Las 30 medidas y sus costos
El viernes 20 de marzo de 2020, el Gobierno completó el Plan de respuesta y alivio económico ante la emergencia del COVID-19. Buena parte de las medidas han sido aprobadas por la Asamblea Legislativa, entre estas la suspensión por tres meses de los pagos de energía eléctrica, de agua, de teléfono, internet –montos que luego se deberán cancelar en cuotas diluidas en 24 meses-.
El presidente Bukele también mencionó que habían sido suspendidos los pagos de créditos personales, hipotecarios, de tarjetas de crédito, sin que aplique una multa por el no pago de estos. Lo cierto es que el decreto no ha llegado al Legislativo y mucho menos aprobado.
El Legislativo, además, avaló el decreto Ejecutivo de prorrogar por tres meses el pago de impuestos sobre la renta a empresas a contribuyentes cuyo impuesto a pagar sea igual o inferior a $10,000, como a las empresas turísticas con pagos iguales o menores a $25,000. A estas se les exonera de su contribución especial del 5 %. Las distribuidoras de energía eléctrica, de telefonía y cable también tendrán una prórroga de ocho meses para comenzar a pagar el impuesto sobre la renta correspondiente al ejercicio comprendido del 1 de enero al 31 de diciembre de 2019.
En otras palabras, “a cambio de que las personas se les postergue el pago de energía y de la telefonía, el Gobierno también le va a postergar el pago de impuestos a estas empresas”, sostiene el economista de Icefi, para quien esta medida es grave porque lleva a preguntarse entonces quién es el que asumirá la mayor parte de los costos en medio de la crisis.
“¿Por qué es que en la conferencia de prensa no dijeron que se les iba a suspender el pago? ¿Por qué el Ejecutivo está postergando el pago de impuesto a las grandes telefonías y a empresas de electricidad? El principio de justicia debería estar en la propuesta”, enfatiza Castaneda.
Castaneda dice estar de acuerdo con el ministro de Hacienda, Nelson Fuentes, en que el Estado no puede dejar de percibir impuestos, más cuando se requieren recursos para salud, “pero es la gran empresa la que tiene margen de maniobra y puede seguir pagando lo que le corresponde”.
Aunque el presidente Bukele dejó claro que el plan ayudará a “todas las personas que demuestren afectación directa”, es importante definir el alcance de las medidas o se podría generar un impago generalizado, según el economista de Panorama Económico.
Para Magaña, una medida demasiado generalizada puede poner en peligro la liquidez del sistema financiero: “Y aquí no se trata de los bancos, de lo que se trata es que esa liquidez es parte del efectivo que van a necesitar los hogares y, sobre todo, las empresas micro y pequeñas para hacerle frente a lo que vaya pasando”.
Para que exista liquidez, en este punto específicamente, Castaneda recomienda que se haga uso de mecanismos de tarjeta en las zonas urbanas para que no circule dinero físico, solo en el área rural, por sus características, se pueden hacer las transferencias directas en físico.
El Ejecutivo ha enviado una solicitud a la Asamblea Legislativa para que le sea autorizado gestionar un préstamo de $2,000 millones a través de Títulos Valores. El destino del préstamo se resume en tres líneas: “Financiar el Fondo de Emergencia y de Reconstrucción Económica del país, por los efectos de la pandemia a causa del COVID-19”, pero no se conocen los detalles de para qué y dónde serán usados los recursos.
De aprobarse el préstamo de $2,000 millones, es decir, tres veces el presupuesto general de la nación, permitiría que haya liquidez en el país, sostiene Castaneda, ya que el dinero vendría de afuera; sin embargo, hace el llamado a que esta deuda se haga con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y no en bonos.
La otra opción, sugerida por Magaña, es llegar a un acuerdo de moratoria de los préstamos que ya se tienen con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y con el Banco Mundial, para no incurrir en nueva deuda.
La Asamblea Legislativa deberá discutir si aprueban la propuesta. Castaneda se pregunta si de ese posible préstamo saldrán los $450 millones para financiar el subsidio que hará llegar a un 75 % de los hogares salvadoreños. “Si se va a utilizar este monto significativo, se debe tener mucha certeza del plan económico de corto, mediano y largo plazo (…) Y lo que hay es una carencia de planificación y de gestión de las políticas públicas”, opinó.