
El Salvador es uno de los países más deforestados de la región. En 2021, se comprometió a conservar y rehabilitar un millón de hectáreas y a solventar las causas de la deforestación. Cuatro años después, las autoridades competentes dicen no poseer información detallada sobre la realización de los proyectos prometidos por el propio Estado.
Abril 1, 2025
El Salvador es el segundo país con menos cobertura arbórea de la región centroamericana. Entre 2001 y 2023 perdió 8.5% de su cobertura boscosa. Pero el asunto no queda allí, al menos en papel, este país se comprometió en 2021 a trabajar en las causas de la deforestación y a conservar, rehabilitar y restaurar la mitad de su territorio entre 2035 y 2040. Para ello, planificó proyectos por más de 194 millones de dólares, varios de estos con financiamiento de fondos y organizaciones multilaterales.
Sin embargo, a cuatro años de este compromiso climático, no es claro cuál ha sido el avance de estos proyectos. Las autoridades de política ambiental dijeron a GatoEncerrado y CONNECTAS que “con respecto a los informes finales de los proyectos concluidos, no se dispone de dicha información”. De los financistas internacionales, solo el Fondo Verde para el Clima (FVC) y el Fondo para El Medio Ambiente Mundial (FMAM) contestaron la solicitud de información y compartieron el reporte anual de 2023 y 2024 respectivamente.
El documento del FVC informa que las acciones habían logrado mayor resiliencia de los medios de vida y los sistemas de producción agrícolas familiares, de los flujos de servicios ambientales a nivel del paisaje y de una mejor gobernanza y flujo de información en apoyo de la sostenibilidad y la ampliación. Dos organizaciones implementadoras contaron que los avances son pocos. Mientras, el informe compartido por el FMAM informa sobre la meta de miles de hectáreas a restaurar para 2026, pero aclara que por retrasos en la implementación de las acciones, apenas seis hectáreas se encuentran intervenidas.
Los bosques son muy importantes para enfrentar el cambio climático, porque absorben millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), principal causante del calentamiento global. Además, contribuyen al ciclo del agua.
La reducción de los bosques, en cambio, provoca la pérdida de los beneficios que los ecosistemas proporcionan a los seres humanos, esenciales para la supervivencia y el bienestar. Por ejemplo, la degradación de la tierra amenaza la productividad agrícola.
Walter Gómez, agrónomo del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada, apunta otro impacto: los bosques además de estar reducidos están fragmentados, es decir, que no existe un corredor biológico que permita el adecuado desarrollo de los ecosistemas y la biodiversidad.
De acuerdo con un informe de la Asociación Centroamericana Centro Humboldt, en 2022 el 50% del territorio salvadoreño era ocupado por cultivos y por pastos (mayoritariamente) para el consumo del ganado. El sector de Agricultura, Silvicultura y Otros Usos de la Tierra (AFOLU) no solamente es el principal responsable de la intensa deforestación, sino que también es el emisor de las mayores cantidades de gases de efecto invernadero en el país, según un informe del MARN publicado en 2018 y basado en cálculos de 2014. Gómez explica la razón: “Se taló mucho bosque para implementar monocultivos de caña de azúcar. Entonces, ahora lo que se trata es de hacer la agricultura un poco, digamos, amigable con el medio ambiente, para que también la agricultura sirva para absorber dióxido de carbono.”
Es un tema complejo, ya que las actividades productivas que más contribuyen a la deforestación, como la agricultura y la ganadería, son importantes para la economía salvadoreña. De hecho, el azúcar fue el tercer producto más exportado por El Salvador en enero de 2025.
Por ello, la meta de conservar y rehabilitar las tierras se planteó junto al objetivo de promover una agricultura sostenible. Pero la entrevista con dos organizaciones implementadoras de uno de los proyectos y la respuesta de FVC evidencian que en este asunto también se ha avanzado poco: la propuesta de las autoridades se ha encontrado con la resistencia de los agricultores.
DATO
En 2021, El Salvador se comprometió restaurar UN MILLÓN de hectáreas, pero a cuatro años de establecidos estos compromisos, el MARN dice no poseer información detallada sobre la realización de este trabajo.
En 2015, en la capital de Francia, se firmó un tratado internacional, legalmente vinculante, para atender el cambio climático y sus impactos: El Acuerdo de París. El Salvador fue parte de las negociaciones y posterior aprobación de este acuerdo, que tiene como meta reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar que la temperatura global supere el incremento de los dos grados centígrados en este siglo.
Para lograrlo, cada país debe establecer y ejecutar un plan de acción climática que se establece en la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) y se deben actualizar cada cinco años con la intención de que sus metas sean más ambiciosas.
