Si la democracia salvadoreña fuera Ebenezer Scrooge, Marley, el exsocio que le invita a recapacitar y le anuncia la visita del resto de fantasmas, no sería precisamente un espectro, sino que organismos de derechos humanos, prensa internacional y prensa nacional incómoda, académicos y tanques de pensamiento que, al menos desde el 9-F, identifican de manera unánime que la democracia salvadoreña lleva una trayectoria sombría, como la vida de Scrooge.
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