Ludwig: Desde cierto punto de vista, mi libro y este artículo transmiten un mensaje deprimente. Aunque resolviéramos la pobreza, no reduciríamos necesariamente la violencia. Pero instaría a los responsables políticos a ver el lado positivo: no es necesario resolver todos los problemas sociales para evitar los tiroteos. Con intervenciones específicas que aborden las causas inmediatas de la violencia —las discusiones y las decisiones impulsivas—, todos podemos estar más seguros.

Por supuesto, los gobiernos deben continuar con la ardua labor de reducir la pobreza y mejorar las condiciones de vida, pero deben saber que no tienen que hacer milagros para prevenir la violencia. El mayor obstáculo para detener la violencia es la desesperanza.

Artículo traducido por Debbie Ponchner