El Salvador hizo lo propio y presentó sus NDC en 2021. En el documento se establecieron metas de mitigación (reducción de los gases de efecto invernadero) y adaptación (aumentar la resiliencia a los impactos del cambio climático) para atender los impactos que generan las distintas actividades humanas, dentro de las que se encuentra el sector AFOLU.
Como parte de sus metas, el Estado salvadoreño se comprometió a trabajar en la restauración y rehabilitación de tierras degradadas en el paisaje agropecuario, promoviendo una transición hacia una agricultura sostenible; además, se comprometió a realizar la conservación, restauración y rehabilitación de un millón de hectáreas de ecosistemas y paisajes, contrarrestando las causas de la deforestación.
Durante el desarrollo de esta investigación, se fueron recolectando datos para analizar hasta qué punto se ha avanzado en el cumplimiento de esta meta; la conservación, restauración y rehabilitación de un millón de hectáreas de ecosistemas y paisajes, pero debido a la poca información que las instituciones dejan tener acceso, se encontró registro de 86,112 hectáreas intervenidas, lo que representa únicamente el 8.6% del total de la meta.
No es la primera vez que El Salvador establece metas para conservar y rehabilitar un millón de hectáreas, la primera vez fue en 2015, en un documento que también se enmarca en las negociaciones previas del Acuerdo de París. Es decir, este compromiso en papel ya cumplió una década.
Pero el avance y resultados de estas metas y proyectos realizados en torno a los compromisos de las NDC es incierto. GatoEncerrado y CONNECTAS solicitaron al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) los datos detallados sobre las acciones, avances y resultados orientadas a dar cumplimiento a estos objetivos. La autoridad respondió con una lista de seis nombres de proyectos del sector AFOLU, de los cuales cuatro están en ejecución y dos finalizaron. Pero, en esta contestación, se omitió el perfil de los proyectos, en los que se puedan conocer elementos importantes como los objetivos, quién los ejecuta, el lugar donde se realizan, el monto, avances y resultados, porque según el MARN “no se dispone de dicha información”.
DATO
El MARN asegura que el proyecto “Árboles para El Salvador” es el más grande en materia de reforestación. Según su Oficina de Información, con este programa se han reforestado 48,900 hectáreas entre el 2020 y 2024. La misma oficina, sin embargo, admite que desconoce el detalle de lugar, fechas, tipos y especies de árboles plantados.
La autoridad agregó que otras instituciones como el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL) y el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria (CENTA) son las encargadas de llevar a cabo las acciones plasmadas para el cumplimiento de estos objetivos de las NDC. Pero al consultar en estas carteras de Estado, tampoco se obtuvo información sobre el avance de las metas y proyectos. CEL contestó: “Esta Unidad no posee información relacionadas al cumplimiento de metas y compromisos de la medida 2.1.7 de las NDC, por no ser esta comisión la entidad responsable de su manejo, sistematización y consolidación”. CENTA por su parte respondió: “Actualmente no contamos con proyectos específicos para la implementación de las NDC, aunque trabajamos constantemente en la elaboración de proyectos enfocados a la búsqueda de financiamiento verde”. Mientras que el MAG, no respondió a la solicitud.
Para el ingeniero Ricardo Navarro, presidente del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada, el motivo por el que las instituciones encargadas de la política climática en el país no están dispuestas a brindar información sobre el trabajo de restauración de los ecosistemas es por “el riesgo de que vayan y no encuentren nada (...) o no quieren mostrar el poco éxito que han tenido”.
En los anexos de las propias NDC de 2021, El Salvador detalló los apoyos financieros recibidos “con arreglo al Artículo 9 del Acuerdo de París”. Los proyectos financiados para el sector AFOLU suman un poco más de 194 millones de dólares. Los recursos provendrían de distintas instituciones internacionales como el Fondo Verde para el Clima, PNUD, SICA y el Banco Mundial. GatoEncerrado y CONNECTAS solicitaron a estas entidades los informes de avances de los proyectos en lo que se mencionan en las NDC.
En su respuesta, el Fondo Verde para el Clima adjuntó el reporte anual de 2023 del proyecto “Aumento de las medidas de resiliencia climática en los agroecosistemas del corredor seco de El Salvador (RECLIMA)”. El proyecto establece cinco años de duración desde el 2019 y financiamiento por 127.7 millones de dólares. Tiene el objetivo de mejorar el acceso al agua para pequeños agricultores, mediante la restauración y reforestación de ecosistemas degradados con el fin de estimular y proteger la recarga de acuíferos.
En su informe da cuenta de acciones que se realizaron, como la capacitación de agricultores, la instalación de sistemas domiciliarios de recolección de agua de lluvias y el fortalecimiento, rehabilitación y conservación de 18,183 hectáreas de ecosistemas y 19,023 hectáreas de agricultura familiar. Sin embargo, el informe no permite conocer las ubicaciones de los territorios intervenidos.
