aplicar, qué tipo de productos adecuar según la altura”. 

Para el economista José Luis Magaña, El Salvador ha priorizado el uso del suelo en proyectos de megainfraestructuras, en lugar de ocupar las tierras para la producción agrícola.   

“Importamos la comida en lugar de producirla, pues el país está ocupando la tierra para crear megainfraestructuras en lugar de producir alimentos.  Si afuera hay condiciones en que aumentan los precios, pues entonces en El Salvador toca pagar esos precios altos porque importa los productos”, señala. 

El precio de la comida es el que más aumentado

Al comparar la tasa de inflación general, es decir el porcentaje de aumento de los bienes y servicios, frente al porcentaje de aumento de cada uno de los productos que componen el Índice de Precios al Consumidor, la comida es el bien con el mayor aumento de precio en El Salvador.

Magaña agrega que es justamente este rubro el que hace que la inflación general en el país crezca. 

“El país sí tiene presiones externas, pero también el hecho de cómo está estructurada su economía lo pone en una situación de bastante vulnerabilidad. El hecho de ser una economía pequeña y abierta hace que las presiones externas le impactan aún más”, concluye.

La canasta básica urbana pasó de $199.24 en enero de 2021 a $245.02 en enero de 2023, según los datos del Banco Central de Reserva. 

Otros factores internos 

El Salvador es netamente importador de petróleo y sus derivados. Con la pandemia y la guerra rusa-ucraniana, los precios de estos aumentaron a escala mundial, pero Rafael Lemus hace hincapié en que los salvadoreños podrían pagar menos por combustible de no ser por los impuestos que tiene asignado cada galón de gasolina y diésel.

“El Salvador le apila más o menos $0.90 por galón de combustible en impuestos. Este es uno de los factores internos que afecta a la inflación”, señala. 

Aunque el país suprimió el impuesto del Fondo de Estabilización para el Fomento Económico (FEFE), estipulado en $0.16; y la Contribución al Transporte (Cotrans), de $0.10, lo cierto es que hay otros impuestos como el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Fondo de Conservador Vial que aún se mantienen. 

Asimismo, el hecho de que El Salvador sea una economía abierta, es decir que interactúa con otras economías y que depende del comercio internacional, le genera mayor vulnerabilidad, según Magaña. 

El economista agregó que las políticas públicas que tienden a abrirse todavía más, y que no están acompañadas de políticas de generación de producción agrícola y de apoyo a los campesinos, “lo que hacen es simplemente dejar el país en vulnerabilidad frente a las presiones que se están dando en el sector externo”.

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