El estrés de vivir en la pobreza puede hacer que esas discusiones sean más frecuentes y quizás más volátiles. Pero hay otros dos factores cruciales que pueden escasear en las comunidades más pobres: la educación y “ojos en las calles”, un término acuñado por la investigadora Jane Jacobs.
La educación, incluida una enseñanza de calidad en la escuela secundaria, puede ayudar a las personas a tomar mejores decisiones en momentos de tensión. Si solo una persona en un conflicto dice: “Oye, esto es una tontería”, todo puede calmarse.
“Ojos en la calle” se refiere a cualquier persona que esté dispuesta y sea capaz de intervenir y ayudar a calmar el conflicto. Puede ser un policía, un mediador que trabaja para una organización sin ánimo de lucro, un profesor, un entrenador o simplemente un transeúnte preocupado.
Ambos factores de protección —una educación de calidad que mejora la toma de decisiones y unos ojos útiles en la calle— pueden escasear en los barrios más pobres. Estos factores también ayudan a explicar por qué algunos barrios son más violentos que otros a pesar de tener ingresos similares. Incluso si todo el mundo se encuentra en el mismo nivel económico, las actitudes pueden ser muy diferentes. Algunos distritos escolares son mejores que otros, y algunos barrios tienen más personas dispuestas y capaces de intervenir cuando se calientan los ánimos, ya sean profesionales de primeros auxilios o simples residentes del barrio.
¿Puede señalar ejemplos reales o investigaciones que muestren una mejor manera de reducir los delitos violentos en las comunidades más pobres?
Ludwig: Muchas grandes ciudades están prácticamente en bancarrota, pero hay intervenciones que cuestan poco o nada.
Podríamos añadir un componente educativo al sistema de justicia penal. En Chicago, alrededor del 90 % de los delincuentes violentos y el 80 % de las víctimas ya han pasado por el sistema. Tuvimos la oportunidad de cambiar el rumbo de sus vidas y, evidentemente, la desperdiciamos.
Podríamos aprovechar mejor esas oportunidades. Dirigí un experimento en el Centro de Detención Juvenil del Condado de Cook, un lugar donde se encuentran los niños en mayor situación de riesgo del condado. Por lo general, los niños van a la escuela por la mañana y pasan la tarde viendo la televisión en la sala común. Descubrimos que un programa especial sobre la toma de decisiones reducía la reincidencia violenta en un 21 %. Un plan de estudios sobre la toma de decisiones y la prevención de la violencia también podría tener un gran impacto en las escuelas secundarias. Les decimos a los niños que hagan ejercicio y coman bien, pero las principales causas de muerte entre los jóvenes son la violencia, el suicidio, las sobredosis de drogas y los accidentes de tráfico.
También hay formas de hacer más eficaz la vigilancia en las calles, además del enfoque obvio de contratar más policías o pagar a más profesionales en la interrupción de actos violentos. En Chicago y otras ciudades, la violencia suele producirse en momentos y lugares bastante predecibles. Las ciudades podrían prevenir un número significativo de tiroteos simplemente utilizando el análisis de datos para destinar recursos a esos puntos conflictivos en el momento adecuado. FedEx y UPS utilizan datos y algoritmos para optimizar las rutas de sus camiones, ¿no pueden las ciudades hacer lo mismo con sus recursos?
¿Podrían unas leyes más estrictas sobre el control de armas reducir los tiroteos en los barrios violentos?
Ludwig: El control de armas ha sido el tema central del debate político sobre la violencia armada en Estados Unidos. Pero a nivel nacional, nadie prevé que se aprueben leyes más estrictas sobre armas en un futuro próximo, y se puede afirmar con seguridad que los 400 millones de armas que hay en Estados Unidos no van a desaparecer en un futuro previsible. Si consideramos la violencia con armas de fuego como una combinación de impulsos violentos y acceso a las armas, debemos pensar mucho más en la primera parte de esa ecuación. ¿Cómo podemos reducir el número de situaciones en las que las personas están dispuestas a hacerse daño unas a otras?
Su artículo de revisión señala que, en general, a la gente le preocupan menos los delitos contra la propiedad que los delitos violentos. ¿Ha habido algún cambio reciente en las actitudes?
Schnepel: La gente sigue preocupándose más por la amenaza de los delitos violentos en su vida cotidiana. Es la diferencia entre sentirse seguro en su propia casa y su barrio y vivir con miedo.
Pero ha habido un cambio. En lugares como California, las políticas que redujeron las penas por delitos contra la propiedad, como el hurto en tiendas, han inspirado una reciente reacción política. La tolerancia hacia los delitos contra la propiedad visibles puede estar disminuyendo.
En su opinión, ¿sigue mereciendo la pena invertir en la prevención de los delitos contra la propiedad?
Schnepel: Por supuesto. Aunque los delitos contra la propiedad son menos dañinos que los delitos violentos, son mucho más comunes. Los programas de empleo, el aumento del salario mínimo y otras iniciativas para reducir la desesperación económica tienen innumerables beneficios, entre ellos la mejora del bienestar general y el impulso de la economía en su conjunto. La reducción de los delitos contra la propiedad es solo uno de los resultados positivos.