GatoEncerrado buscó a dos organizaciones ejecutoras de este proyecto. Magno Álvarez, vocero de Microregión Sur de Cacahuatique, explicó que RECLIMA ha tenido un impacto positivo, porque en el componente de gobernanza, contempla la participación de distintos sectores de la sociedad, como educación, salud, juntas de agua, Asociaciones de Desarrollo Comunal, municipalidades y organizaciones para la ejecución y conservación de la restauración de ecosistemas. Dijo que a la fecha se han restaurado 150 hectáreas de bosque.
Sin embargo, contó que se encontraron con la resistencia de los agricultores, porque es difícil que acepten dejar una parte reforestada porque se reduce el área de cultivo. “Entonces, lo que sí nos están aceptando es sembrar al contorno del área como cerco vivos, y también en el centro del terreno dejar los árboles que ya existen dispersos para que no los palen”.
Por su parte, Paula Lizama, gerente de la Micro Región Manantiales del Norte de San Miguel, otra de las instituciones ejecutoras de este proyecto, considera que a pesar de su implementación, aún existen comunidades vulnerables donde no llegan las organizaciones a promover la agricultura sostenible. “Quizás me atrevería a decir que todavía tenemos un 70% de agricultores que trabajan de manera empírica, que no tienen una asistencia técnica o una orientación que les estimule y que les capacite a hacer este tipo de conciencia y hacer el buen manejo de la agricultura, porque hemos nacido agricultores y pues trabajamos este tema como se nos ha enseñado de manera empírica”.
El proyecto RECLIMA también menciona la campaña “Árboles para El Salvador”. Sobre esta acción específica, hay evidencias de su ejecución en notas de prensa sobre las acciones de reforestación que el ministro de Medio Ambiente, Fernándo López, ha realizado generalmente los días conmemorativos del medio ambiente desde el 2021. Según la información disponible, la mayoría de estos eventos tienen el objetivo de aumentar la cobertura arbórea, revertir la degradación de ecosistemas críticos, promover la seguridad alimentaria y mitigar los efectos de los incendios forestales en las Áreas Naturales Protegidas.
El MARN respondió en una nueva solicitud de información pública, que en el marco de la campaña “Árboles para El Salvador” se reforestaron 48,900 hectáreas entre el 2020 y 2024, lo cual abona al trabajo para alcanzar sus metas en este sector. Sin embargo, según esta institución, tampoco cuentan con “información a nivel de detalles solicitados” que permita conocer cómo avanza la recuperación arbórea o las ubicaciones exactas de estas acciones.
Además, el informe que compartió el Fondo Verde señala como uno de los retos para el alcance de las metas del proyecto RECLIMA la continuidad de la política ambiental: “La rotación de funcionarios en las dos entidades estatales vinculadas directamente al Proyecto RECLIMA (MARN y MAG) implica una desaceleración de los procesos, y además requiere de negociaciones por cambios en las estrategias y prioridades de los funcionarios que asumen sus cargos. Por ejemplo, desde 2019 (año de inicio del Proyecto) a la fecha, han asumido el cargo cinco ministros de Agricultura y Ganadería”. GatoEncerrado y CONNECTAS solicitaron entrevista a ambos ministros para saber sobre la falta de información de los proyectos y para conocer sus versiones, pero la solicitud no fue contestada.
Debido a que no existió una respuesta clara por parte de las autoridades, el equipo de investigación buscó proyectos que aborden la recuperación de ecosistemas y encontró algunas pistas.
En el año 2020 la cartera de Ambiente publicó en su sitio web que estaba implementando un programa llamado “Plan Nacional Forestal”, que en ese momento se encontraba en la etapa de implementación inicial y coordinación institucional. Con este plan el Gobierno pretendía contribuir a la restauración de ecosistemas forestales productivos y apoyar al sector privado en los procesos industriales para promover una “alternativa viable, rentable y amigable con el medio ambiente”. Sin embargo, este trabajo ni siquiera fue mencionado en la respuesta a la solicitud de información anteriormente mencionada, ni el equipo de investigación encontró informes o noticias sobre su avance.
En el sitio web del ministerio también se encontró la aprobación y documentos iniciales del proyecto “Gestión Integrada y Restauración del Paisaje en El Salvador”, cuyo objetivo es la restauración de ecosistemas y tierras degradadas del paisaje en el Área de Conservación El Imposible Barra de Santiago, ubicada entre los departamentos Ahuachapán y Sonsonate. El proyecto duraría cinco años y sería financiado con cuatro millones de dólares por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM). A pesar de que el proyecto debería culminar este año, por vía de la información estatal tampoco se puede saber datos importantes sobre el proyecto como los avances, resultados ni en qué lugar exactamente se están realizando estas acciones.
Según información proporcionada por el FMAM, para el año 2026 el proyecto tiene el objetivo de lograr una gestión sostenible o restaurar 106.108 hectáreas, en las que incluye bosques, tierras agrícolas y humedales. Sin embargo, para julio de 2024, fecha del reporte compartido, poco se había avanzado “debido a que ha habido retrasos en el inicio de la implementación de actividades para las cuatro ONG reclutadas, además de las condiciones estacionales (esperar la temporada de lluvias para sembrar), solo seis hectáreas de tierra se encuentran actualmente bajo prácticas de manejo sostenible, lo que corresponde al área de las parcelas demostrativas”.
Este proyecto es relevante, dado que está ubicado en sitios que cuentan con un Área Natural Protegida y un Sitio Ramsar, que podrían estar siendo amenazados por la expansión de la agricultura, ya que a través de imágenes satelitales se pueden observar grandes extensiones de monocultivos industriales de caña de azúcar. Estas plantaciones han crecido de forma descontrolada, ya que el MARN no registra la gestión de ninguna actividad agrícola en su base de datos de permisos ambientales en esta zona.
En el caso específico del Sitio Ramsar Barra de Santiago, en una visita de reportería por parte del equipo de investigación de GatoEncerrado y CONNECTAS, se pudo constatar que continúa el monocultivo de caña de azúcar en prácticamente toda la zona de amortiguamiento, lo que es permitido por El Plan de Manejo del Complejo Barra de Santiago. Pero incumple las “prácticas amigables con el ambiente incluyendo la disminución hacia un uso racional y funeral de umbral de afectación por agroquímicos”, que establece el mismo Plan.
Según un agricultor que se encontraba realizando tareas de riego en un monocultivo industrial de caña de azúcar, el proceso de producción todavía utiliza agroquímicos como urea y fórmula, “eso ya lo tiran con drones”, explicó. El agricultor también contó que "hace tres años sembraron árboles en la orilla de los ríos", lo cual puede ser corroborado mediante imágenes satelitales, donde se observa una delgada línea de vegetación en las riberas de un río, que tiende a desaparecer en algunos tramos. Esta acción sí corresponde con los compromisos que establece el Plan.
Lucía Medina, quien es parte de la Mesa por la Sustentabilidad de Agua y Medio Ambiente de la Zona Sur de Ahuachapán, una organización que trabaja por la conservación de este sitio Ramsar, también confirmó la información y explicó que la presencia de los monocultivos de caña de azúcar ejercen presión sobre la zona protegida por los procesos de producción tradicionales. Por ejemplo, la utilización de agrotóxicos cambian la acidez del agua, lo cual es perjudicial para el manglar. También contó que persiste en la zona la quema del monocultivo, “ahí se pierden especies y muchos árboles (...) incluso tanto ganaderos como cañeros se agarran pedazos que son parte de la zona protegida”. Esta última situación se confirmó con imágenes satelitales y la visita del equipo investigador.
La imagen satelital muestra cómo el monocultivo de caña de azúcar, que se encuentra en el área de amortiguamiento, invade la zona protegida de la Barra de Santiago, en Ahuchapán, al occidente de El Salvador.
Luís Gonzalez, de la Unidad Ecológica de Salvadoreña (UNES), organización que ha ejecutado proyectos de reforestación del manglar de la Barra de Santiago, explica que cuando se deforesta un bosque de manglar para producir caña de azúcar o ganado y se dejan algunos árboles alrededor de los sembradíos, no puede considerarse un sistema de agricultura sostenible, “ahí hubo un impacto y lo que se dejó fue algunos árboles de manera estética”, comentó.
Ante este panorama de incertidumbre sobre el trabajo institucional en la restauración, rehabilitación y conservación de un millón de hectáreas, y los otros objetivos con los que se relaciona, Gómez comenta que “es una meta inalcanzable. Se puso solo por poner un número, porque en el territorio no se ven esas acciones”.
Sin embargo, agrega que “el camino a seguir es tratar de recuperar el paisaje como era antes, tratar de ir revirtiendo las tierras degradadas en zonas de conservación”. Pero aún falta mucho por hacer si se considera que los proyectos de conservación y rehabilitación identificados por este equipo de investigación ocurren, en su mayoría, en áreas protegidas, lo que representa apenas el 3.8% del territorio nacional. Una cifra muy distante al millón de hectáreas, 50% del país, que El Salvador, desde 2015 se comprometió a restaurar y conservar.
*Este es un reportaje de Francisco López para GatoEncerrado y CONNECTAS, con el apoyo de Open Climate Report Initiative/Centre for Investigative Journalism (OCRI/CIJ).